Opinión

Desigualdad (3)

En pasadas colaboraciones nos referimos a la creciente desigualdad en el mundo y en el interior de los países, y a las graves consecuencias que ello tiene y entraña para la aspiración de construir sociedades justas y un mundo equitativo. En contraste con ese aparente consenso, no sin sorpresa existen voces diversas que disputan esa idea, al sostener que el mundo se está volviendo al mismo tiempo igualitario y desigual. Sin coincidir con la esencia de ese tipo de planteamientos, amerita repasar algunas de sus premisas.

De acuerdo con el economista Branko Milanovic en su controvertido ensayo publicado bajo el título “The Great Convergence”, argumenta que el mundo vive en una época de pretendida desigualdad. A contracorriente de ese hecho, casi una percepción para ese autor, señala que la “inequidad global”, como define dicho especialista a la disparidad en el ingreso entre ciudadanos del mundo en un periodo determinado y ajustado por las diferencias en los precios entre países, ha disminuido en las últimas dos décadas. Un importante contribuyente a este fenómeno ha sido el surgimiento de China como un titán económico así como la entrada de millones de personas en el mundo en desarrollo a una nueva clase media global. (Foreing Affairs, 14junio2023, www.foreingaffairs.com)

Este especialista identifica tres etapas principales de desigualdad internacional: la primera a partir de inicios del siglo XIX y hasta el siglo XX, en el que la revolución industrial potenció el surgimiento de Occidente y el desarrollo de sus varios imperios explotadores y colonialistas alrededor del planeta. La segunda caracterizada por los más altos niveles de inequidad global y la extendida invocación del “tercer mundo” para describir a los empobrecidos Estados postcoloniales, la cual corre hasta la década posterior al fin de la guerra fría. La tercera etapa puede ser considerada como un reflejo de la primera en tanto ha visto la subida de los ingresos de una parte del mundo y el relativo declive de la otra parte. En el primer periodo fue la industrialización de Occidente y la concurrente desindustrialización de India, entonces bajo el yugo británico, que impidió el desarrollo de las industrias locales; en la tercera ha sido, como se dijo anteriormente, la industrialización de China y hasta cierto punto, la desindustrialización de Occidente.

En esa lógica, Milanovic anota que mientras la primera era llevó a una “gran divergencia” de Occidente del resto, el momento actual pudiera llevar a una “gran convergencia” -great convergence como titula su ensayo. Para este especialista, contra todo pronóstico, en setenta años, China ha pasado de ser un país empobrecido a un país con casi el mismo número de ricos de los que tiene Estados Unidos.

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Los "fuerdai", la segunda generación de superricos chinos, entre los más odiados por la sociedad  china, por su excesiva ostentación

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Cabe agregar al respecto, que el analista Felix Salmon en su artículo “Global inequality at lowest level in nearly 150 years”, sostiene que los países con los ciudadanos más ricos son generalmente los más poderosos, y que el poder está ahora más ampliamente distribuido que en ningún otro momento de los últimos de cien años. (Axios, 14junio2023, www.axios.com) Claramente no es el caso de México, en donde residen algunos de los más ricos del mundo, sin que ello se haya traducido en el fenómeno que anota Salmon en lo internacional, y ciertamente en el interior del país se ha traducido en más privilegios concentrados en pocas manos frente a amplias capas de pobreza y una clase media endeble en perjuicio de un proyecto de nación equitativo.

En todo caso, Milanovic piensa que las actuales tendencias no necesariamente continuarán en la misma dirección, ya que China no será más un contribuyente en la nivelación de la arena global en las décadas por venir y un boom paralelo de India y en África en el futuro cercano, muy probablemente no será de la escala de la transformación experimentada por China. Por lo demás los ciudadanos de los países occidentales ven su status de superioridad socioeconómica global disminuida, su poder de compra debilitado y su estilo de vida alterado por nuevos patrones de consumo generados por la clase media del mundo en desarrollo. Incluso las personas de menores ingresos en los países ricos, que históricamente han estado ubicados en los puestos más altos de la distribución global del ingreso han sido sobrepasados, en términos de ingresos precisamente, por personas de Asia. En Occidente, la sensación de disparidad entre las élites acaudaladas y las ahora frágiles clases medias es muy probable que siga aumentando.

La polarización social que sobrevendrá, apunta dicho autor, hará que las sociedades occidentales se parezcan cada vez más a las latinoamericanas, países en los que existen “golfos de riqueza y estilos de vida increíblemente acentuados”.

Casi a manera de descargo, Milanovic sugiere que incluso si la desigualdad global decae, ello no significará que la confusión política y social en países considerados en lo individual disminuirá, en todo caso es verdad todo lo contrario (sic).