Opinión

El corazón de AMLO y la gobernabilidad

Nada debería sorprendernos de Andrés Manuel… nada.

El pasado fin de semana nos lanzó otra bola de humo: su testamento político. Un tsunami de comentarios se soltó en las redes, con un gran número de críticas, sobre todo porque López Obrador vinculó el susodicho documento a la gobernabilidad del país.

Algunos de sus seguidores salieron al paso de tal despropósito. Mi colega Federico Arreola escribió que “el testamento de AMLO está en su corazón generoso.” Horas después, tuiteó que el testamento “no reemplaza lo señalado por la Constitución,” y que su contenido se refiere a la cesión de “los derechos de su imagen a su familia, exclusivamente”.

Aclarando que sigo los pasos de López Obrador desde mediados de los años noventa, nunca he visto generosidad en su corazón. Hoy, basta ver cualquier mañanera, donde el presidente muestra un corazón vengativo e intolerante; a diario corta cabezas con o sin pruebas de los “pecados” que a su parecer cometen medios, empresarios, ONG´s y todo aquel que se le cruce en el camino.

Ya en la conferencia matutina de ayer, el propio López Obrador reiteró que el propósito del testamento es que “se garantice la continuidad en el proceso de transformación y que no haya ingobernabilidad; que las cosas se den sin sobresaltos” en caso de su fallecimiento y estando todavía en la Presidencia.

Sigo sin ver cómo el testamento político puede garantizar la gobernabilidad del país; como bien lo han señalado muchos de mis colegas y analistas, para eso está la Constitución. Tal vez el testamento señale a quién deben proponer los morenistas como presidente sustituto cuando se diera la discusión en la Cámara de Diputados. O tal vez contenga una larga serie de buenos deseos transformadores que el presidente ofreció en 2018 y no ha sabido cumplir.

Así pues, concluyo que la declaración del presidente, por su alto contenido emocional y político, tendría más la intención de distraer la discusión pública de los grandes problemas del país.

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Como siempre, Andrés Manuel habla mucho sin decir nada.

Para mí, la gobernabilidad de México estaría en que el presidente no emprendiera batallas pírricas como la contrarreforma eléctrica, de la que multitud de voces alertan sobre su inviabilidad técnica, económica, ambiental y legal.., incluida la Secretaria de Energía de EUA.

La gobernabilidad estaría en brindar seguridad a la sociedad y a los empresarios, en sus personas y en sus bienes, para lograr una clara reactivación económica y que la generación de empleos sea una constante. ¡No más abrazos para los delincuentes..!

La gobernabilidad estaría en detener la influencia del crimen organizado en las elecciones y no en atacar al INE un día sí y otro también, lo mismo que en evitar la confrontación y la desunión como estilo personal de gobernar.

La gobernabilidad estaría en la rendición de cuentas y en perfeccionar las instituciones, no en destruirlas; en tener el temple para cambiar de estrategia cuando algo ha fallado, como es el caso del mal manejo sanitario, económico y educativo ante los efectos nocivos de la pandemia.

La gobernabilidad estaría en escoger colaboradores preparados y con experiencia, no solo a los leales; en tomar decisiones a partir de datos duros y no con esos “otros datos” que apuntalan la fantasía y la vanidad personal.

La gobernabilidad de México estaría en atender y resolver tantos y tantos asuntos pendientes que resulta largo de enumerar en este corto espacio.

Lamentablemente nada de esto está en el corazón ni en el testamento de Andrés Manuel

Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx

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