
Para terminar de exorcizar la marcha demoniaca de la llamada Generación Z del pasado 15 de noviembre, el gobierno del segundo piso de la 4T organiza la Marcha de los Santos para el 6 de diciembre. Demonios contra querubines. La idea es mostrar un contraste evidente a favor de los jóvenes, y no tan jóvenes, pero de izquierda y que lucen camisetas guindas. Que se graben muchos videos de gente echándole porras al gobierno para que los vean hasta en la Casa Blanca.
Para la Marcha de los Santos no se requerirán enormes vallas metálicas, ni gases lacrimógenos. Vamos, ni siquiera, contratarán los servicios de los reventadores del Bloque Negro que se podrán tomar el día libre y juntar fuerzas para arruinar la próxima marcha opositora. El propósito es que ningún granadero, de esos que no existen, salga herido. Todos regresarán al cuartel sin un rasguño.
La marcha demoniaca la convocaron, según las escrituras de la 4T, figuras siniestras de la derecha internacional y sus cómplices locales a través de una maraña digital con el interés avieso de mostrar descontento. ¡Descontento! Qué barbaridad, a quién se le ocurre cuando todo mundo sabe que los jóvenes de la generación Z son felices por sus becas del bienestar. Nada les preocupa. Violencia, pobreza, angustia, adicciones, futuro sombrío, crecimiento cero, son invenciones de la derecha. Los chamacos de izquierda marcharán despreocupados, chiflando, zapateando, ligando, pensando en conciertos, becas y partidos de futbol porque ya casi arranca el Mundial.
Organizar una marcha para el 6 de diciembre solo confirma que la marcha del 15 de noviembre les caló hondo. La siguieron hasta en la Casa Blanca. Quieren mostrar, los morenistas, que ellos son más, están mejor organizados y son pacíficos. No solo eso, quieren mostrar que son de izquierda. ¿Qué significa eso? En la era de la 4T un político de izquierda es un señor rico que vive de los pobres. Cada discurso que dicen a favor de los pobres pone a tintinear su caja registradora. Pasan sus vacaciones en Europa o Asia y les viene bien la clase premier. Un millón por aquí, un millón por allá, tantos millones que a veces se les olvida reportarlos. Una banda de millonarios que están, eso sí, en contra del neoliberalismo. En la Marcha de los Santos nadie hablará del huachicol fiscal, de La Barredora, de los asesinatos de Tlalpan, de los policías corruptos, de la recesión, del Bloque Negro, de ningún tema incómodo.
Hay algo de lo que no se habla, pero la marcha del 6 de diciembre arrojará a la presidenta a la órbita de quienes dominan el modos operandi de juntar contingentes grandes y, no hay que olvidarlo, que ya la confrontaron durante la pasada campaña y le vaciaron el Estadio Azul. Qué rápido lo olvidaron. La oposición formal en el país es apenas testimonial. La oposición real, la que puede movilizar un grupo violento para enfrentarlo con la policía, la que domina las catacumbas de la ciudad, está dentro de Morena y ya ganó el juego de las marchas.