Opinión

Carlos Gual Castro

Abajo del cerebro tenemos una glándula llamada hipófisis que produce hormonas que controlan la secreción de otras hormonas en diversas glándulas del cuerpo. La TSH estimula la producción de hormonas tiroideas. La FSH estimula la producción de hormonas sexuales por el testículo y el ovario. La LH estimula la ovulación. La ACTH en las glándulas suprarrenales estimula la producción de cortisol y la GH en el hígado estimula la producción de IGF-1, que es fundamental para el crecimiento.

La secreción de las hormonas hipofisarias está a su vez bajo control de otras hormonas que se producen en el cerebro, en una región conocida como hipotálamo, que está por arriba de la hipófisis, con la cual se conecta a través de un sistema vascular. Las hormonas producidas en el hipotálamo viajan a través de este sistema vascular a la hipófisis, en donde estimulan la producción de las hormonas hipofisarias mencionadas en el párrafo anterior. Es así como el cerebro modula diversas funciones hormonales y es gracias a esto que lo que sentimos, vivimos, pensamos, nuestras angustias, miedos, estado de ánimo y hasta la luz del día o de la noche modulan la fisiología.

En la década de los 60’s esto fue ampliamente cuestionado, ya que entonces la dificultad para aislar estas hormonas hipotalámicas, con la tecnología de la época, hizo a muchas gentes dudar al respecto, al grado tal de que, se consideró a las hormonas hipotalámicas como al monstruo del lago Ness y, el National Institute of Health de los Estados Unidos consideró seriamente dejar de financiar esa línea de investigación. Pero, Andrew Schally de Nueva Orleans y Roger Guillemin de California persistieron en el asunto y lograron aislar algunas hormonas del hipotálamo, en particular la TRH y la LH-RH, para lo que se requirió de más de 160 mil hipotálamos de cerdo. Por este trabajo y lo que le siguió (ver adelante) Schally y Guillemin compartieron en 1977 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, nada menos que con Rosalyn Yalow de Nueva York que, lo recibió por haber inventado el radioinmunoanálisis.

Carlos Gual Castro

Carlos Gual Castro

Especial

Lo que poca gente sabe es que los trabajos clínicos que permitieron demostrar que la TRH y la LH-RH eran en efecto las hormonas hipotalámicas que estimulaban la producción de hormonas específicas de la hipófisis, fueron posibles gracias a la colaboración entre Adrew Schally y Carlos Gual en el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán.

Andrew Schally y Carlos Gual se conocieron en 1965 en el congreso Panamericano de endocrinología que ocurrió en la ciudad de México y del cual el Dr. Gual fue el secretario general. En ese entonces él era el jefe del departamento de endocrinología del Instituto, así como de la clínica de estudios en biología reproductiva que antecedió al hoy Departamento que lleva su nombre. Carlos Gual se graduó de médico en 1951 y después de realizar las residencias de medicina interna y endocrinología en el entonces Hospital de Enfermedades de la Nutrición, estuvo dos años especializándose en la bioquímica de hormonas esteroideas en la Fundación Worcester de Biología Experimental en Massachusetts. En el mencionado congreso, tanto Schally como Gual tenían trabajos sobre progestinas anticonceptivas y así fue como se conocieron, empezaron a intercambiar intereses académicos e iniciaron una relación académica que pronto se convertiría en una verdadera amistad.

Para 1968, tiempo en que finalmente Schally ya había logrado aislar cierta cantidad de la TRH de hipotálamos de cerdo, ocurrió el tercer congreso internacional de endocrinología en la ciudad de México, del cual el organizador fue Carlos Gual. Ahí, tuvieron oportunidad de planear los estudios clínicos que se realizaron en el INNSZ en los siguientes años. El primer artículo que demostró que la TRH en efecto estimulaba la producción y secreción de TSH, que a su vez estimulaba la producción de hormonas tiroideas, fue publicado en 1968 en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism (doi: 10.1210/jcem-28-7-978). A este trabajo le siguieron más de una decena de estudios clínicos tanto con la TRH, como con la LH-RH. Si bien el merecedor del Premio Nobel de Medicina y Fisiología fue Schally por el descubrimiento y aislamiento de las hormonas del hipotálamo, sin los estudios realizados por el Dr. Gual, el premio no hubiera sido posible, ya que la demostración biológica era un asunto fundamental. La revista The Endocrinologist en su número de septiembre de 2001, dedicó la portada (figura) y un artículo escrito por Schally y Gual para narrar esta historia.

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El Dr. Carlos Gual Castro falleció el pasado 2 de enero a una edad avanzada. Era de 1927, del mismo año que mi padre. Conocí poco al Dr. Gual porque cuando llegué al Instituto, él ya se había ido. Tuve la fortuna de platicar con él en varias ocasiones, lo que se le daba muy bien, particularmente después de que fui nombrado director de investigación del Instituto, en que entonces me reconocía mejor, ya que él mismo fue también director de investigación.

Carlos Gual fue el primer director general del Instituto después del maestro Zubirán. Su salida abrupta de la dirección, dos años y medio después, es uno de los eventos más traumáticos de la Institución y las razones se han mantenido en una secrecía que solo es vista en lugares como el Vaticano. Pero es una pena que, por la razón que haya sido, con la salida del Dr. Gual de la Institución, a generaciones venideras nos fue impedido convivir con un investigador de su tamaño. De los pocos mexicanos que han aportado producción científica hecha en México, de nivel Premio Nobel. Yo quisiera que en el Instituto y en el país se recuerde al Dr. Carlos Gual como el gran científico que fue. Descanse en paz, Dr. Gual, su lugar en la historia de la medicina lo tiene ganado.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM