Opinión

COVID en trabajadores de la salud

La semana pasada me llamó la atención un artículo original publicado recientemente que trata sobre COVID en trabajadores de la salud versus la población general en México, en el período de 14 meses de pandemia, que fue del 28 de febrero de 2020, cuando se documentó el primer caso, al 26 de abril de 2021 (doi.org/10.3390/medicina57121353). El estudio, por lo tanto, abarcó el primer pico en el 2020, que duró muchos meses y el segundo pico de principios de 2021. Se realizó con diversas bases de datos del gobierno federal y de instituciones de salud pública del país.

Según el reporte en ese período hubo en México 2,329,534 casos de COVID. Esto fue antes de la tercera ola del año pasado y por supuesto, antes de ómicron. A la fecha tenemos oficialmente 4,779,296 casos. Aunque los autores no lo explotaron en este sentido, me parece que los datos del artículo que comento sirven para ver claramente, en forma retrospectiva, el efecto de no hacer suficientes pruebas para detectar la enfermedad.

De los 2,329,534 casos, el 10 %, (235,343) ocurrieron en trabajadores de la salud y el 90 % (2,094,191) en el resto de la población. Casi la mitad de los casos en trabajadores de la salud fueron en la Ciudad de México y el Estado de México. De los trabajadores de la salud, el 40 % fue en personal de enfermería, 30 % en trabajadores de la salud no médicos, el 26 % en el personal médico y el 2% en dentistas.

El hecho de que el 10% de los casos sea en trabajadores de la salud llama la atención, ya que evidentemente este grupo no representa el 10 % de la población del país y más aún, considerando que por ahí del 40% de la población son menores de 18 años y, por lo tanto, no pueden entrar en este grupo. Podría pensarse que en efecto el COVID ha sido más frecuente en los trabajadores de la salud, ya que somos quienes estamos con más intensidad expuestos al virus. Supongo que en efecto es así, pero no de tal magnitud. Me parece que el dato lo que refleja con más claridad, es que el personal de la salud es quien hemos tenido mucho más acceso a las pruebas para determinar COVID y, por lo tanto, las hemos hecho en personas con muchos menos síntomas o, inclusive por protocolos en personal asintomático. Esto da una idea de cuál debe haber sido el número de casos COVID en la población general si se hicieran muchas más pruebas.

La mortalidad en cada grupo me parece que también apoya esta propuesta. En los 235,343 casos de COVID de los profesionales de la salud ocurrieron 3,829 muertes, lo que representa el 1.6 %. Mientras que en el resto de la población, de los 2,094,191 casos, hubo 211,284 muertes, que representan el 10%. O sea, la mortalidad en la población general fue cerca de 10 veces más que en los trabajadores de la salud. Este dato lo que claramente indica, nuevamente, es que en los trabajadores de la salud se hicieron más pruebas y, por lo tanto, se detectaron casos menos graves y la mortalidad es similar al 2% reportado a nivel mundial. En cambio, en la población general al hacer menos pruebas, se detectan los casos más graves y de ahí que la mortalidad sea tan alta.

No puedo terminar este editorial sin mencionar algo que me llamó mucho la atención. El trabajo comentado, hecho por investigadores mexicanos y con datos de interés primordial para nuestro país, fue publicado en una revista de Lituania.   

Foto: Especial

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