Opinión

Acerca de mí

Un Canto de Esperanza

Tuve, y creo que así lo planeó Dios, una infancia y adolescencia de lo más decepcionante para una criatura. Pobreza, autoritarismo, falta de atención y, por supuesto, de amor. Hambre y frío, ninguna motivación para la superación, reproches y castigos constantes por rebeldía.

En contraposición, mi edad madura ha sido exactamente todo lo contrario. Y pienso, que quizá para obtener mis logros tuve que pasar primero por lo otro y de esta forma convertirme en un mejor ser humano. Agradezco a Dios y prefiero el tener que haber subido hacia las grandes pruebas, que tener que bajar de las grandes pruebas hacia abajo.

Foto: Especial

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Yo surgí de la pobreza. Por ello de entre los pobres, a los que más admiro y deseo apoyar son a los que luchan sin cesar por salir adelante y dejar atrás la miseria. No me gustan los conformistas, quienes no tienen aspiraciones y se la pasan no solo quejándose sino hasta maldiciendo todo lo que les rodea.

Personalmente no me importa el nivel social o económico de nadie. Lo que sí me importa es la intención o tendencia al bien con la que se transita en la vida.

Reconozco que me importa la actitud positiva y propositiva de las personas, aquellas que brindan alternativas para la solución de los problemas. Amo luchar por ideales, vivir por un propósito, especialmente si este es espiritual, pues reconozco que acepto nuestro origen divino.

Me gusta escribir, verter mis pensamientos en papel clarifica mis ideas, pero debo hacerlo en silencio en derredor mío, pues el ruido espanta mis ideas, me desconcentra. Respeto a quienes pueden concentrarse haciendo caso omiso de él.

Me gusta el silencio porque lo uso para pensar y hablar conmigo misma. El ruido externo me abruma. Por supuesto no tolero las estridencias de la música en las reuniones, prefiero intercambiar conceptos con los comensales y conocer más de fondo a las personas, no superficialmente.

Me gustan mis costumbres. Me gustan los hábitos que he creado en la búsqueda de mi felicidad, no deseo cambiarlos, sobre todo los que se refieren al orden, la limpieza, mi ejercicio y la escritura.

Me importa mucho el nivel de decibeles en el que se expresan las personas, pues si es muy alto me exaspera y si muy bajo desespero. Me enamoré de mi marido por el tono su voz.

Hablo fuerte y claro para ser entendida a la primera ocasión. Pero reconozco los cambios de voz que surgen en mí de acuerdo a las emociones que cargo en diferentes momentos.

Me gusta vivir con conciencia todas las actividades que realizo, pero llevarlas a cabo una por una. No me gusta cargarme de varias responsabilidades al mismo tiempo.

Deseo ser coherente conmigo misma, aceptar como soy y lo que siento, pero respetar los sentimientos y creencias de los demás. Aspiro a tener mejor comunicación con quienes me rodean, aportando así mi granito de arena para lograr que nuestra sociedad sea más pacífica y menos agresiva.