Opinión

Las aventuras de Batman y Robin

- El gobierno de la Ciudad de México reconoce a su policía
Pablo Vázquez Camacho durante el desfile del Día de la Policía en la Ciudad de México Pablo Vázquez Camacho durante el desfile del Día de la Policía en la Ciudad de México (Cuartoscuro/Gobierno de la Ciudad de México)

Al voluminoso legajo de sus méritos curriculares, Don Pablo Vázquez, secretario de Seguridad de la CDMX, la fuerza policíaca más grande y mejor equipada del país (quizá por eso es absolutamente eficiente), ha agregado un timbre más de orgullo: ya se asume “Robin”, por tanto como admira al secretario federal Omar García (Batman) Harfusch.

Si uno lee esta lista de méritos, antecedentes y diplomas, se queda pátidifuso anonadado, estupefacto y apantallado para decirlo coloquialment:. ¡Qué bárbaro!.

“…subsecretario de Participación Ciudadana y Prevención del Delito, titular de laUnidad de Prevención de la Violencia y el Delito (SSCPD); Director General de Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad de la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la hoy Fiscalía General de la República (FGR) y la Dirección de Investigación y Estrategias para la Prevención Social de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana en la Secretaría de Gobernación (Segob)….

“… Licenciado en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), maestro en Política Criminal por la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres con estudios de especialización en delincuencia organizada en Sicilia y Macedonia; docente invitado en la maestría en Criminología y Política Criminal del Instituto Nacional de Ciencias Penales”, bueno, ¿quién le podría poner un pero a tan distinguido experto?

Y ahora, por si todo ese refulgente palmarés no fuera suficiente, humildemente acepta si le dicen Robin.

¿Pero quién es Robin?, se preguntará quien no haya nutrido su cultura con las aportaciones de Bob Kane y Bill Finger, quienes en los años 40 crearon al hombre murciélago, un enmascarado y rencoroso vengador justiciero quien en verdad es un millonario megalómano llamado Bruce Wayne, a quien Robin (blanco de la homofobia), acompaña en sus aventuras en favor de la ley y el orden.

Así pues Don Robin es una especie de carnal Marcelo en el mundo del cómic. Un acompañante de segunda para un superhéroe de primera. Pero la vida nos da sorpresas.

En una entrevista publicada ayer (Reforma) el maestro Pablo Vásquez expone muchas cosas, entre ellas la inaceptable pasividad estoica por cuya obediencia, 94 policías fueron lesionados, con distintos grados de gravedad por los vándalos del 2 de octubre, a quienes no hubo Batman alguno capaz de repeler ni siquiera con los gritos de ¡ZAS!, ¡KABOOOOM! ¡ZOC! ¡PAS! Y otras onomatopeyas propias de la historieta de DC comics. Pobrecitos vandalitos, no se vayan a molestar.

Pero además de sus explicaciones sobre una fuerza policiaca actualmente repuesta, “yo no diría que la Policía esté dolida (...)” más allá de la recuperación de los “policontundidos” (así se le dice en el rollo forense a una putiza de pavor), hay algo importante en sus declaraciones. Y es esto:

“…Tras el sobrenombre de Batman con el que algunos llaman a Harfuch, y ahora que a él lo comparan con Robin, el funcionario lo toma con humor”, dice el reportero....

--“Yo no sé si sea correcto o no el apodo, el mote, pero detrás de ese apodo lo que había era la intención de resaltar los éxitos que se tuvieron durante la gestión de la doctora Sheinbaum y de él (OGF) al frente de esta Secretaría. Y en ese sentido, pues bienvenido el tema. Me quedo, sin duda, con la parte de (del) dúo dinámico”.

--¿Dónde estás, Manuel Mondragón?

Así pues Don Pablo se queda con el mote robinesco, tanto como unas diputadas se quedan con el de “Batichicas”.

Y aquí una precisión, en las historietas de 1940 y años siguientes “Batichica” no es el nombre de “Catwoman” (después simplemente “The cat”, La gata), bellísima felina forrada de piel negra y antifaz de hondo misterio (se llama Selina Kyle y es una ladrona de bancos).

De tal suerte la diputada ya famosa por su halowinesco disfraz negro, bautizada “Batichica” por Ricardo Monreal, cuando se disputaba a empujones celosos la cercanía del Batman de la seguridad cuatroteista no es “chica”; es mujer gata, como se traduce Catwoman. O gata.

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