Opinión

Dos estrategias

En cualquiera de sus modalidades, la educación es un catalizador del cambio: transforma al ser humano y, con ello, transforma al mundo. Desde ese punto de vista, la Nueva Escuela Mexicana, al presentarse como una opción transformadora, no aporta nada novedoso.

Lo que sorprende de la NEM y sus libros de texto es que pretenden educar sin acatar la ley, sin contar con el consenso previo de los actores, imprimiendo a la educación un sentido populista, local, no nacional y, sobre todo, con una filosofía anti-moderna.

Otros rasgos de la NEM son:

1) Politización sectaria de la acción educativa

2) Negación de la calidad educativa

3) Pedagogía colectivista, anti-individual

4) Enseñanza solo por proyectos

5) Omisión de asignaturas como Matemáticas, Lengua, Historia, Civismo, etc.

6) Rechazo a la cultura universal “por colonialista”

7) Ausencia de progresión en los contenidos curriculares

8) Rechazo al pensamiento conceptual o abstracto

9) Énfasis en el pensamiento concreto y aplicado

10) Prioridad a la actividad

11) Desprecio por el conocimiento científico

12) Posición privilegiada al saber comunitario, a leyendas, mitos, etc.

13) Exceso de trabajo y de responsabilidades para el docente

14) Ausencia de evaluación sumativa y de rendimiento de cuentas

15) Campo de acción estrecho: la comunidad.

16) Omite la formación de competencias intelectuales básicas

17) Desinterés en fomentar la formación ética del alumno

18) Descuido de la educación física

19) Descalifica la formación de ciudadanos autónomos

20) Exalta la diversidad, niega la unidad cultural de México.

21) No atiende los cambios estructurales (financiamiento, gestión, sindicato) del sistema educativo.

La NEM y los LTG tienen una sólida raíz doctrinaria. La veta doctrinaria se puede rastrear en los libros para maestros que irónicamente se titulan Un libro sin recetas. En dichos textos los autores hablan sin titubeos de sus convicciones revolucionarias citando, con desparpajo, a clásicos del pensamiento revolucionario y elogiando sin inhibiciones a los grupos guerrilleros mexicanos de los años 70 del siglo pasado.

Entrega de los nuevos libros de texto para este nuevo ciclo escolar.

Entrega de los nuevos libros de texto para este nuevo ciclo escolar.

Cuartoscuro

Su propósito es ganar la voluntad política de los docentes de educación básica. La coartada para lograrlo es presentar a la educación no como un hecho neutral sino como un acto político que exige de cada maestro una definición: Maestro ¿con quién está usted? ¿con los explotadores o con los explotados? Cada maestro debe optar.

Es una suerte de chantaje que se funda en la falsa premisa de que la sociedad mexicana está fatalmente dividida entre dos fuerzas políticas opuestas e inconciliables. La unidad nacional es para ellos un mito; la educación nacional, por su parte, es un disfraz que oculta una realidad dividida.

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Los LTG invitan a los docentes a adoptar la causa política y educativa de la revolución y a pugnar desde su labor educativa diaria para hacer de niñas, niños y adolescentes activistas de la transformación de un orden social irremediablemente opresivo e injusto.

En esos textos, los autores desprecian el trabajo pacífico que, con celo y fidelidad a México, han realizado generaciones de maestros durante más de un siglo y, en cambio, destacan las acciones armadas, revolucionarias, en las que participaron algunos docentes (como Genaro Vázquez y Lucio Cabañas). Pretenden obviamente construirle al magisterio una falsa genealogía de violencia.

Pero hay otra vía educativa para el cambio social: la vía pacífica y democrática. La educación liberal y humanista cuyos fundamentos creó Jaime Torres Bodet (1945) ha sido, y seguirá siendo, una plataforma adecuada para edificar desde la educación básica una sociedad justa, democrática y exenta de opresiones.

Sin embargo, para dirigir el sistema educativo en esa dirección se requiere una estrategia de reformas profundas en el plano estructural y en el plano coyuntural. Se necesita una nueva política financiera para garantizar educación con mejores salarios docentes, un cambio radical en el aparato de gestión que conceda mayor fuerza y autonomía a las escuelas y a los maestros; una reforma democrática de la organización sindical; programas poderosos de equidad que fortalezcan la educación indígena, las escuelas comunitarias, la educación especial y las otras áreas débiles del sistema; un plan de estudios nacional e intercultural; un organismo autónomo fuerte de evaluación y de elaboración de planes de estudio y programas; una red vigorosa, potente, de escuelas normales y de sistemas de educación continua de maestros; etc.

La educación básica de México debe ubicarse en nuestra realidad moderna y desigual y orientarse a la formación de ciudadanos conscientes de esa realidad y del valor supremo de la democracia; personas autónomas, informadas, críticas, respetuosas de la ley y de los derechos humanos, que compartan los valores de la nación mexicana –paz, libertad, justicia, igualdad, patriotismo, cuidado ambiental—y que en el futuro se incorporen productivamente al mercado de trabajo. Este sería un horizonte realista y promisorio para la educación y para México.