Opinión

Aprender de Yom Kipur

Al inicio de la invasión a Ucrania, el economista James K. Galbraith se lamentaba de las metaconsecuencias que traería el abuso imperial de Rusia. No sólo la destrucción y la muerte. No sólo la dislocación de la economía global detonada por el alza del petróleo sino, más allá “puede acabar posponiendo el alumbramiento del paradigma económico que encabeza Biden, y que también está siendo cincelado por la coalición socialdemócrata alemana y en los países nórdicos”.

Aprender de Yom Kipur

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Galbraith se refiere al reordenamiento de prioridades, la gran inyección de gasto estatal y la renovada intervención pública que ha exigido la salida de la crisis Covid en el mundo desarrollado y que pasa, entre otras cosas, por mayores salarios y la intensa mejora de los servicios públicos.

La invasión a Ucrania detendrá ese intento y probablemente, traerá un incremento durante meses del precio de los energéticos, lo que acabará estableciendo -ahora sí- una espiral inflacionaria en un momento en el que el fenómeno ya resulta un problema macro mundial.

La crisis que se avizora desde Ucrania se parecería así, al gran shock petrolero de los años 70 provocado por los países árabes que inducieron una espeluznante alza del petróleo como castigo al apoyo occidental a Israel y que desbarató las posibilidades de gestión keynesiana de las economías en esos años.

Pues esta situación se parece a aquella, porque dispara la inflación dentro de muchas economías estancadas como la mexicana, produciendo así el peor de los mundos económicos posibles: la estanflación. ¿Estamos preparados para eso?

Creo que va siendo hora de contemplar un escenario como ese. A la invasión imperialista rusa, y al ir y venir de precios y sanciones en el mundo, se socavará la relativa estabilidad post covid en la que todavía creíamos movernos.

Ya se ha dicho: el incremento de los precios del petróleo, hará insostenible el enorme subsidio que el gobierno mexicano ha decidido inyectar al precio de la gasolina que se vende en el país… barato, por decisión. Dejar de cobrar al IEPS para contener el alza de la gasolina no es buen negocio. Según los populistas, el “gasolinazo”, se convertirá en una opción crítca y… obligada.

Pero ese es apenas el primer problema. Tras él, sobrevienen otros: el alza de los tipos de interés y el precio del dólar. De modo tal y con gran ironía, el gobierno de López Obrador se enfrenta al escenario que nunca quiso: una inestabilidad que creyó exorcizar merced a su política de “austeridad”: subir el precio de las gasolinas, el del dólar, el de las tasas y -ni modo- el de los costos del limón, jitomate y la tortilla, la inflación persistente.

¿Estamos preparados para el latigazo de la estanflación?

Aprendamos, de Yom Kipur.