Opinión

El contrapeso de Hernán Cortés

Desde que Hernán Cortés llegó a Veracruz, haciendo uso de su habilidad diplomática, mostró quién tenía el mando sobre la tropa y, tras encallar los navíos que los trajeron de Cuba, y de haber fundado el primer Ayuntamiento, “democráticamente” fue electo como Capitán General.

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En las cinco Carta de Relación que escribió para informar al rey de sus acciones de conquista, dejó en claro que estaba al servicio de la Corona, pero en todo el proceso desde su llegada solo mostró cierta sumisión a Fray Bartolomé de Olmedo que lo acompañaba, y a quien Bernal Díaz del Castillo se refiere como un gran teólogo y predicador.

El religioso pertenecía a la Orden de la Merced, cuyo carisma inicial radica en la redención de los cristianos presos en Europa, Asia y África a manos de los musulmanes. Cuando esta agrupación la fundó San Pedro Nolasco en el siglo XII, sus integrantes hicieron un cuarto voto además del de pobreza, obediencia y castidad, y era la de liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligrara en ello.

Un ejemplo de cómo Cortés acató la voz de Fray Bartolomé Olmedo, según Bernal Díaz del Castillo, lo encontramos cuando acompañados de Moctezuma, el conquistador tuvo el impulso de poner una imagen de la Virgen en el Templo Mayor de Tenochtitlan, que hubiera estado al lado de ídolos como Tláloc y Huitzilopochtli, y el religioso prudentemente se opuso a ello.

Entonces, Cortés se conformó con levantar una cruz frente al palacio de Axayáctal, donde hoy está el Monte de Piedad, y Moctezuma, sin tener inconveniente, envió carpinteros para que hicieran su altar donde celebraron misas secas, sin consagrar vino pues lo habían usado para desinfectar sus heridas.

Tras la conquista, estos religiosos se instalaron primero en Guatemala, pero en 1582, algunos llegaron a la capital del Virreinato para estudiar en México, y desde entonces, el número de vocaciones y fundaciones se incrementó, de modo que para 1593 ya tenían noviciado y colegios propios y en 1619, crearon una Provincia eclesiástica llamada de la Visitación.

El primer sitio donde se hospedaron fue el Barrio de San Lázaro, una de las zonas más marginadas donde estaban los leprosos. Llegaron a tener 21 Casas en Nueva España, y en México fundaron el convento de La Merced, una joya arquitectónica, aunque fue dañada y destruida durante las etapas de persecución religiosa en nuestro país, a partir de la Reforma, y en esta misma ciudad atendieron los colegios de San Pedro Pascual y Ramón, desde 1626.

En Puebla trabajaron desde 1598, en Oaxaca desde 1601; Valladolid (Morelia) desde 1604; Colima y Tacaba desde 1607; Veracruz y Atlixco, desde 1613; San Luis Potosí y Guadalajara desde 1628, además de otras ciudades como Aguascalientes, Lagos, Zacatecas, Querétaro, San Cristóbal, Toluca, Celaya, Valle de Santiago y otras más.

Esta semana la Iglesia celebró a Nuestra Señora de la Merced.