
Cuando se habla de derechos, es común que se prioricen los de la vida, la propiedad, la salud. Otras personas ponen en primer lugar los de la vivienda, o el acceso a la justicia. También se habla ya incluso de derechos de la tierra, así como de los seres sintientes.
No hay duda que todos los derechos son importantes. Pero hoy quiero poner el foco en los derechos políticos.
Estos derechos son los que nos permiten actuar como parte del Estado mexicano, pues al llevarlos a la práctica, de forma tanto individual como colectiva, materializamos la formación de la voluntad de la república.
Entre estos derechos encontramos el de votar, el de poder acceder a una candidatura, el de asociarnos para crear partidos políticos, el de acceder a la información en materia electoral, así como la libertad de expresión en materia política. También el derecho a la protesta.
Como podrás observar, esos derechos son fundamentales para poder hablar de un país democrático. Sin ellos, no hay democracia.
Ahora bien, ¿qué pasa con los demás derechos si no hay democracia? Dicho de otra forma, ¿qué sucede con los derechos a la vida, a la salud, a la libertad, a la justicia, etc., si desaparecen los derechos políticos?
La respuesta es sencilla: sin derechos políticos no habrá forma de sostener a todos los demás.
Nadie puede afirmar que la democracia es perfecta, en ningún país y en ningún momento de la historia de la humanidad; pero si algo nos han enseñado los siglos, en particular el XX, es que existe una indisoluble liga entre democracia y derechos.
Donde no hay democracia no hay derechos. Donde no hay derechos, no hay democracia.
De esta forma, la existencia de los derechos políticos y su defensa son un asunto de primer orden, pues al tutelarlos, ejercerlos, practicarlos, estamos en realidad protegiendo la existencia y realidad de cualquier otro derecho.
Claro, desde luego que admiten matices y graduaciones; por ejemplo, el derecho al voto se limita si la persona se encuentra en prisión con sentencia firme, o la limitación de los derechos políticos solamente a quienes cuentan con la nacionalidad mexicana.
Y desde luego el ejercicio de estos derechos exige un compromiso individual: sabernos parte de una república, de una comunidad de personas que quieren seguir unidas y que deben tomar decisiones políticas en pie de igualdad.
Así, cuando usted piense en no ejercer un derecho político, medite en todos los demás que ejerce todos los días y que por nada querría perder.