Opinión

Derechos humanos, feminismo, ecologismo y neoliberalismo

En una conferencia de prensa ofrecida durante su gira por Campeche la semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo: “¿Qué hizo el neoliberalismo? O ¿qué hicieron los que diseñaron para su beneficio la política neoliberal?, ¿qué hicieron? Una de las cosas que promovieron en el mundo para poder saquear a sus anchas fue crear o impulsar los llamados nuevos derechos, entonces se alentó mucho, incluso por ellos mismos el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos, la protección de los animales, muy nobles todas estas causas. Muy nobles pero el propósito era crear o impulsar, desarrollar todas estas nuevas causas para que no reparáramos, para que no volteáramos a ver de que estaban saqueando al mundo.” (El Universal, 29/10/2021).

CUARTOSCURO

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Isabel Mateos

José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, en su cuenta de twitter, escribió: “Desquiciamiento total. AMLO arremete contra ‘la protección de los derechos humanos’, los ‘nuevos derechos’, ‘el feminismo’ y ‘el ecologismo’. Según él son excusas para robar…” Y, en verdad, es un despropósito decir que el neoliberalismo creó o impulsó esta serie de derechos para choricear.

Por supuesto aquí no voy a defender al neoliberalismo, política económica que produjo una concentración brutal de la riqueza y que, en consecuencia, dio lugar a una desigualdad social que en México puso a casi la mitad de la población en el nivel de pobreza. Y que, por cierto, de allí hizo leva AMLO para estar donde está.

Lo que me parece un dislate es afirmar que toda esa serie de derechos fueron aprovechados por la doctrina del libre mercado para distraer la atención con el propósito de llevar a cabo el pillaje de la nación.

Una vez más, López Obrador vuelve a mostrar su ignorancia sobre aspectos fundamentales de la historia universal y de la historia nacional. Veamos: En la reivindicación de los derechos humanos jugó un papel fundamental la filosofía iusnaturalista o de los derechos naturales (siglos XVII y XVIII) en la que se enlistas autores tan relevantes como Thomas Hobbes (1588-1679), John Locke (1632-1704), Jean Jacques Rousseau (1712-1778) e Immanuel Kant (1724-1804).

Las ideas tienen consecuencias prácticas: la doctrina de los derechos naturales influyó en la Revolución francesa y en su documento insignia “La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” pronunciada el 26 de agosto de 1789. Esa declaración inspiró a muchas constituciones iberoamericanas que incluyeron las garantías individuales.

Después de la Segunda Guerra Mundial y de las atrocidades cometidas por el nazismo y el fascismo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 217 A (III), aprobó “La Declaración Universal de los Derechos Humanos.” Esto sucedió el 10 de diciembre de 1948 en París.

Respecto del feminismo, es curioso y no carente de significado que, al calor de la Revolución francesa, Olympe de Gouge, en 1791, diera a conocer “La Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana”. Su argumento fue que no se podía hablar de derechos si en ellos solo se incluían a los hombres; si la Revolución reivindicaba “la igualdad, la libertad y la fraternidad” no podían quedar excluidas las mujeres. En esta Declaración se habla del imperativo de liberar a la mujer del yugo que los hombres les han impuesto desde tiempos inmemoriales (el patriarcado). Ese dominio debe terminar para dar paso al respeto, la dignidad y la equidad en todos los órdenes de la vida social.

Sin afanes de exhaustividad, para entender al feminismo junto con sus bases históricas y filosóficas, me parece que es preciso tomar en cuenta las obras de Mary Wollstonecraft (1759-1797), Virginia Woolf (1882-1941), Simone de Beauvoir (1908-1986) y Kate Millett (1934-2017).

Un momento estelar del feminismo fue la Macha de las mujeres que se llevó a cabo el 21 de enero de 2017, un día después de la toma de posesión del misógino, ultraderechista y neoliberal, Donald Trump (amigo de López Obrador), y que tuvo como epicentro a la ciudad de Washington. Esa marcha tuvo réplicas en muchas ciudades de Estados Unidos y en 81 naciones. En total fueron 673 marchas; incluso una de ellas en la Antártida.

En México las exigencias concretas son: la despenalización del aborto y un alto a los feminicidios.

Por lo que hace al ecologismo, debemos decir que en estos días se está llevando a cabo en Glasgow, Escocia, la cumbre sobre el cambio climático convocada por la ONU, denominada COP26. Allí se encuentran representantes de 196 países, entre ellos, jefes de Estado y primeros ministros. El Secretario General de la ONU, António Guterres inauguró el evento con las siguientes palabras: “Basta de maltratar la biodiversidad. Basta de matarnos con el carbono. Basta de tratar a la naturaleza como un retrete. Basta de quemar, perforar y minar a mayor profundidad. Estamos cavando nuestra propia tumba.” Y es que no se han cumplido los compromisos establecidos en el Acuerdo de París, signados en 2015, en el sentido de reducir la emisión de gases de efecto invernadero; tampoco los países ricos han cumplido con sus cuotas para ayudar a los países pobres para adoptar energías limpias y respaldarlos cuando sufran las consecuencias del calentamiento global.

Las pruebas están a la vista, y las sufrimos todos: incendios forestales, inundaciones, sequías, tornados, sunamis, olas de calor excesivo.

El gobierno de la 4T está actuando en contra de estas medidas acordadas: la refinería de Dos Bocas que va a emitir, como toda refinería, gases de efecto invernadero; el Tren Maya que está deforestando las zonas verdes de la península de Yucatán.

Claro, lo más fácil es echarle la culpa al neoliberalismo de las propias culpas y de las propias fobias.