Opinión

Salvar al planeta no es rentable

Estudio.
Calor. El deshielo ártico está acelerando el calentamiento global. (UNIVERSIDAD DE NORTHERN ARIZONA)

Hoy comienza la Cumbre Mundial del Clima en la ciudad de Belém, Brasil. Sin el fuelle político que tuvo París hace 10 años, con una atención disminuida y saboteada por la India y los Estados Unidos de Trump. Como corolario fatal, se celebra, habiendo ocurrido, ya, dos de los puntos de inflexión climáticos que París quiso impedir: la muerte de grandes arrecifes de coral y el deshielo permanente en el oceáno Ártico. Las mediciones indican que en 2027 -antes de lo previsto- el Ártico tendrá su primer verano sin ningún trozo de hielo, lo que por supuesto abre inmensas posibilidades para los negocios, las rutas marítimas y la industria petrolera.

Si ustedes creían que el calentamiento global se expresaría primero y dramáticamente en el Amazonas o en África -continente siempre sufrido- deben saber que no, que la zona del mundo que se ha calentado más y más rápidamente es Noruega, no el Sahara ni Honolulu, es la fría y septentrional Noruega.

Resulta que sus islas norteñas de Svalbard son el epicentro del calentamiento a un ritmo seis veces superior al promedio mundial. Ningún otro punto geográfico del planeta se calienta con tal aceleración pues desde 1971, su temperatura media anual se ha elevado 4 grados, según un estudio reciente del científico James Bradley, de la Queen Mary University (es posible leer aquí https://bit.ly/4oPLZEx).

Calentamiento invernal le llaman, convertido, en un rasgo constante de uno de los sistemas climáticos más profundamente alterado. Y el hecho puede afectarlo todo en el planeta, vean si no.

Otro de los informes más importantes que será presentado en Belém ha sido elaborado por 13 científicos encabezados por el ecólogo William Ripple, de la Universidad de Oregon, se titula “Informe sobre el estado del clima en 2025: un planeta al borde del abismo” (https://bit.ly/4opUGoA) y parte de un hecho conocido: 2023, 2024 y el presente, son los años más cálidos en todo el globo desde que se tiene registro.

Dicen textualmente “Nos precipitamos hacia el caos climático. Los indicadores vitales del planeta están en alerta máxima. Las consecuencias de las alteraciones climáticas provocadas por el ser humano ya no son amenazas futuras, sino una realidad presente… El aumento de los niveles de gases de efecto invernadero sigue siendo el principal factor que impulsa esta escalada… y ponen de relieve la extrema insuficiencia de los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”.

22 de los 34 signos vitales planetarios se encuentran en niveles récord y el calentamiento se acelera, debido a la menor refrigeración por aerosoles, las fuertes retroalimentaciones de las nubes y el oscurecimiento del planeta.

Continúan “La actividad humana está provocando un sobregiro ecológico. La población, el ganado, el consumo de carne y el producto interno bruto se encuentran en niveles récord, con un aumento semanal aproximado de 1.3 millones de humanos y 0.5 millones de rumiantes”.

Los combustibles fósiles siguen ganando la carrera de la transición energética, pues su consumo alcanzó un nivel histórico “con el carbón, el petróleo y el gas en niveles máximos. El consumo de energía verde también marcó un récord, pero fue 31 veces menor que el consumo fósil”.

“La pérdida mundial de cubierta arbórea alcanzó un máximo histórico con un aumento del 370, por ciento en los incendios de bosques primarios tropicales con respecto a 2023” y por supuesto el calor de los océanos alcanzó una cima, afectando al 84 por ciento del área de arrecifes.

Los desastres provocados por la inestabilidad climática multiplicaron su mortalidad y costo. Las catástrofes relacionadas con el clima en este siglo generaron pérdidas por más de 18 billones de dólares y un largo listado de pasos en falso, que la humanidad y sus gobiernos siguen dando como si no pasara nada.

Pero eso no es lo peor, como apunta el divulgador de la ciencia Andres Actis, el negacionismo nunca fue tan influyente en los gobiernos del mundo, es más, ha pasado a formar parte de las guerras culturales de nuestro tiempo, parte de la agenda “emocional” de los populistas y autoritarios, desde Trump hasta Modi y Milei para festejo de los ultras e inhibición de los moderados de todo signo.

En Brasil, las cuentas que los Estados pueden rendir son magras: solo el 74 de los 195 países miembros de la ONU ha presentado sus planes de recorte de emisiones para 2035 y entre ellos, solo están tres de las cinco economías responsables del 60 por ciento de las emisiones en 2024: China, Rusia y la Unión Europea. Recuerden: ni la India ni los Estados Unidos.

Y lo que es peor, la destrucción se celebra. Como narró el propio Actis, este mismo verano “China llevó a cabo con éxito el primer viaje de un buque convencional de baterías y microcomponentes desde Asia hasta Europa por el Ártico” una suerte de “Ruta de la Seda Ártica” que ya es una alternativa real al Canal de Suez para transportar mercancías por mar entre Asia y Europa. “Acorta en 20 días el tiempo de transporte y evita regiones amenazadas por la piratería y la inestabilidad política: es más rápida, más eficiente y más económica”. Rusia se sumó a las fanfarrias (https://bit.ly/4p4K3HW).

Apenas el viernes pasado, pero desde Atenas, Chris Wright, secretario de Estado de Energía de EU, hizo un alegato vehemente e interpeló a Europa para comprar más y más combustibles fósiles de Norteamérica porque la transición a las renovables “no ha funcionado, ni funcionará”.

Nagacionista, Wright fue hasta hace un año consejero delegado de Liberty Energy, uno de los gigantes del fracking, esa técnica de extracción de gas que ha dado alas al sector petrolero.

Y en esas estamos: nunca habíamos tenido más evidencia ni más datos sustentados acerca de una catástrofe que arriesga y trastorna para siempre la vida humana y del resto de especies; y nunca había tomado tal fuerza la resistencia a cambiar y proteger la vida… porque se acabaría un gran negocio.

Parafraseando al desaparecido escritor Kurt Vonnegut, de los muchos colapsos autoprovocados que conoce la humanidad, en el siglo XXI habremos de pasar a la historia como la primera sociedad que no se salvó porque hacerlo… no era rentable.

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