Opinión

La grandeza de la Comunidad UNAM

Centro de acopio UNAM (@UNAM_MX)

2025 ha sido el año más lluvioso de las últimas ocho décadas, provocando inundaciones en grandes regiones del país que han generado importantes daños a infraestructura y, sobre todo y tristemente, decenas de personas fallecidas y miles de desplazadas. Escenas de ríos desbordados inundando calles y cubriendo casas enteras o de comunidades borradas del mapa en su totalidad han servido como recordatorio de los efectos del cambio climático, las consecuencias de la mala planeación urbana y la falta de oportunidad en la aplicación de protocolos de protección civil. Las lluvias no podrían haberse evitado, pero la magnitud de la tragedia sí, siempre y cuando hace tiempo, mucho más allá de un gobierno, hubiésemos entendido que las cosas no se estaban haciendo bien.

Con todo lo anterior, en medio de la tragedia por las pérdidas humanas y económicas, hay noticias que renuevan el espíritu y dan cuenta de la grandeza que persiste en muchas personas e instituciones. Es el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México y su comunidad, en particular, pero de muchos otros sectores de la sociedad mexicana, en general. Tras conocer la dimensión de los daños y las afectaciones, la Universidad Nacional instaló, a partir del lunes 13 y hasta el 24 de octubre, el Centro de Acopio UNAM Solidaria para apoyar a los estados de Hidalgo, Puebla y Veracruz. Tan solo hasta el viernes 17 se habían recibido 100 toneladas de alimento, agua, productos de higiene personal, herramientas, alimentos para mascotas e insumos médicos. Tan pronto como fue posible, apenas el lunes 20, todo este apoyo fue entregado en Poza Rica a las autoridades de la Universidad Veracruzana para que, a través de esta institución hermana de la UNAM, el apoyo fuera canalizado a aquellas personas y comunidades que más lo requeren. El apoyo que se sigue recibiendo y que tan solo en los primeros dos días de esta semana ya supera las 40 toneladas, será entregado a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y a la Universidad Autónoma de Hidalgo.

La solidaridad volvió a aflorar como uno de los valores esenciales que caracterizan a la comunidad universitaria que, ante la tragedia de un desastre como el provocado por las lluvias, compartió mucho de lo que no le sobra para aligerar la pérdida de quienes se quedaron sin nada. Así fue esta ocasión, como el año pasado sucedió con el huracán John, en 2023 con Otis o en 2017 con los sismos que afectaron a la Ciudad de México, Oaxaca, Puebla y Morelos. Esto, junto con muchos otros atributos, es lo que caracteriza a la comunidad universitaria y esta, a su vez, hace a la Universidad Nacional Autónoma de México la más noble institución de nuestro país. La grandeza de nuestra Universidad radica, en una enorme proporción, en el espíritu generoso, solidario y desinteresado de su comunidad.

Por todo lo anterior sorprende que existan personajes que, como muy oportunamente señaló el Rector Leonardo Lomelí, insistan en generar acciones y condiciones que pretenden desestabilizar a la Universidad. En una reciente entrevista, Lomelí señaló que “hemos percibido que, así como sí hay estudiantes con demandas reales y que han entregado pliegos petitorios a sus direcciones, también hay gente de fuera. Y eso es lo que nos preocupa”. La preocupación es por vía doble. En primer término, porque si bien en la Universidad todas las voces – internas y externas – son escuchadas, ello no da vía libre para intentar provocar conflictos. En segundo lugar, porque dañar a la Universidad no solo implica detener las actividades académicas o lastimas su vida cotidiana, sino perjudicar a quienes, como ha quedado patente con el caso del Centro de Acopio, se benefician, entre muchos otros, de aspectos como el espíritu solidario de la comunidad universitaria.

La relevancia que la Universidad tiene para México es indudable, lo mismo en el desarrollo de investigaciones científicas o humanísticas, en la formación de técnicos y profesionistas útiles a la sociedad, o en la difusión de las distintas expresiones y manifestaciones del arte y la cultura. De igual manera, la esencia, vocación y convicción de una comunidad como la universitaria, caracterizada por su espíritu libre, generoso y solidario, benefician a quienes más lo necesitan. Por eso no se entiende que algunos quieran dañar a la más noble institución del país. Afortunadamente, quienes así actúan fracasarán, una vez más, en su embate. La grandeza de la Comunidad UNAM es mucho mayor que la mezquindad de aquellos.

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