Opinión

La erudición para principiantes

El nuevo libro de AMLO
El nuevo libro de AMLO El expresidente niega en Grandeza que las antiguas civilizaciones mesoamericanas hayan cometido sacrificios humanos. (Cuartoscuro)

Hace muchos años, en un desplante de promoción literaria para principiantes, como Rius hacía con la historia, Julio Samuel Morales, conocido compositor musical con el nombre de Severo Mirón; periodista y aventurero singular, resumía en un par de hojas coloridas plegadas a tamaño esquela, las grandes obras de la literatura universal.

Cualquiera podía considerarse consumado cervantista si las hojitas de Severo (como él las llamaba) llegaban a sus manos y con rápida lectura de cinco minutos, se enteraba del Quijote, sólo con una plática, pues tal fue el sentido de sus charlas radiofónicas para divulgar las hojas volantes.

Severo ni era un académico ni era un erudito. Como tampoco lo era Rius quien con la ayuda de simpáticos dibujos explicaba, según su muy particular punto de vista, la historia de cualquier cosa. Desde el pensamiento de Marx, la Revolución Cubana o la dieta de los veganos. Rius se hizo rico. Severo, no.

A ambos los conocí y ninguno me pareció realmente culto. Informados, sí; pero eso es distinto, muy distinto.

En el campo político muchos actores importantes quieren cubrir sus pasos con obras casi siempre generadas por escritores fantasmales o al menos con su apoyo. Los famosos “ghost writers”, profesionales de la redacción y la edición, quienes resuelven las dudas, aportan información y en ocasiones corrigen o reescriben la obra. A veces nada más encienden la grabadora, toman el dictado, y les dan forma a las elucubraciones del hombre del poder, a menudo contagiado del hastío jubilatorio.

No todos los políticos son Winston Churchill con una obra periodística[RC1] y literaria de años y un premio Nobel a cuestas, ni Charles de Gaulle con sus ensayos militares (El filo de la espada). Bueno, no son ni siquiera José Vasconcelos, Lázaro Cárdenas o Rómulo Gallegos.

Algunos quisieran ser Richard Nixon quien con su libro “Líderes” podría dejar con la boca abierta a cualquiera. Obviamente él no lo escribió. Lo narró, pero los textos son maravillosos. Ya de Henry Kissinger ni hablar.

Hace unos años, en un programa de televisión hablé con Genaro García Luna quien acababa de publicar un libro llamado “Seguridad con bienestar. Un nuevo modelo integral de seguridad”. Se lo dedicó, entre otros “a todos aquellos que perdieron la vida por la nación”.

Le pregunté:

--¿Ingeniero, cuando un hombre público[RC2] con sus antecedentes vive en el extranjero y publica un libro, especialmente sobre esta delicada materia, tal parece estarle enviando un mensaje a alguien.

--¿Para quién escribió usted este libro?, ¿qué busca; protección, atención... inmunidad?

--Repetir la respuesta no tiene sentido. Una simpleza esquiva. Varias semanas más tarde fue detenido en Estados Unidos donde permanece cautivo.

Los libros políticos de coyuntura, a diferencia de los ensayos académicos o las obras literarias valen –si valen algo--, por su oportunidad. Por eso, cuando esta pasa, el interés desaparece.

Un ejemplo es cuando los presidentes escriben un libro preparatorio de las siguientes elecciones, en favor de su partido y lo titulan con enorme creatividad e ingenio, “A la mitad del camino”. Una semana después de su edición, cuando sus mensajes cifrados y sus claves ya han sido conocidos y asimilados por sus seguidores y sus opositores, el libro no sirve ni para venderlo por kilo.

Lo mismo sucede con los panfletos encuadernados sobre el Fobaproa, la mafia del poder, o la aparición de Donald Trump, por citar sólo algunos temas del prolijo autor de moda en México, el historiador, axiólogo y redentor de la historia, Andrés López de cuyo papasal de imaginaria “Grandeza” no quedará huella bibliográfica si no es para mover a la risa.

Un grotesco texto enorme, mitad campaña política; mitad mitología, a partir de esta peregrina tesis de enorme audacia y muy triste resultado.

“La intención de este análisis –dice en el prólogo de “Grandeza-- es demostrar que los mejores principios éticos y la bondad que poseemos como pueblo y nación (doscientos mil asesinatos en su sexenio lo confirman) provienen de aquello que heredamos de las grandes civilizaciones del México prehispánico (aunque vivamos en el post hispánico).

“Para comprobar esta hipótesis me apoyé en el trabajo de antropólogos, sociólogos, historiadores, arqueólogos y otros científicos sociales; así como de expertos en biología, física y astronomía; también recurrí a especialistas tanto en la interpretación de códices y traducción de jeroglíficos como en el estudio de tradiciones y costumbres.

“A todo esto lo acompaña el modesto agregado de mi experiencia de años de trabajo en comunidades indígenas y la comprensión del pensamiento popular y de los sentimientos más íntimos que recogí a lo largo de mi peregrinar por comunidades y ciudades de todo el país. Pretendo reivindicar con este libro la vigencia del México profundo y sus civilizaciones originales, sometidas y negadas, como lo describió el maestro Guillermo Bonfil Batalla, pues considero una ingratitud no reconocer que, debido a esas raíces y enseñanzas, los mexicanos de hoy somos libres, fraternos, trabajadores, honestos y felices (y bibliomanos, le faltó).

“Por esas benditas culturas (¿tan benditas como las redes sociales?) nuestro país ha resistido todo tipo de calamidades y su pueblo, aunque eventualmente desfallece, siempre se levanta y vuelve a ponerse de pie para seguir caminando hacia el porvenir. Por eso es paradójico y absurdo que persistan actitudes discriminatorias, o la pretensión de que hay una supuesta superioridad de «razas» y clases sociales, cuando deberíamos estar infinitamente agradecidos y orgullosos por ser lo que somos: depositarios de un legado de valores morales y espirituales portentosos y ejemplares.

“El estigma del masoquismo y del complejo de inferioridad fue impuesto por la invasión española, se mantuvo en el México Independiente, lo retomó el afrancesamiento de la élite en el poder durante el Porfiriato y aún está latente en la esencia del pensamiento conservador de nuestros días: naco, chairo, chinto, indio, pata rajada, indita, inculto, tonto, ignorante, maloliente, raspa, liso, muerto de hambre, pobre diablo, flojo, don nadie y otros epítetos más tienen como única explicación lo profunda que ha sido la colonización mental y la manipulación masiva, implantada por la oligarquía dominante en cualquier época”.

Como se aprecia en esta asamblea palabrera de preñadas y paridas, el autor les da rienda suelta a sus recursos para ilusos; los extrapola, los mezcla y los funde en una aleación frágil, sin soldadura. Leerlo es en verdad una hazaña disciplinada.

Un simple ejemplo:

“...A finales del jurásico [sic.], hace sesenta y cinco millones de años, ( ¿me lo deja en 64?) cayó en el golfo de México; cerca de Yucatán, un enorme meteorito de cinco kilómetros de diámetro. El choque fue tal que repercutió al otro costado del planeta y provocó un resurgir de magma.

“Este golpe doble creó un incendio mundial, se abrasaron los bosques, se liberó gas carbónico y polvaredas cubrieron la tierra con un velo inmenso. El planeta se oscureció, se produjo un frío terrible y, probablemente, un posterior efecto invernadero que condujo a un recalentamiento.

“Sin pretender contradecir esta hipótesis que está bien estudiada, resulta interesante saber que esqueletos casi completos de mamuts y caballos se hayan encontrado en 2019-2022, en Santa Lucía, Estado de México, donde se construyó el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), pues se trata del mayor hallazgo de mamuts y otras especies extintas descubierto en el territorio mexicano”.

“(otra joya) ... pudieron conocer (los antiguos) los movimientos de los astros del universo y sus influencias para el conocimiento del tiempo, la fecundidad y hasta los estados de ánimo o las energías que estimulan nuestros sentidos...(por eso los lunáticos, ¿no?)”

Así no se puede hablar en serio. ¿O sí?

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