Opinión

La educación de la 4T (Cuarta parte)

La educación pública, dice la Constitución, es un bien nacional. Su desarrollo ha respondido al anhelo –presumiblemente-- compartido por todos de impulsar el desarrollo nacional, así la pensaron José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y una pléyade de maestros que, en las horas difíciles, se sacrificaron para sacarla adelante. Así pensamos la mayoría de los mexicanos

¿Cómo explicar entonces que un documento de la SEP –que será base conceptual de los nuevos planes de estudio—ataque frontalmente a la educación nacional por ser producto, se dice, de un proyecto de modernización, universalista, euro-céntrico, que se inició a principios del siglo XX, que los neoliberales hicieron suyo, y que sigue vigente hasta hoy?

Los autores del documento piensan así: ¿Cómo se justifica que una cultura, la cultura moderna-occidental, se haya impuesto como fundamento de la educación nacional cuando en México existe un mosaico de culturas? Hay, identificadas, 68 lenguas distintas y casi 370 variedades lingüísticas. A lo largo de siglos esa diversidad cultural fue negada, combatida y reducida a la invisibilidad y la marginación --hecho real, yo agrego, que la mayoría de la sociedad ha pasado por alto.

El documento afirma, por lo mismo, que la historia de la educación hasta hoy ha sido una empresa colonialista. La visión occidental del mundo ha sido impuesta por los mestizos, a través de la violencia simbólica de la escuela, a generaciones y generaciones de niños y jóvenes indígenas que asimilaron los referentes de la cultura occidental como el lenguaje castellano, la aritmética y la historia de México sin percatarse que estaban cayendo en una trampa.

Esta concepción de relativismo cultural –que se desprende de concepciones postmodernistas-- es la idea cardinal del documento de la SEP para cambiar los planes de estudio. El análisis anterior les conduce a criticar el proyecto modernizador que ha guiado a la educación mexicana desde el principio del siglo XX hasta la fecha.

La empresa educativa de México se basó en el ocultamiento de la diversidad. Esa empresa es producto, se dice, de un proyecto modernizador que coloca la figura del individuo en el centro del quehacer educativo y social. El individualismo es rasgo sustantivo de la cultura occidental, por lo mismo, dice la SEP, hay que rechazarlo. El centro de la nueva educación no será el individuo; será la comunidad. La nueva pedagogía surgirá de la fusión de la escuela con la comunidad de tal forma que se produzca un encuentro formativo y creativo entre la cultura de la escuela y la cultura de la comunidad.

La escuela tal y como hoy existe es una fuente de desigualdades sociales. Lo hace al evaluar a los alumnos y legitimar las desigualdades entre ellos sobre la base de (un supuesto) mérito individual. El discurso escolar, dice el documento, se vale para ello de “cualidades individualizantes” como “inteligencia”, “competencia”, “talento”, “facultades innatas”, “dones” que tienden a ser estandarizadas y objetos de medición para distinguir a unos y a otros en la lógica de infancias superiores e infancias inferiores”.

En la nueva educación, en consecuencia, se eliminará la idea, liberal o neoliberal, de que el conocimiento es una adquisición individual. De facto, el documento SEP no utiliza la palabra “conocimiento” que evoca una imagen de racionalidad o cientificidad. Se asume en el texto que todo conocimiento es histórico, relativo, subjetivo y, por tanto, polémico, por lo mismo, en adelante la palabra conocimiento será substituida por la noción de saber, vocablo que incluye de forma indiferenciada conocimientos, y creencias y que, al no hacer distinciones cognitivas, legitima todo elemento (por irracional que sea) que forma parte de la cultura comunitaria. Esta afirmación llevó a la SEP a tomar la decisión de que el plan de estudios de educación básica dejará de organizarse en asignaturas, materias o disciplinas y en su lugar se crearán “campos de formación” que son cuerpos o unidades que integran saberes haciendo caso omiso de la organización disciplinaria. (Continuará).

Plan de estudio.

Plan de estudio.