Opinión

Emprendimiento, el valor inicial para nuestro país

Quien desee emprender en el futuro deberán entender los nuevos fenómenos sociales, culturales y tecnológicos, reflejados a través de nuevas marcas, productos y servicios, desde una visión holística, que les permita decodificar los comportamientos subyacentes, y de esta forma reconocer qué los origina, las expectativas que promueve y su potencial para ser aplicados en otros ámbitos empresariales.

Esto significa estar atentos a cómo la redefinición del acceso a los bienes y servicios representado por Blablacar se está aplicando a otras empresas y sectores. Cómo la economía transparente y bajo demanda incorporada en los Grupos de Consumo Local impactará las expectativas en cada industria.

O cómo aplicaciones como Tiktok seguirán transformado por completo la forma de comunicarnos, cambiando incluso la manera en la que las marcas se relacionan con su clientela. Para de esta forma ser capaces de crear marcas, productos y servicios que reflejen estas nuevas expectativas de las personas consumidoras. Como dijo Steve Jobs “Nuestro trabajo es averiguar lo que van a querer los usuarios antes de que lo hagan.

La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras. Nuestra tarea es leer cosas que aún no están en la página” Pero entonces ¿cuál es el lugar más indicado para buscar nuevas tendencias?. Debes saber que las principales transformaciones se están produciendo en los márgenes del sistema. Es decir, si quieres encontrar ideas realmente transformadoras debes hacerlo fuera de los ámbitos tradicionales que caracterizan la actividad del sector. Aquí la hibridación jugará un papel fundamental para generar ideas de negocio innovadoras que apueste por una visión muy diferente y que te permitan cautivar con nuevas propuestas a tu clientela potencial. Es lo que el autor sueco de la Escuela de Harvard, Frans Johansson llama Efecto Medici: “Mientras más diferentes sean las partes que se combinen, más oportunidades de innovación habrá, y por lo tanto, se producirán innovaciones de más calidad, más rompedoras”, lo que denomina innovación disruptiva. Esto implica otra forma de entender los negocios, donde es realmente productivo establecer conexiones entre mercados y sectores aparentemente distantes. De hecho, muchas de las tendencias de consumo nacen de la hibridación de conceptos que hasta hace muy poco tiempo eran considerados inconexos.

Por ejemplo, de la irrupción de los consumidores en los modelos de producción nace la economía colaborativa; la gamificación surge de la aplicación de dinámicas propias del juego en entornos no lúdicos, donde profesionales del mundo de la informática o el diseño y humanistas tienen mucho que decir en la forma en la que se generan nuevos comportamientos en las empresas, el sector sanitario, o la ciudad.

La innovación ya no es un valor exclusivo de los mejores, la innovación ya es creciente, y ligada a la transparencia que casi del total de los servicios y productos disponibles en el mercado, obliga a las organizaciones a ofrecer siempre algo mejor a ritmos cada vez más acelerados, Se trata de una fuerza de cambio que amenaza a las marcas con dejarlas en una posición irrelevante, lo que supone grandes retos de innovación y transformación continua para las empresas y personas emprendedoras; pero que da a los consumidores y consumidoras la oportunidad de disfrutar de nuevos productos y servicios de forma casi continua. El número de innovaciones que se han generado desde cualquier parte del planeta ha crecido exponencialmente en los últimos años, aceleradas por la democratización y globalización de las tecnologías, el software y las herramientas de fabricación como la impresora 3D.

En caso de un impacto positivo el aumento e inevitable conciencia del impacto de sus acciones está dejando a muchas personas atrapadas en una espiral de culpa por los impactos ambientales, sociales y de salud negativos de su consumo. Combina esto con el creciente número de negocios éticos y sostenibles, y el resultado es una expectativa de que nuevos productos y servicios ofrecerá a la clientela el placer de seguir consumiendo, pero con la indulgencia de no preocuparse -o al menos preocuparse menos- de su impacto negativo. Es lo que se denomina como guilt-free consumption, sin embargo, la mayoría de personas consumidoras no poseen valores donde el más mínimo impacto negativo sobre el planeta, la sociedad o ellos mismos sea inaceptable.

Simplemente quieren asegurarse de que este impacto sea el menor posible, por lo que la expresión personal en las sociedades de hoy y de la abundancia material es reflejada en la clientela y que está dando prioridad, cada vez más, a la expresión de su individualidad a través del consumo de productos y servicios llenos de significado.

Luis David Fernandez A

Economista

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