
Los pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) terminal, al carecer de un órgano vital, están en peligro de muerte, lo que no ocurre de inmediato porque existe la terapia de sustitución renal, que puede ser hemodiálisis o diálisis peritoneal. Gracias a esta terapia, el riñón es el único órgano vital del cual podemos prescindir y a la vez vivir mucho tiempo, lo que no ocurre si se pierde el corazón, el cerebro, el hígado o los pulmones. Sin embargo, aunque los pacientes con ERC pueden vivir con esta terapia, con el tiempo, la mortalidad en este grupo de enfermos sigue siendo alta, por arriba de la que se ve en la insuficiencia cardíaca o en muchos tipos de cánceres.
La principal causa de muerte en pacientes en diálisis es la enfermedad cardiovascular y muchas terapias que en otras poblaciones han servido para reducir la mortalidad cardiovascular, como las estatinas que disminuyen el colesterol, no han tenido el mismo efecto cuando se trata de pacientes en hemodiálisis. Si queremos mejorar la sobrevida en hemodiálisis, es imperativo incidir en la mortalidad cardiovascular.
Un estudio recientemente publicado en el New England Journal of Medicine nos ofrece una posibilidad simple (DOI: 10.1056/NEJMoa2513032). Un suplemento dietético. Un grupo de investigadores de Canadá logró completar un ensayo clínico controlado en 26 diferentes lugares de Canadá y Australia en el que incluyeron a 1,228 participantes en hemodiálisis que fueron aleatorizados a un grupo de 610 pacientes a recibir cuatro gramos al día de aceite de pescado (ácidos grasos polinsaturados, Omega-3) y otro, de 618, a recibir como placebo cuatro gramos de aceite de maíz. En cada grupo, la edad promedio fue de 64 años, 62 % eran hombres, 40 % de raza blanca, 55 % con diabetes y 64 % sin historia de enfermedad cardiovascular al ingreso al estudio. El seguimiento fue de 3.5 años.
Los resultados fueron sorprendentes. El grupo de omega-3 tuvo una reducción en la aparición de eventos cardiovasculares serios, con 0.31 vs. 0.61 por 1,000 pacientes-día, lo que se tradujo en 43 % menos de riesgo. El grupo que recibió omega-3 mostró reducción significativa en el riesgo de muerte por causas no cardiacas (0.77), en el de muerte por razones cardiacas (0.55), en el de infartos de miocardio (0.56), enfermedad vascular periférica (0.57) y en el de infarto cerebral (0.37).
La adherencia al tratamiento fue similar en ambos grupos, así como el porcentaje de efectos adversos como infecciones, problemas con el acceso vascular para la hemodiálisis, o de cualquier otro tipo. Los resultados son tan impresionantes que sugieren un efecto positivo real del omega-3 en la salud cardiovascular de pacientes en hemodiálisis. Para incorporar este tratamiento en la terapia estándar idealmente deberíamos de esperar al menos a que existan un par de estudios confirmatorios, pero, son estudios complejos de hacer y difícilmente ocurrirá uno similar en nuestro medio, por lo que cada especialista tendrá que considerar la posibilidad de utilizar el tratamiento, toda vez que además se trata de un suplemento alimenticio y no de un fármaco.
En el plan de trabajo que propuse para la dirección general del Instituto hace algunos años, uno de los capítulos era la creación de siete departamentos de investigación que considero necesarios. Uno de estos era el Departamento de Nutrición del Enfermo Crónico. Lo que escribí en su momento fue: “la nutrición y los cambios en el estilo de vida deben ser un pilar de la terapia en diversas enfermedades crónicas. Requerimos de un departamento de investigación en este aspecto que además genere cohortes para investigación y atención clínica”.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM