
El quinto presidente de Estados Unidos que gobernó entre 1817 y 1825, quien a pesar de su febril actividad profesional tanto en la política interna como exterior de su país, es fundamentalmente conocido por haber formulado la doctrina de política exterior de su país que lleva su apellido en diciembre de 1823.
Este posicionamiento definido por el mandatario norteamericano ante el Congreso de su país buscaba oponerse al colonialismo europeo en el continente americano, particularmente el español, estableciendo que los esfuerzos de las potencias europeas para influir y reconquistar el control de los países soberanos del llamado hemisferio occidental de la perspectiva estadounidense se considerarían una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, resumido en la frase “América para los americanos”.
Por ese entonces, el país norteamericano estaba lejos de ser la potencia mundial que ha dominado globalmente en el escenario internacional, pero que resultó ser un primer aviso visionario de lo que vendría después, particularmente a partir de 1846 cuando declara la guerra a México y toma por la fuerza de su victoria más de la mitad del territorio de la entonces joven nación independiente mexicana, y que no pararía hasta consolidar su posición hegemónica contemporánea y por lo que a la postre esta doctrina se transformó en un llano “América para los estadounidenses”, tendencia que quedó de manifiesto a lo largo del siglo XX en Latinoamérica y el Caribe.
Nunca diluida y siempre presente, en 2025, doscientos tres años después de su formulación, el gobierno norteamericano vuelve a situarla en el primer plano de sus consideraciones estratégicas de seguridad. Imposible no hablar de esta doctrina cuando el cuadragésimo séptimo presidente de ese país habla de su propio corolario a la doctrina Monroe.
Como ha sido ampliamente difundido, el gobierno estadounidense ha presentado en días recientes su estrategia de seguridad nacional en un documento de escasas 29 páginas pero con amplias pretensiones que busca que ese país “se mantenga como el país más fuerte, rico, más poderoso y más exitoso del mundo en las décadas por venir.”
Muy al estilo de la nueva administración se asegura en las breves páginas de su justificación que ninguna administración pasada en ese país, había logrado tanto en tan poco tiempo (nueve meses de gobierno), destacando la restauración de la soberanía en sus fronteras, expulsando la ideología radical de género y a los “lunáticos woke” de las fuerzas armadas e invirtiendo en ellas 1 trillón de dólares. Pero también reconstruyendo sus alianzas como es el caso de la OTAN, logrando un “compromiso histórico” para que aumenten su gasto en defensa del 2 al 5 por ciento de su producto interno bruto.
Asimismo, se habla del despliegue de exitosas operaciones militares como la llamada “Midnight Hammer” para eliminar la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán, declarar a los carteles del narcotráfico y a “las salvajes bandas extranjeras” operando en la región como organizaciones terroristas. No podía faltar en primer plano, la explicación sobre los ocho conflictos internacionales pretendidamente resueltos en ocho meses, incluyendo el de Gaza. Increíble pero cierto porque sin duda alguna puede leerse en el inicio del documento.
En su página 15, en el capítulo correspondiente al hemisferio occidental, puede leerse con claridad lo que será la estrategia de cara a la región latinoamericana y caribeña, en la propuesta de corolario Trump a la doctrina Monroe, a fin de restaurar la preeminencia estadounidense, proteger su territorio y su acceso a “geografías clave” de la región.
Sobre la base de este corolario pretendidamente doctrinario se negará a adversarios foráneos militares y económicos establecerse en la zona, además de lo ya explicado en la justificación sobre control fronterizo, narcotráfico, bandas criminales y terrorismo. Los objetivos se reducen en la fórmula de “Enlist and Expand” (enlista y expande), a fin de ubicar claramente a los amigos en el hemisferio para controlar la migración, detener los flujos de droga y “fortalecer la estabilidad y la seguridad en mar y tierra”, al tiempo de ampliar dicha lista con nuevos aliados reforzando el llamado estadounidense a ser considerado como socio económico y de seguridad predilecto del hemisferio.
Al igual que para el resto de las regiones consideradas en la estrategia de seguridad nacional se subraya que se promoverá activamente un modelo de disuasión de paz mediante la fuerza.
El simplismo agobia pero viniendo de quienes proviene este cambio en la política exterior y de defensa presenta enormes riesgos y retos. Volveremos al tema.