Opinión

Brugada adelante: autonomía económica

Lanza Clara Brugada programa para impulsar la autonomía económica de las mujeres en la CDMX

Mientras los organismos internacionales y gobiernos de todo el mundo preparan su propuesta para el 25N, en el segundo año del segundo piso de la Cuarta Transformación capitalina, en un tiempo de compromiso con la agenda de género, pero aún con agresiones como la ocurrida contra la Presidenta Claudia Sheinbaum, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, adelanta pasos y plantea el primer programa de Autonomía Económica para las Mujeres.

Pionera en tema del Sistema Público de Cuidados, Brugada proyecta ahora programáticamente la renovada visión de vanguardia desde una plataforma donde se asume a la autonomía económica en la construcción de identidades feministas como la clave de un empoderamiento cotidiano.

La presentación del Programa, cuya Coordinadora es María Elena Esparza Guevara, fue abrazada no solamente por los liderazgos femeninos colmando el Museo de la Ciudad de México sino por las cámaras empresariales más activas y relevantes. Ahí estaban Ada Irma Cruz e Isabel Ortiz Rojas, presidentas de Canacope y AMMJE, respectivamente; también Elena Palacios, titular de la Agenda 2030 del CCE, y Patricia González, de la Cámara Británica de Comercio. Y también dos muy importantes, aunque las encabecen hombres: Canaco y Coparmex, con Vicente Gutiérrez Camposeco y Adal Ortiz sumándose a través de sus vicepresidentas.

Es una apuesta estructural para modificar las bases materiales de la desigualdad de género. “Garantizar la autonomía económica de las mujeres es la condición para asegurar el primer paso hacia su liberación”, sostuvo Brugada.

Desde hace más de un siglo, la feminista Alexandra Kollontai advirtió que “la independencia económica es la base de la emancipación de la mujer”. Ese mensaje, en un contexto transformativo, cuando la primera mujer embajadora del mundo, como lo fue ella también en México dos años después de la muerte de Lenin, su amigo y líder de la Revolución Bolchevique, adquiere sentido renovado en la Ciudad de México del siglo XXI, donde casi la mitad de los hogares —42 por ciento— son encabezados por mujeres y 1.8 millones viven en pobreza de ingresos. En esta realidad, la autonomía económica es una urgencia democrática.

Esparza Guevara fue arropada por el afectuoso empuje de las redes empresariales donde su intervención como activista ha adquirido territorio y símbolo, creando una plataforma integral con cuatro componentes diseñados para acompañar los procesos de independencia financiera femenina. Primero, la activación territorial para identificar a aquellas con menos oportunidades pero mayor necesidad —quienes trabajan en la informalidad, madres solteras o mayores de 50 años o las provenientes de comunidades indígenas—; segundo, el estímulo económico planteado en tres modalidades: capital semilla y microcréditos entregados vía Fondeso o empleo en empresas sororas; tercero, el acompañamiento feminista, un proceso de formación, y cuarto, el progreso económico, es decir, la consolidación de negocios y la integración a cadenas de valor.

Desde la Secretaría de las Mujeres, encabezada por Daphne Cuevas, la estrategia se articula con las secretarías de Economía, dirigida por Manola Zabalza; de Cultura, con Ana Francis López; de Salud, con Nadine Gasman, además de la Coordinación General de Asuntos Internacionales, a cargo de Rocío Lombera. El objetivo para las mujeres es pasar “de ser cuidadoras a ser jefas de sus propias empresas, líderes de sus emprendimientos, con la capacidad de organizarse y prosperar”, como dijo Brugada.

En la víspera del 25N, esas palabras resuenan como una encomienda que incluye a los hombres en la conversación y ruta hacia la igualdad. Sea en corresponsabilidad de labores de cuidado, para abrir plazas formales y dignas a las mujeres trabajadoras o para desterrar por siempre las violencias de género, muchas ancladas en la dependencia económica.

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