Opinión

El enigma del progresismo

Claudia Sheinbaum Pardo (Presidencia)

En la actitud de la señora presidenta (con A) de nuestra honorable república (CSP) cuya honorabilidad –de la República; no de ella--, depende en mucho de los inatacables principios de política exterior, son frecuentes los atropellos a la congruencia, por no decir las rotundas incongruencias.

Pero no es una conducta propia. Es producto de la concepción sobre política exterior de la 4.T en su primero y segundo pisos.

El primer error –sostenido hasta ahora-- consiste en la frase ocurrente para someter los hechos foráneos a la política interna. La mejor política exterior es la política interior. Eso es falso.

En muchas ocasiones las decisiones internas dependen de nuestro entorno geopolítico.

Un ejemplo: la lidia con la migración.

No es consecuencia de nuestra una política interior supuestamente soberana. No. Hacemos cuánto Estados Unidos impone a cambio de evitar sanciones comerciales. Impuestos, aranceles o tarifas, como se les quiera decir. Por eso desde hace siete años hemos dificultado (los obsecuentes mexicanos) el paso de centroamericanos hacia el norte.

Otro ejemplo: el combate al crimen organizado.

No es la prolongación de los abrazos sin balazos, es la necesidad derivada del diagnóstico foráneo. Por eso el secuestro de Mayo Zambada no ha tenido represalias mexicanas contra Estados Unidos. Ni antes, ni ahora. Todo se va en pedir explicaciones para disimular el sapo en el esófago.

No podemos olvidar (ni debemos), cómo se inició la relación de la Cuarta Transformación con el mundo: convirtiendo la aviación militar en taxi aéreo al servicio del fugitivo Evo Morales, quien tras un intento de fraude reeleccionista en Bolivia escapó por los pelos y lo hizo gracias a la presión y auxilio del gobierno mexicano, su abogado y su piloto.

Pero eso no fue intervención, fue un humanitario servicio a un indígena perseguido en La Paz a quien se le salvó la vida. Total, Evo ni lo agradeció, a pesar de cómo Marcelo Ebrard, el entonces canciller, a su llegada al aeropuerto, le acariciaba las mejillas –cachetitos-- del color de la tierra. Lindo.

Hoy Bolivia es nuevamente materia de interés público de nuestro supremo (con A) gobierno.

Interrogada sobre el fin de izquierda en el gobierno de La Paz, con cierto dejo triste por los “gobiernos progresistas”, dijo así con inspirado acento:

“Bueno, pues ahí es… Digamos, desde la perspectiva de los movimientos progresistas en América Latina, pues es una pena que se hayan dividido (MAS) ahí en Bolivia”.

A veces la repetición mecánica a las frases confunde: ¿Qué significa “gobiernos progresistas”? Además de un lugar común.

Ese concepto del progreso (progresismo, progresividad, etc), recuerda otras inspiraciones.

Por ejemplo, las palabras “Orden y progreso” inscritas en la bandera brasileña. Como todos sabemos ese lema se basa en las ideas del positivismo (tan lejano de las izquierdas contemporáneas): «L’amour pour principe et l’ordre pour base; le progrès pour but» (El amor por principio, el orden por base, el progreso por fin, decía Don Augusto Comte).

¿Son sinónimos gobierno populista y gobierno progresista? ¿Progresar hacia dónde, cómo, con cuál economía etc.?

Entre los muchos recursos de las izquierdas, sobre todo en Iberoamérica está la apropiación de las frases felices, los conceptos reiterativos y de poco significado si se les rasca el cascarón de mitin placero.

Como el asunto peruano, por ejemplo.

Dice “Euro press”:

“Perú reprocha a Sheinbaum sus críticas al encarcelamiento del expresidente Pedro Castillo...Claudia Sheinbaum, ha denunciado la “injusta” situación de encarcelamiento que atraviesa el expresidente peruano Pedro Castillo, en prisión preventiva por acusaciones de rebelión y abuso de autoridad tras el fallido autogolpe de diciembre de 2022.

“La libertad de Pedro Castillo es también la libertad de todos los pueblos que luchan por una democracia justa, libre y digna“, sentenció Sheinbaum...” (tras una reunión con el abogado del golpista.

“Democracia justa, libre y digna”.

¿Habrá democracias injustas sometidas e indignas? Pues ya no serían democracias, digo.

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