Opinión

El chagas persiste: una enfermedad de la pobreza

La enfermedad del chagas es, según la define la Organización Panamericana de la Salud, como: “una afección parasitaria, sistémica, crónica, transmitida por vectores y causada por el protozoario Trypanosoma cruzi, con una firme vinculación con aspectos socio-económico-culturales deficitarios, considerándosela una enfermedad desatendida. Es una patología endémica en 21 países de las Américas, aunque las migraciones de personas infectadas pueden llevarla a países no endémicos de América y el Mundo”

De acuerdo con los datos disponibles hasta el año 2019, había hasta seis millones de personas infectadas en América Latina, causando hasta 12 mil muertes anuales en nuestra región. En el mundo se estimaba en ese año que había hasta 100 millones de personas en todo el mundo, en riesgo de contraer la enfermedad.

La principal consecuencia de esta enfermedad, que tarda hasta 20 años después de haberse contraído, es una falla grave del corazón, llegando a causar no sólo enfermedades de diverso tipo, sino hasta la muerte por infarto. Se trata de una muerte lenta, que va minando poco a poco a este órgano del cuerpo.

De acuerdo con expertas y expertos de la UNAM, la enfermedad de chagas está presente en los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán, Morelos, Guerrero y Estado de México. Y particularmente en estos estados, se trata de un padecimiento presente en las zonas más pobres y en mayores condiciones de marginación.

En evidencia, se trata de una enfermedad asociada a las posibilidades materiales de reproducción de las chinches que transportan al parásito; es decir, viviendas predominantemente con piso de tierra, o que están localizadas en calles o caminos no pavimentados.

Desde esta óptica es importante subrayar que, en México, de acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda, 2020, diseñado y levantado por el INEGI, había en el país en ese año, 1.23 millones de viviendas con piso de tierra, en las cuales vivían 4.76 millones de personas.

Se trata de una suma inmensa de personas que carecen de lo más elemental en sus casas, pues se trata de viviendas que adicionalmente, carecen de otros servicios y materiales de construcción. Son viviendas donde predominantemente se cocina con leña; y donde se tienen muy pocos espacios de calidad para llevar y desarrollar una vida digna.

La cuestión no es menor; se trata de contextos que facilitan la reproducción de los vectores que transmiten el agente infeccioso; ante ello, es importante destacar igualmente lo que han señalado expertas y expertos de la UNAM: “En el país se han identificado 39 especies vectores, y por lo menos 21 de ellas se han encontrado infectadas con el parásito Trypanosoma cruzi. “Las condiciones de la vivienda en muchas áreas del país favorecen la presencia del transmisor y el riesgo de adquirir la enfermedad”.

De acuerdo con los Anuarios de Morbilidad de la Secretaría de Salud, en el año 2020 se identificaron 420 casos nuevos por esta enfermedad, de los cuales, los mayores números se encuentran en Veracruz, Oaxaca, Yucatán, Jalisco, Nuevo León, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Quintana Roo y San Luis Potosí.

Como se observa, hay entre esas entidades varias que no necesariamente se encuentran entre las de mayores proporciones de personas en pobreza; pero que sí mantienen enclaves de enorme marginación que, sobre todas las cosas, permiten observar la profundidad de las desigualdades interregionales que se mantienen en todo nuestro territorio nacional.

El tema es importante de ser destacado porque, si bien es cierto que el número absoluto de casos identificados por año podría considerarse como relativamente bajo, se trata de una enfermedad que definitivamente ya no debería existir, pues se puede prevenir con medidas de barrera (eliminación de pisos de tierra); mediante procesos de control químico (uso adecuado de insecticidas no tóxicos para los seres humanos, principalmente niñas y niños); así como estrategias de vigilancia del manejo adecuado de transfusiones sanguíneas.

Cada 14 de abril, a partir del 2018, la Organización Mundial de la Salud conmemora el Día Mundial contra el Chagas. Y precisamente para el 2022 ha convocado a sumarse a su iniciativa global de erradicación de enfermedades, con la meta de erradicar hacia el 2030, 30 padecimientos vinculados a determinantes sociales de la salud, y cuya erradicación debería ser relativamente sencilla, si existe el compromiso decidido de los países de lograrlo.

La lista de enfermedades que buscan erradicarse es la siguiente: cáncer cervicouterino; Chagas congénito; cólera, enfermedad de chagas; epidemias de fiebre amarilla; equinococosis/ hidatidosis; esquistosomiasis; Fascioliasis; fiebre aftosa de bovinos; Filariasis linfática; helmintiasis transmitida a través del suelo; Hepatitis B y C; Gonorrea; Leishmaniasis; Lepra; Malaria/paludismo; Oncocercosis; Pian; peste; poliomielitis; rabia, Rubeola congénita; sarampión; SIDA; Sífilis; Sífilis congénita; Teniasis / Cisticercosis; tétanos neonatal; Tracoma; Tuberculosos; y transmisión materno-infantil del VIH.

Adicionalmente, la OMS ha llamado a erradicar el uso de combustibles de biomasa para cocinar en viviendas, así como la defecación al aire libre; ambos problemas de salud pública que persisten en nuestro país; el primero sobre todo en el ámbito rural; y el segundo en áreas urbanas, sobre todo debido a la creciente suma de personas que viven en situación de calle y que defecan en calles o parques públicos.

Estamos ante efectos terribles de la pobreza que es preciso atender, porque en definitiva, México no puede seguir siendo un país de tal magnitud de injusticias, de pobreza y de condiciones que impiden la buena vida para millones.

Foto: Especial

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