Opinión

Nos urge más cultura científica

Mardia López Alarcón y editora en jefe de la revista Archives of Medical Research, del IMSS, enfocada a la difusión de investigación científica
Revista científica del IMSS Mardia López Alarcón y editora en jefe de la revista Archives of Medical Research, del IMSS, destaca que la publicación está considerada como la más importante de América Latina

Hace un par de semanas, en un Uber que tomé en Monterrey, el conductor, al saber que soy médico, me comentó que él creía que las compañías farmacéuticas tienen el tratamiento para curar varias enfermedades frecuentes e importantes, pero que no las quieren sacar al mercado porque no les conviene. El mismo día, platiqué con una señora que está convencida de que el suplemento alimenticio que toma para la diabetes es mucho mejor que cualquier medicamento aprobado por las sociedades médicas. Se lo recomendó su vecina y ha notado que sí le ha funcionado. Uno cree que las compañías no quieren sacar medicamentos útiles y el otro que las farmacéuticas venden los medicamentos que sirven poco y les dejan los mejores a los supermercados y tiendas naturistas.

En nuestra sociedad tenemos, por un lado, individuos que gustan de las teorías de conspiración, con base en las cuales descalifican lo que dicen, promueven o hacen organismos gubernamentales, empresas o asociaciones civiles, pero al mismo tiempo, son creyentes religiosos. No me queda claro cómo es que pueden sospechar la falsedad en la historia de que el hombre llegó a la Luna o que la infección por VIH es una enfermedad viral, pero no tienen el mismo grado de sospecha cuando les prometen la vida eterna. Por otro lado, tenemos los que se creen cualquier cosa, como que existen esos tratamientos útiles que ofrecen conocidos o charlatanes que, sin embargo, por alguna razón, los hospitales de los sistemas públicos como la SS, el IMSS, el ISSSTE, PEMEX, etc., y la diversidad de hospitales privados que hay en México no utilizan.

La desinformación que de por sí ha existido por mucho tiempo se ha empeorado gracias a las redes sociales y ahora más, porque, a diferencia de los líderes mundiales de antes que solían ser muy prudentes en sus comentarios, los de ahora, con cualquier provocación o hasta sin ella, descalifican a profesionistas e instituciones. La pandemia vino a meterle segunda a ese asunto. Los gobernantes, sin evidencia alguna, en sus conferencias de prensa, declaran el maíz transgénico como nocivo, las vacunas y el paracetamol como causantes de autismo y le confieren propiedades terapéuticas a una figura religiosa. Ante uno de los argumentos más contundentes que existen en la ciencia, que son los datos, su respuesta es que ellos tienen otros, que, por supuesto, nunca enseñan. Si de por sí la falta de cultura científica hace que la gente esté facilitada para creer lo que sea, los gobernantes ahora le ayudan.

El problema es que no falta quien se aproveche de eso para hacer negocio. La semana pasada supe de una clínica Zona Norte en el Estado de México que ofrece tratamiento con inductores de células madre para tratar la insuficiencia renal a tal grado que los pacientes dejen de requerir diálisis. En el anuncio dicen que los inductores de células madre son “moléculas químicas” (¿cuáles serán las moléculas no químicas?) que activan a las células madre, las cuales, supongo que, por alguna razón, deciden hacer un riñón nuevo en donde estaba el que dejó de servir.

La enfermedad renal crónica es una enfermedad progresiva que, cuando llega al final, no tiene forma de recuperarse. La función renal ya se perdió y para sobrevivir se requiere diálisis o trasplante. En efecto, hay esperanza de que con células madre algún día se pueda hacer un nuevo riñón, que suplante a los que se perdieron y se recupere la función. Existe investigación en ese sentido, pero es algo que todavía está muy lejos de ser una realidad en la clínica.

Aprovecharse de la ignorancia y desesperación de las personas enfermas para venderles un tratamiento que no sirve es de una bajeza humana imperdonable.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

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