Opinión

Los peligros de una exposición innecesaria

Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo La presidenta confirmó que hay mpresarios estadounidenses involucrados en las carpetas de investigación sobre huachicol fiscal. (Especial)

Quienes ya pasamos del medio siglo en la tarea fascinante de observar y narrar la vida desde el privilegiado balcón del periodismo; atender los hechos, fijarlos en la memoria de la sociedad impresos en los papeles de los diarios o propagados con la voz por la radio y también las imágenes de la televisión, hemos aprendido algo importante: la información es delicada, frágil y de arduo manejo.

Es como manejar un tráiler cargado de nitroglicerina, como en aquella vieja película, “El salario del miedo”.

Distinguir entre lo real y lo aparente; evaluar lo importante y lo intrascendente, categorizar los hechos, pescarlos al vuelo, sopesarlos, distinguir el oro del brillo; conocer al gato y a la liebre, la gimnasia y la magnesia, son prendas profesionales cuyo dominio requiere tiempo, disciplina, oficio.

Pero en el mundo político no toda la información se fundamenta en hechos. Siendo, como es el periodismo, una rama de la actividad pública y por tanto una profesión con peso político, las declaraciones, acciones y hasta los proyectos de los gobiernos son materia de atención.

Si el periodismo necesita la confianza del público en cuanto a la verosimilitud, exactitud y confirmación de los hechos –y los dichos-- presentados, los políticos necesitan también (cada quien en su escala), exactitud en sus declaraciones. Precisión absoluta. Especialmente si se trata de un jefe de Estado (o jefa, donde las hay), cuya palabra no puede descascararse a cada paso y de paso devaluarse, con el peligroso vaivén de la declaración y la rectificación; la falsa confirmación y luego la negación. Información absoluta, no relativa.

Los expertos en administración pública les recomiendan a sus clientes: “escojan sus batallas, no se desgasten en asuntos de peso menor a su jerarquía”.

Y eso se debe aplicar especialmente para la voz presidencial cuya devaluación al parecer ya incorregible se deriva de la costumbre del gobierno anterior de hablar por rutina (cansina), por obligación y estrategia de ocupar todos los espacios cada mañana hasta convertir la presencia de la presidencia en un ubicuo manantial informativo, muchas veces precipitado y sin preparación de cualquier tema; los grandes, los pequeños, los menores, los intrascendentes y muy de vez en cuando los realmente importantes.

Además de eso, informes itinerantes y hasta libros memoriosos. Lo mismo, lo mismo…

Un jefe de Estado debería hablar solamente de asuntos de Estado y nunca rebajar sus palabras con los temas de páginas interiores mezclados con las cuestiones nacionales.

El periodista debe ser veraz. O al menos verosímil. El estadista debe ser preciso.

Hace muchos años durante una gira presidencial, cuando esos recorridos aún se hacían en el decimonónico “Tren Olivo”, ahora exhibido parcialmente en el Museo Tecnológico de la CFE en Chapultepec, los periodistas le exigían al jefe de prensa (Humberto Romero), una declaración del presidente Adolfo Ruiz Cortines sobre algo notable en esos días.

--Hable usted con ellos Humberto, le dijo el sereno Don Adolfo, dígales esto y esto más.

Los reporteros rechazaron la vocería. Demandaban la voz presidencial. Dos veces más Humberto le pidió su presencia al presidente quien ya molesto le respondió en tono seco:

--Ya le dije que no. Si no les gusta la versión oficial, es asunto de ellos, yo no me voy a exponer.

--Pero, ¿por qué, señor presidente?

--Porque si las cosas salen mal a usted lo puedo correr, pero si yo quedo mal, no tengo a quién correr”.

La anécdota tiene varias lecciones y la principal es simple: la voz presidencial debe ser la última y definitiva. No el intermedio en un interminable juego inútil de declaraciones y rectificaciones. Y eso se evita nada más mediante la correcta administración de las apariciones presidenciales ahora tan descuidadas como innecesarias pero recurrentes.

En los días cercanos, la señora presidenta (con A) de nuestro país, ha quedado expuesta de muchas maneras.

Las conferencias matutinas, a pesar de los controles de acceso y derecho de preguntar y las exigencias previas de conocer al menos los temas de las preguntas de dudoso sorteo y peor encargo desde dentro, la hacen caer en errores o francos vacíos. Ya son frecuentes las lagunas. Lo vamos a revisar, lo vamos a ver, lo estamos viendo, le voy a pedir a (fulano o zutana) que nos informe; hay que investigar, eso no te lo voy a contestar, en eso no me voy a meter, etc., etc.

Son respuestas sin respuesta y nada abonan la imagen de una mujer cuya formación la debería exhibir como propietaria de todas las precisiones y dueña total de la última palabra, Al menos para alejar nimiedades de su discurso cotidiano, como explicar sin un Don Nadie (Simón Levi, por ejemplo) está o no está detenido, estuvo detenido; está libre o prófugo; si se le busca o si no se le pilla.

--¿Qué importancia tiene?

Este es un diálogo de caricatura:

--“¿sobre la detención de Simón Levy tiene información, si se confirma que fue detenido? (miércoles 29)

--“Parece (PARECE) que sí, en Portugal, creo (CREO). Y es de una ficha que había ahí (¿dónde?), una denuncia que puso un particular contra él hace tiempo en la Ciudad de México...”

Al poco tiempo el detenido habla por la radio y dice.

“Estoy en Washington.

El enredado e intrascendente asunto --cuyo tejido se hizo hilachos desde la amateur fiscalía general de Justicia de la Ciudad de México, en manos de Bertha Alcalde (hermana de la presidenta de Morena), gracias a la emisión de dos comunicados consecutivos e imprecisos--- regresó a la conferencia matutina de ayer. Una vez más la presidenta quedó expuesta.

“Durante su conferencia de prensa matutina, la primera mandataria mostró un documento emitido por autoridades de aquel país, en el que se notificó que Levy fue detenido al ingresar al territorio portugués, derivado de una ficha roja de Interpol solicitada por la fiscalía general de la República (FGR) con base en órdenes de aprehensión locales (El economista. 30 de octubre).

“Sheinbaum explicó que Levy, quien dijo posee nacionalidad europea además de la mexicana, fue liberado por las autoridades portuguesas, aunque no tiene permitido salir del país mientras se resuelve su situación jurídica.

“Tiene la liberación, pero ahí tiene que seguir todos los procesos”, precisó Sheinbaum Pardo”.

Como cualquiera sabe, la nacionalidad europea no evita una captura por parte de Interpol. Y si eso fuera así, el RETENIDO no queda DETENIDO. Las mismas palabras presidenciales así lo precisan: “Tiene la liberación, pero ahí (allá) tiene que seguir todos los procesos (¿?)”.

--¿Tiene necesidad la presidenta de meterse en estos asuntos de barandilla? Obviamente no, pero la inercia mañanera la arrolla y enrrolla.

---0--

Tendencias