Opinión

Las dos Fridas y sus dos casas

En honor al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fecha fijada por la ONU en 1975 para recordar y promover la lucha por la equidad de género, estaremos hablando todo el mes de temas relacionados con esta importante fecha.

Valeria Álvarez, la periodista que rompió el silencio sobre los abusos en el mundo del espectáculo
Valeria Álvarez, la periodista que rompió el silencio sobre los abusos en el mundo del espectáculo Valeria Álvarez, la periodista que rompió el silencio sobre los abusos en el mundo del espectáculo (La Crónica de Hoy)

Ubicado en la colonia de San Ángel en la Ciudad de México, se encuentra la casa estudio de Frida Kahlo y Diego Rivera la cual fue diseñada y construida por encargo de Diego para la pareja entre 1931 y 1932 por su amigo, el arquitecto Juan O´Gorman. El conjunto habitacional fue proyectado con los ideales de una arquitectura funcionalista y compuesto principalmente por dos edificaciones independientes, una para Diego y otra para Frida, las cuales se conectan por medio de un puente que une las azoteas. El conjunto habitacional cuenta, a su vez, con una tercera edificación dedicada a un taller de fotografía.

A pesar de que a la obra se le conoce comúnmente como “las casas gemelas”, estas no son iguales, de hecho ni siquiera comparten entrada, mientras que la de Diego está sobre la calle Diego Rivera, la de Frida está sobre Av. Altavista. El bloque rojo con blanco corresponde a la casa estudio de Diego, el cual es significativamente más grande, de cuatro niveles y se encuentra en la esquina del predio por lo que puede ser admirada desde las dos calles. En contraste, el bloque azul de Frida, es mucho más modesto en su tamaño, casi la mitad de metros cuadrados y de tan solo tres niveles.

Otra diferencia relevante es el programa arquitectónico. En el bloque del pintor se destina espacio para una galería de arte en el segundo nivel, una recámara para descansar y para las modelos, y un baño. En el tercer nivel, está el espacioso estudio con suficiente sitio para guardar materiales de pintura, su colección de arte prehispánico, caballetes, etc. Hay una oficina en el cuarto nivel, el cual se conecta con la casa de la pintora. Por el contrario, la casa de Frida consta de una pequeña cocina, un comedor y la sala de estar en el segundo nivel, y una recámara, un baño con tina y su estudio en el tercer nivel.

Si el eslogan del funcionalismo es “la forma sigue a la función”1 es claro con solo echar un vistazo a la casa-estudio, que la función principal de Frida, en los ojos del arquitecto y de Diego, fue la de ser su esposa, confinada a un espacio mucho más reducido que el de la casa opuesta. ¿Será que la función de su diseño fue la de limitar espacialmente a Frida para que sintiera y recordará a diario su lugar como la esposa del gran muralista Diego Rivera?

La obra de Frida y su imagen personal trascendieron los intentos por confinar a la pintora, a tal grado que no es novedad que la imagen de Frida Kahlo ha sido víctima del capitalismo, usada para vender mercancía como tazas, cojines y bolsas en las que generalmente se les sobrepone alguna frase feminista. Lo que sí es nuevo, es el reciente análisis que se ha hecho con respecto a su valor como ícono feminista.

En el artículo “Abandona a tu Diego Rivera”, la autora cuestiona el legado feminista de la artista y hace énfasis en que no merece ser un símbolo de la lucha, pues ella permitió los abusos de su pareja y por lo tanto es responsable de su propia tristeza. Personalmente creo que al romantizar a nuestros ídolos, como lo hemos hecho con Frida, corremos el riesgo de olvidar que antes de que fuera un ícono, fue una persona. Y al borrarle su humanidad, no solo olvidamos el hecho de que fue abusada por Diego, sino que también borramos su militancia política, su rompimiento con los moldes tradicionales, sus sueños y su realidad. Recordemos que el feminismo es tener la opción de decidir sobre tu propia verdad, como lo hizo Frida.

Y parte de su realidad se materializa en la casa estudio que compartió brevemente con su esposo como recordatorio de la minimización y abuso que sufrió como mujer, pero también de sus esfuerzos por alejarse, como cuando ella vuelve a su casa de la infancia, la llamada Casa Azul, donde, sin duda, se sentiría más libre hasta sus últimos días, aún cuando a veces compartiera su espacio con Diego.

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