Opinión

Covid-19, inmunidad, variantes y refuerzos

El título de este escrito está copiado de uno de revisión publicado en línea el pasado miércoles 31 de agosto en el New England Journal of Medicine, que corresponde a la transcripción de la conferencia Franklin Epstein que ocurre cada año en el hospital Beth Israel Deaconess de la ciudad de Boston, uno de los hospitales, junto con el Brigham and Women’s, el Childrens, el Dana Farber y la clínica Joslin que rodean a las Escuelas de Medicina y de Salud Pública de la Universidad de Harvard.

Es increíble que a menos de tres años de haber sido reportado el primer caso de COVID en Wuhan, China, tengamos un artículo de revisión de este calibre, analizando la inmunidad, el efecto de las vacunas y los refuerzos en la prevención del COVID. En cualquier otra enfermedad, esto significaría el cúmulo de conocimientos adquiridos a lo largo de décadas, mientras que en este caso han pasado apenas 32 meses de aquel primer día de 2020 que amanecimos con el reporte del primer caso de lo que sería una pandemia de enormes proporciones. Me parece interesante destacar de este artículo lo siguiente.

Covid en de Wuhan (China).

Covid en de Wuhan (China).

Primero, el triunfo de la ciencia junto con el fracaso de las políticas públicas y la solidaridad mundial. Se generaron vacunas en tiempo récord y todas, unas más que otras, resultaron eficientes para prevenir sobre todo las formas graves del COVID. Sin embargo, mientras que en Estados Unidos y otros países, incluyendo México, se ha vacunado al menos al 70 % de la población, en África no llegan ni al 15 %.

Segundo, que ya entendemos que en la infección por COVID la respuesta humoral del sistema inmune (formación de anticuerpos) parece tener mucha importancia en la protección para desarrollar la enfermedad, mientras que la respuesta inmune celular (el ataque directo de las células inmune al virus) parece ser clave en prevenir las formas graves del COVID. Las vacunas generan anticuerpos que van disminuyendo con el tiempo, por lo que la resistencia a contagiarse se va perdiendo, pero al parecer la respuesta celular que inducen es mucho más duradera y, por tanto, aunque las personas se contagien, ya no desarrollan formas graves como antes.

Tercero, como cualquier terapia médica las vacunas no están exentas de potenciales complicaciones. Las dos claramente reconocibles son la trombocitopenia trombótica, que se ha asociado particularmente con la vacuna de AstraZeneca. Se ha reportado en 54 personas, lo que da una tasa de 3 a 4 casos por millón de personas vacunadas. Nueve personas fallecieron. La otra es la miocarditis/pericarditis que se ha visto con las vacunas de RNAm en jóvenes adolescentes y se ha reportado entre 62 y 137 casos por millón de jóvenes vacunados. La mayor parte fueron resueltos en forma espontánea, pero desafortunadamente se han reportado 10 fallecimientos. Tanto la trombosis como la miocarditis son más frecuentes en pacientes con COVID que en la vacunación. El balance sigue siendo positivo, ya que se calcula que se han prevenido alrededor de 20 millones de muertes en el mundo.

Cuarto, en este momento no hay claridad de que va a suceder con los refuerzos de vacunas. Es claro que la protección para no contraer la enfermedad se va perdiendo con el tiempo, pero hasta el momento no se ha perdido la protección contra formas graves. Esto, aunado a lo complejo de vacunar a toda la población hace pensar que quizá no sea recomendable la aplicación de refuerzos frecuentes. Hay que lograr primero que todos los habitantes del planeta hayan recibido el esquema de vacunación completo antes de proseguir con más refuerzos.