Opinión

El cumplimiento de los contratos

Desde los tiempos antiguos se sabe que el cumplimiento de la palabra empeñada, las leyes, los tratados, los pactos y los compromisos formales constituye uno de los pilares de la convivencia en sociedad. Su práctica genera la confianza necesaria para las relaciones pacíficas entre los individuos. El quebranto de este principio propicia el conflicto y, en última instancia, la dominación del más fuerte.

La mitología nos ha proporcionado numerosas situaciones en las que ocurren las conductas tramposas y sus consecuencias. Van aquí sólo dos ejemplos.

El Rey Minos engaña a Poseidón

El Minotauro encerrado en el laberinto de Creta era alimentado, cada cierto tiempo, por un grupo de jóvenes provenientes de Atenas. Teseo, con la ayuda de Ariadna, hija del Rey Minos, mató al monstruo y liberó a su pueblo del macabro tributo. El origen del monstruo se remonta al pasado cretense. Fue la consecuencia del incumplimiento, por parte de Minos, de un pacto que había hecho con el dios Poseidón.

Rey Minos

Rey Minos

Minos andaba disputando el trono de Creta con sus hermanos y le pidió a Poseidón ayuda. El dios accedió y le mandó un majestuoso toro que Minos debía sacrificar, una vez logrado el objetivo. El pacto quedó sellado: yo te mando al toro y cuando tengas el reino en tu poder me lo regresas como sacrificio. El toro ayudó a Minos a derrotar a sus hermanos y conquistar el Reino. Una vez en el poder el Rey Minos se encariño con el animal. Se preguntó en silencio, dudoso: ¿qué pasa si a Poseidón le sacrifico otro toro de mi corral igual de hermoso y me quedo con este ejemplar divino?. ¿Se dará cuenta del engaño? Entonces Minos le hizo trampa al Dios incumpliendo su compromiso. Como represalia Poseidón incitó a Pasifae, la esposa de Minos, para que se enamorara del animal. Era tan fuerte la atracción, que la reina le pidió a Dédalo que le construyera una atractiva vaca de madera donde ella pudiera esconderse y acercarse al semental. El toro engañado se montó en la vaca y de esa unión, entre el toro divino y Pasifae nació el temido Minotauro.

Loki el pillo avergonzado

En la mitología nórdica hay un relato que muestra la forma en que los dioses de Asgard se confabularon para defraudar a un maestro constructor.

Reunidos en el Valhalla nórdico, los dioses deliberaron en torno a la seguridad del territorio, el cual estaba en riesgo de ser atacado por los gigantes y los troles. Decidieron que había que construir una enorme muralla alrededor de Asgard que fuera impenetrable para cualquier intruso. Los dioses concluyeron que, aunque aquella tarea resultaba casi irrealizable, había que intentarlo.

Un día se presentó ante Odín un humilde forastero con aspecto de herrero acompañado de un desaliñado caballo. Ante la sorpresa del dios, el viajero se ofreció a terminar la obra en sólo tres estaciones. Odín convocó a una asamblea con el fin de discutir su oferta. Pensaron que el tipo podía estar mal de sus facultades mentales, pero decidieron continuar con las negociaciones. Le preguntaron: ¿A cambio de qué estaba dispuesto a realizar la obra? El visitante contestó que como compensación se le otorgara la mano de la diosa Freya.

En opinión del siempre habilidoso Loki los dioses deberían aceptar el trato. Explicó que, como la tarea era imposible de realizar, no se perdería nada. En cambio, algo se podría ganar. Una vez cumplido el plazo el extranjero dejaría en el reino una obra inconclusa que ellos podían muy bien tomar como base y continuarla hasta su terminación. El forastero realizaría una parte del trabajo gratis. El riesgo de perder a Freya era prácticamente inexistente.

A los presentes, excepto a Freya, les pareció muy brillante la ocurrencia de Loki, por lo que fue aprobada por mayoría, pero endurecieron las condiciones del trato. La obra debería terminarse en una y no en tres estaciones, y los trabajos los debería realizar sólo, sin ayuda de terceros. El contratista aceptó las condiciones; sólo pidió que se le permitiera la ayuda de su caballo y los dioses accedieron.

El pacto se selló y era inquebrantable, porque ningún juramento realizado frente a la espada de Odín podía ser incumplido.

El hombre y su caballo dividieron las tareas. El caballo acarreaba enormes piedras en un trineo, mientras que el hombre las iba colocando. El avance fue vertiginoso.

Unos cuantos días antes de que terminara el plazo se convocó a una reunión de emergencia porque claramente se veía que Asgard tendría que pagar lo acordado. Hacían falta unas cuantas rocas para terminar la muralla. Freya, irritada, aseguró que ella estaba dispuesta a irse con el constructor, a cambio de que se decapitara al culpable de confeccionar el trato, o sea, a Loki. Al oír esto Loki desapareció.

El último día el trabajador se levantó y llamó como era costumbre a su caballo, pero este no apareció. Andaba alebrestado tras una yegua. Por esta razón las últimas rocas necesarias para terminar nunca pudieron ser acarreadas. El hombre perdió y los dioses se habían salido con la suya.

Al cabo de un año apareció en Asgard Loki, acompañado de un curioso potrillo de ocho patas. Un pequeño monstruo que trataba a Loki como madre. El Dios tramposo siempre vivió avergonzado por ello.

En el caso del rey Minos, Joseph Campbell, de quien está tomado el relato, concluye que la falta original no fue de la reina sino del rey, por haber incumplido con su deber. Había convertido un asunto público en un asunto personal. El haber retenido al toro divino, que debía sacrificar, significaba un impulso de engrandecimiento egocéntrico. La devolución del animal debería haber simbolizado su absoluta sumisión a las reglas establecidas. Por haber reusado el rito el rey se separaba de la comunidad a la que servía, generando con ello la desgracia propia y la de su reino.

El relato de la muralla de Asgard está tomado de las narraciones de los mitos nórdicos del escritor inglés Neil Gaiman. Las argucias tramposas de Loki ayudaron al Valhalla, pero vivió avergonzado por ello.