Opinión

Dos marchas: odio o amor

 Las marchas y las manifestaciones son, antes que nada, una sana expresión ciudadana que, cuando no son reprimidas o saboteadas por el poder, es indicio de que se vive una democracia, en libertad y con respeto a la libre expresión de las ideas.

Pueden ser a favor o en contra de un mandatario o de un régimen. Por una causa, legítima o no, una celebración, una demanda, una denuncia o por la defensa, justa o injusta, de cualquier asunto público.

Por eso, sean de derecha, izquierda o apartidistas, bienvenidas todas las manifestaciones sociales que expresen una inconformidad mediante una protesta ciudadana pacífica.

Todas ellas, también, tienen un significado, un sello, una intención y persiguen claros objetivos, generalmente políticos, a veces, incluso, contrarios al bienestar de las mayorías y al progreso de una nación.

Ahora bien, en las dos marchas convocadas para este mes de noviembre en la Ciudad de México, con eco en otras plazas de la república, hay claramente dos proyectos antagónicos de nación.

En el caso de la marcha del pasado domingo 13, la intención real no fue la defensa del INE, como lo estuvieron cantando sus principales convocantes, ese fue el pretexto para crecer el contingente y funcionó.

En realidad, si observamos quienes fueron los convocantes, fue una clara manifestación contra la llamada 4T que ha emprendido el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde que asumió ese cargo el 1 de diciembre de 2018.

Fueron los opositores al régimen quienes salieron a la calle a gritar consignas en defensa del INE, que dicho sea de paso, la propuesta de reforma política del presidente no contempla desaparecerlo sino, simplemente, cambiarle de nombre por el de Instituto Nacional Electora y de Consultas (INEC).

Los participantes en esa movilización, portando incluso estandartes guadalupanos, marcharon al lado y del brazo de expresidentes de ultraderecha como Vicente Fox, Felipe Calderón y de ideólogos conservadores como Claudia X Gonzáles, cuya fundación recibe subsidio del gobierno de Estados Unidos.

También marcharon al lado de la polémica exdirigente del SNTE, la maestra Elba Esther Gordillo, del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, el partido más conservador del país, y del presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, alias “Alito”, ampliamente conocido por sus transas y corruptelas desde el poder.

Por eso el presidente López Obrador, en contraste con esa marcha, decidió convocar a otra manifestación ciudadana el próximo 27 de noviembre, del Ángel de la Independencia al Zócalo, para celebrar los 4 años de transformaciones de su gobierno en favor de la mayoría de las y los mexicanos.

Quienes marchen al lado del mandatario de la nación ese día, caminarán al lado de un verdadero demócrata, el primer presidente de México que encabeza una marcha.

El mandatario que más inversión pública ha destinado para respaldar a la población más vulnerable, que más ha elevado el salario mínimo y que, por primera vez, obligó a los más ricos a pagar sus impuestos.

Sin duda, dos marchas significativas en un mismo mes, pero con un sentido social divergente y un proyecto de nación diametralmente opuesto.

Una, busca regresar al poder a los ricos para que vuelvan a saquear al país y beneficien a unos cuantos.

La otra, para celebrar cuatro años de estabilidad económica en el país y de anteponer sobre cualquier interés el bienestar y el progreso de todos los mexicanos.

Que quede claro, para la 4T el arbitraje electoral no es de nadie. Su esencia es la autonomía para propiciar la participación ciudadana.

Usted decide con quién marcha.

@vromog