Opinión

La diplomacia de las venas abiertas

EL CRISTALAZO SEMANAL

En los lejanos años ochenta del siglo pasado, la lectura de “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano, era el paso a la consagración como militante ideal de la izquierda ideal, como si un joven musulmán leyera el Corán por vez primera.

La incipiente (e insipiente) izquierda de entonces, enfebrecida por las audacias de la Prepa Popular y la lectura semanal de un poema sobre la desgracia de Tlatelolco, escrito –de preferencia—por alguien cuyos pies no conocieron la plaza ni el horror tenía

Foto: Especial

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Era el latino americanismo de charango, quena, jorongo, folclorismo y mota. Todo ser resolvía en las peñas donde pasaba el cóndor de la música simple; y desde ahí no se sabe cuántas veces se derrotó –cantando—al imperialismo:

“…A parir madres latinas; a parir, más guerrilleros…

En esos años Marcelo Ebrard estaba por ingresar al Colegio de México. Hoy, como secretario de Relaciones Exteriores de la Cuarta Transformación, toma el camino de la memoria feliz y nos recuerda algo tan hermoso como falso. En un artículo publicado en el periódico “El universal”, el mismo cuya línea editorial merece diarios denuestos por parte del presidente de la República, por su condición de prensa fifí, don Marcelo cita reverente a Galeano.

Cómo será taumatúrgico el uruguayo. Cuando murió el subcomandante Marcos; resucitó convertido en Galeano. Ahí nomás. Bueno, sigamos con MEC:

“…En palabras del autor uruguayo Eduardo Galeano, nuestro norte es ser el sur. Hago propia esta idea porque refleja la visión estratégica que México ha asumido bajo la administración del presidente López Obrador, al poner a América Latina en el centro de la política exterior.

“La gira que emprende el presidente López Obrador a Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba es la primera en su administración. La prioridad de la región quedó constatada en diciembre de 2018 al suscribir en su toma de posesión el acuerdo con tres de estos países: Guatemala, Honduras y El Salvador para el lanzamiento del Plan de Desarrollo Integral (PDI)”.

Aquí varias cosas deben resaltarse. Primero, ¿la visión estratégica de México es dedicar esfuerzos y trabajo a Centroamérica? ¿De verdad el utópico y balín Plan de Desarrollo Integral ha servido para algo?

De acuerdo con esa fumarola, México le entregaría treinta millones de dólares a los países del triángulo norte mesoamericano (una baba de perico), para buscar --en un esquema de proporcionalidad-- una aportación estadunidense de mil millones de dólares. Eso impulsaría el desarrollo de los países expulsores de migrantes famélicos.

Las cuentas alegres del canciller fueron recibidas jubilosamente por los gorrones de Tegucigalpa San Salvador y Guatemala; pero desdeñadas por Donald Trump a quien todo se le concedió a cambio de nada. Estados Unidos no aportó ni un miserable silver dólar.

“No se trató de un plan asistencialista sino de auténtica cooperación que beneficia por igual al sureste mexicano...”

Si el señor Ebrard se refiere como beneficio los resultados del programa “Sembrando vida”, el único plan forestal cuya metodología es la previa deforestación, sin contar el arrasamiento de la selva por el Tren Maya, también exagera o miente.

Prefiero llamarlo exagerado. Lo otro es muy feo y va en contra de los lemas de la Cuarta Transformación, los cuales --vale repetirlos para su imborrable aprendizaje--, son no mentir, no robar y no engañar al pueblo. a ningún pueblo del mundo mundial.

“Con ello empezamos a reconocer que esta región representa un espacio común étnico-geográfico, histórico y cultural que comparte problemáticas socioeconómicas similares que requieren soluciones conjuntas.

“Nuestro objetivo es maximizar beneficios para los estratos más desfavorecidos de nuestros pueblos, en especial los jóvenes, enfocándonos en atender las causas de la migración forzada”.

Así pues, la utopía del siglo pasado, o el error de foco de este, se repite una y otra vez.

Pero donde ya la colaboración editorial de MEC se convierte en algo así como una canción de Carlos Puebla o de Silvio Rodríguez (lo vamos a ver ahí junto al señor presidente y su esposa en primera fila en La Habana, no faltaba más), es en esta pavada:

“…Respecto a Cuba, sobra recordar que, durante décadas, nuestro país ha acompañado de cerca la construcción de la revolución social en ese país (no han construido nada, mi socio). No olvidemos que una de las tesis fundamentales de la Cuarta Transformación es lograr mejores condiciones de igualdad en México para enfrentar la persistente pobreza…”

Pues si vamos a seguir el camino cubano en relación con la persistente pobreza, acabaremos tan jodidos como los cubanos.

“…Esta visión no sólo se aplica a México, sino que el presidente López Obrador propuso hacerla extensiva al resto del mundo durante su participación en el Consejo de Seguridad de la ONU…”

Pues si pero tener una visión no significa lo acertado de esa mirada. Hay visiones distorsionadas, miopes o equivocadas.

Aquí hay otro argumento endeble. Falso. Veamos:

“…América Latina y el Caribe fue una de las regiones que sufrió más secuelas por la emergencia sanitaria de 2020, tanto sociales como económicas. En particular, los países de la región no tuvieron acceso inmediato a enseres médicos como respiradores, ventiladores e incluso mascarillas para enfrentar la enfermedad de Covid-19. En este mundo interconectado, cada gobierno nacional debió asumir que dependía de sumar esfuerzos con sus pares. Por convicción y por interés, se llegó a la conclusión de que era necesario asumir esta búsqueda como una causa latinoamericana y caribeña”.

Durante años y años el mundo escuchó la cantaleta de Fidel Castro en torno a los avances de la Revolución en cuanto a la salud y la educación.

¿No trajeron los genios de la diplomacia mexicana, médicos de Cuba durante el inicio de la pandemia y después de mantenerlos aquí sin mayores resultados, se les pagó hasta el viaje de regreso? ¿No inventaron el cuento habanero (superior al chino) de una vacuna maravillosa (¿tan imaginaria como la “Patria” de nosotros?)

Con esas muestras de penuria cubana resulta muy difícil sentirse orgulloso de seguir los pasos de una revolución fracasada.

“…En México, el presidente López Obrador tenía claros los alcances de la cooperación regional. De esta manera, instruyó que el Gobierno de México promoviera la cooperación con medidas como la donación de vacunas y otros artículos médicos a varios países de América Central, del Sur y del Caribe.

Con esta visión solidaria, auténtica seña de hermandad bolivariana, promovimos desde la CELAC iniciativas como el plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y el Caribe”.

Aquí hay otra mentira: no se puede crear la autosuficiencia sanitaria cuando las vacunas provienen de los países desarrollados y neoliberales. La mendicidad colectiva, en lo farmacológico, virológico y sanitario; no se llama autosuficiencia. Se llama dependencia organizada.

“…Es imperativo reducir la dependencia externa y ampliar las capacidades de todos los países en la región, sin por esto renunciar a la fraternidad internacional…”

Esa frase si es de Miss Universo cuando nos desea como su sueño máximo, la paz del mundo y el triunfo del amor en todo el mundo

“…Como parte de nuestras pertenencias múltiples en el mundo, México mira al sur más que en los últimos cuarenta años. La convergencia en el ideario progresista y liberal de cada vez más países de nuestra América favorece que el diálogo político regional sea cercano, permanente y prioritario. En esta circunstancia histórica inédita, el presidente López Obrador emprende el camino del sur”

Pero si hasta Gustavo Díaz Ordaz visitó primero Centroamérica y luego Washington, ¿de cuándo acá somos los descubridores del sur. ¿Ya olvidamos el pacto de San José y otros apoyos históricos?