Opinión

¿Las elecciones fake?

El INEGI informó que en abril de 2023 había más de 16 millones de personas trabajando en el sector informal, es decir, en unidades económicas no registradas que pueden ser hogares o economía agropecuaria de subsistencia y más de 32 millones con empleo informal, es decir, la suma de aquellas del sector informal con aquellas que trabajan en el sector formal, pero sin estar registrados como trabajadores en la empresa. El “outsourcing”, que ya no existe para el gobierno federal, emplea a casi el 30 % de la población económicamente ocupada.

Ese órgano constitucional autónomo también informó que para el 2021 la economía informal aportaba casi la cuarta parte del PIB, cifra que no ha variado en los últimos 20 años. A esto lo llamó una periodista de La Jornada, Clara Zepeda (20-12-22) como el auge de la informalidad. El tianguis-mercado, que en la Ciudad de México es una enorme actividad económica junto con el comercio ambulante y semi-fijo en vía pública, es una institución económico socio cultural ajena al pago de contribuciones, cuotas de seguridad social, cumplimiento de normas de seguridad, higiene y sanidad aceptada, tolerada y hasta admirada.

En unas conferencias en El Colegio Nacional (https://colnal.mx/agenda/la-antropologia-de-la-zona-de-silencio-leccion-2/), en marzo de este año, el Dr. Claudio Lomnitz describió la administración de justicia en una zona de silencio, que es aquella controlada por el crimen organizado, en donde el capo mayor del grupo delincuencial sustituye al Estado y es quien resuelve los conflictos entre los vecinos como Sancho cuando era gobernador de la Ínsula Barataria, engañado por los condes y convencido por su ingenuo amo, Don Quijote. La justicia efectiva es la que imparten los señores de horca y cuchillo.

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El extendido cobro de piso y la extorsión en manos de la delincuencia que sufren los habitantes con una impunidad cercana al 94 % y una sextuplicación del monto de la cuota en la Ciudad de México (Milenio 21-12-21), según la denuncia de la Comisión Nacional de Seguridad y Justicia de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), con base en las cifras del Sistema Nacional de la Secretaría de Seguridad Pública. Además, el crimen organizado opera en 81% del territorio mexicano –1.59 millones de 1.96 millones de kilómetros cuadrados–, a través de 175 grupos delincuenciales de mayor y menor calado (El Universal, 19-06-23).

Con estos datos y esta tolerancia de la ilegalidad (la informalidad es ilegal), no me extraña que el lunes pasado hayan iniciado las seis corcholatas la campaña por la presidencia que no es campaña, que veamos espectaculares que no existen para los precandidatos que no son precandidatas y que haya el uso de recursos públicos para la promoción de la imagen de personas que no son precandidatas por que no existe la campaña que todos vemos, escuchamos y leemos en las noticias de los medios de comunicación masiva.

Vamos. En una sociedad acostumbrada a tolerar la ilegalidad, el fraude a la ley y la simulación que implica que el presidente haya promovido a sus colaboradores con el uso del presupuesto federal para ocupar un cargo de elección popular, dictado las reglas de una campaña que no existe y preparado el dedazo que ya se acabó no tiene trascendencia alguna. Los nuevos tiempos políticos se parecen demasiado a los pasados, aunque eso también puede ser una falsa apreciación para del alucinamiento colectivo, en la que todos vemos lo que oficialmente no existe.

Las conversaciones familiares y sociales se llenan de especulaciones sobre la corcholata favorita. Todos intuyen, adivinan, en un gesto presidencial quien es el bueno. Los que tienen una posición de relevancia politica o económica están en espera de las giras informativas, que no son campañas, para acudir a la cargada, que no está permitida y, por lo tanto, sólo existe en la mente perversa de los opositores fifí, enemigos de la autollamada 4T.

Los medios de comunicación masiva asignaron reporteros en el “corcholata tour”, que no es campaña, ni promoción para el voto, rumbo a una encuesta que simulará a una elección, pero que no es una elección. En una contienda electoral, que no existe y los candidatos, que no lo son, se disciplinarán en aras de una unidad partidista, que es una fantasía creada por la ambición de las corcholatas, para ser favorecidos por la voluntad del pueblo que en realidad es una encuesta levantada e interpretada a capricho del presidente en un proceso que no es dedazo.

¿Y la autoridad electoral? Nada novedoso tampoco. Actuando como el inspector de Hacienda o del Seguro Social para quienes no existe el empleo informal que representa el 60 % del total o como el policía o juez que prefieren no enfrentar al crimen organizado por miedo o complicidad. Todo dentro de la normalidad que tolera la ilegalidad.

También estoy equivocado, cuando me pregunto si estamos ante unas elecciones fake. Estoy en el error y se me olvida que los candidatos, las campañas y las elecciones no existen. Son sólo un sueño colectivo del que no queremos salir porque nos entretiene y divierte y nos permite olvidarnos de todo lo que tampoco existe: la inseguridad, la falta de medicinas, el maltrecho sistema eléctrico nacional, el riesgo hídrico y la decepción de la selección mexicana de futbol. Gracias a Dios y al señor presidente, nada existe.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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