Opinión

La función de las becas en los gobiernos de la 4T

Beca Gertrudis Bocanegra registro
becas (@SEP_mx)

En los siete años del régimen de la “cuarta transformación” el presupuesto de educación creció, pero la cobertura disminuyó, la inequidad se amplió y existen indicios de que los aprendizajes han declinado. ¿Cómo explicar esta paradoja?

La respuesta nos la ofrece Carlos Mancera en su excelente ensayo “Gasto federal en educación en 2018-2024 y su trayectoria posterior” que aparecerá publicado en enero próximo en la revista Cuadernos de educación.

El problema fundamental, dice Mancera, es que los recursos financieros se reorientaron hacia una expansión desorbitada de las becas y simultáneamente se abandonaron o eliminaron programas y servicios que son esenciales para el buen desempeño de la educación. La tesis es esta: en la 4T las becas obstruyen la educación y funcionan más bien cómo programas de bienestar social.

De este modo, el proyecto de presupuesto 2025-2026 compromete el futuro de la educación en México. Convencionalmente, las becas las pensamos como un instrumento útil para impulsar el desarrollo educativo. Un caso ilustrativo fue el programa de becas Prospera que fue suprimido por el primer gobierno de la 4T; en este programa se aseguraba, primero, que los beneficiarios pertenecieran a las familias más pobres y, segundo, que la beca estuviera doblemente condicionada a: 1) la permanencia en la escuela y 2) que el alumno avance al grado siguiente.

Esto no sucede con el actual programa de becas del gobierno federal; las becas se entregan a las familias sin que medie en ello ningún compromiso educativo, de modo que se convierte en un auxilio social, sin más.

Mancera señala, que el Ramo 11 (el principal en educación) tuvo un crecimiento real de 6.50 por ciento entre 2018 y 2024. Sin embargo, una parte muy importante de ese aumento correspondió al gasto en becas y otra no menor es el programa U080 que otorga apoyos a los gobiernos de los estados para equilibrar sus finanzas.

En resumen: el gasto nacional en educación, en 2018, fue de 1,413, 212 millones de pesos y para 2024 creció 1, 852, 568 millones de pesos. En absolutos fue un aumento significativo, pero en términos reales el monto nacional para educación disminuyó. Su participación en la economía pasó del 6.0% del PIB (2018) a 5.45% (2024). Además, en 2024 el gasto promedio por alumno en instituciones educativas de la OCDE fue de 15, 023 dólares frente a 4,066 en México.

“No todas las becas –dice Mancera-- deben considerarse gasto educativo en sentido estricto. Sí lo son aquellas que premian el desempeño o que se otorgan con criterios de focalización a poblaciones vulnerables. Estos apoyos cumplen una función doble: compensar desventajas socioeconómicas y estimular el esfuerzo académico. Un ejemplo fue el Programa Prospera destinado sólo a las familias más pobres, que exigía la inscripción y asistencia regular a la escuela, así como la acreditación de los grados escolares.

En cambio, las becas otorgadas universalmente, sin atender la situación de los hogares ni la misma asistencia a la escuela, funcionan más como una transferencia de ingresos que como un incentivo educativo.

En el sexenio 2018–2024, el gasto en becas creció de manera acelerada, especialmente debido a la universalización de las becas para la educación media superior. Como lo señala el Programa Sectorial de Educación 2025–2030 (PSE), se reconoce explícitamente esta política como uno de los ejes de acción, al señalar:

“El otorgamiento de becas constituye una estrategia fundamental para apoyar a niñas, niños, adolescentes y jóvenes que, debido a condiciones económicas desfavorables, enfrentan dificultades para continuar con su trayectoria educativa. Más allá de representar un apoyo económico, las becas funcionan como un mecanismo eficaz para reducir las brechas de desigualdad entre los estudiantes, garantizando el acceso, permanencia y conclusión de los estudios en condiciones equitativas.”

El problema no es la existencia de becas, sino su diseño y focalización. Mientras los programas anteriores vinculaban el apoyo a la asistencia y al desempeño escolar, las becas universales actuales operan más como una transferencia sin condiciones. Es paradójico que el PSE haga referencia a un propósito de equidad para reducir la desigualdad al tiempo que las becas se entregan a todos, sin consideración especial a los más necesitados”.

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