Opinión

Buenos deseos para un año electoral.

2024 está a la vuelta de la esquina y todos los precandidatos preparan sus campañas para los más de 20 mil cargos de elección popular en la Federación, estados, Ciudad de México, municipios y alcaldías. Todos quieren convencer a la ciudadanía de que son la mejor opción para representarla en los gobiernos y las legislaturas. Todos muestran lo que consideran sus virtudes y ocultan sus defectos. Algunos exageran sus logros, otros acusan al contrincante y los menos piden disculpas por los errores del pasado.

Archivo/Cuartoscuro

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El electorado está atento y valora a los competidores con cierta desconfianza por las historias recientes. Hay que reconocer que hay muchas caras nuevas, jóvenes y mujeres. Esto es resultado de una mayor participación de la sociedad que busca aires nuevos y un auténtico cambio: menos corrupción, más seguridad y menos demagogia. Tres deseos muy, pero muy lejanos, que son una constante en las encuestas de opinión.

¿Quién ganará las elecciones? Hay tendencias, pero todavía no hay nada definitivo en cuanto a la presidencia y las gobernaturas en disputa. Hay quien ya tiene sus favoritos y lo expresa con libertad. Eso es una parte esencial de la contienda electoral, que es producto de décadas de búsqueda de la democracia, sin embargo, los tiempos han cambiado y hay personas que quisieran el regreso a un pasado autoritario, en el que el gobierno intervenía con ventaja e inclinaba la balanza a favor de sus candidatos. La falta de equidad electoral fue el gran mal de las últimas décadas del siglo XX y la causa de la declaratoria de nulidad de los comicios en Tabasco y Colima.

¿El presidente debe intervenir en la campaña? No. ¿Es legítimo que sea el fiel de la balanza? No. ¿Es correcto el desvío de presupuesto y poder para el apoyo de candidatos? No. Entonces, ¿Por qué la tolerancia a las campañas anticipadas? ¿Por qué la impunidad al acarreo de los gobiernos subnacionales? ¿Por qué el descaro de los gobernantes que no atienden las amonestaciones de las autoridades electorales?

En este escenario los buenos deseos para el 2024 son claros: que haya respeto a la ley y elecciones equitativas, ya que ningún proyecto político representa por sí y absolutamente la voluntad popular y debe ser sometido a un escrutinio auténtico en las urnas. Los gobiernos y sus oposiciones deben confrontarse permanentemente en condiciones de igualdad, esa es la esencia de la democracia representativa, que es la que ha prevalecido en los países con mayor bienestar.

Los buenos deseos deben ser algo más que eso. No basta con que se pregonen y debemos hacer lo necesario para que se conviertan en realidad. La vía es ser parte activa en el debate público, con cuestionamientos a los aspirantes a ocupar un cargo popular y la búsqueda de soluciones colectivamente que se conviertan en propuestas de campaña y, eventualmente, programas de gobierno. Unas elecciones centradas en los personajes públicos debilita la democracia y fomenta el neocaudillismo.

2024 es un año crucial y los temas relevantes están en el ágora: el nearshoring, la innovación tecnológica, el cambio climático, el desarrollo sostenible e incluyente, el bono demográfico y el envejecimiento de la población, el bienestar y la igualdad sociales, la incorporación a la economía formal a más de las dos terceras partes de la población económicamente activa, la migración y un largo etcétera que deberá incluirse en las agendas de los candidatos más allá de los problemas crónicos como son las muertes, los desaparecidos y la corrupción. Lo peor que nos puede pasar como sociedad es reducir la confrontación electoral a dimes y diretes entre la clase política y que el debate se reduzca a juzgar para llevar al patíbulo a un poder del estado o a un grupo social.

El buen deseo para un año electoral es que éste sea auténtico y no haya una elección de Estado en la que la oposición sea testimonial o simulada para mantener sus cuotas de poder en los órganos legislativos. Hay que señalar que formular buenos deseos no es sinónimo de inocencia u optimismo infundado, sino que estos deben ser la guía de propósitos que deben buscar cumplirse. Albricias para quienes entiendan que en la democracia, si bien hay ganadores y perdedores, nunca debiera haber excluidos, ni ignorados y que el resentimiento es mal consejero y conduce a la desgracia colectiva. Deseo que los mexicanos ejercitemos nuestra democracia y vayamos a las urnas este año para expresar en el voto universal y secreto nuestras convicciones, no solo nuestros intereses. Vale.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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