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Animalidades

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En otro orden de ideas, y aunque sobre el punto ya me he expresado en diversas ocasiones, no saben cuántas veces al día me siguen viniendo a la memoria las palabras-sentencia del apreciado MVZ Leonel Pérez Villanueva, cuando durante una entrevista que me concedió presencialmente para El Arca de Noé -programa unitario que conducía su servidora en la Radio Red de José Gutiérrez Vivó- espetó insistentemente en que me fijara que todo lo que estaba sucediendo (y que sigue pasando) con los perros, particularmente en referencia a los que estaban en situación de calle (violencia, abuso, enfermedades, abandono, etc.), sólo era un paso anterior a lo que el ser humano sufriría en la misma forma. Quizás por mi edad en aquel tiempo o por mi todavía poca experiencia con el tema no preste debida atención a lo que trataba de enseñarme el Maestro, y que ahora es frase que me aborda un día sí y el otro también. Para no ir más lejos, hace apenas unos días se dio en nuestro México feliz feliz el linchamiento y posterior ahorcamiento, previo arrastre, de un ladrón. No recuerdo el sitio y, al poco rato, desde la localidad Tumbadero Escobal, en Puebla, corrió igualmente la noticia acompañada de imágenes muy dolorosas, del ahorcamiento de un par de perros que por vil hambre habían mordido, que no matado al parecer, a un borrego. Más tarde…

Aparecieron comunicados a través de las redes sociales sobre dos acontecimientos relativos al arrastre mortal de dos canutos desde diferentes vehículos en movimiento veloz. El primer hecho se dio en Rioverde, SLP, a cargo de mujer joven utilizando motocicleta desde donde arrastraba a un perro al que previamente le había amarrado el hocico con alambre. El segundo suceso fue en Empalme, Sonora, por parte de masculino de mediana edad que junto a la damisela, no se le puede entender más que con la dolosa intención de terminar vilmente con la vida de esa criatura, al actuar los dos con perversidad extrema, representando incluso un peligro social. Gracias a la pronta intervención ciudadana y particularmente a la policiaca en el primer caso (en la persona del oficial Jesús E. Trejo Pérez) fue que los indefensos chuchos salvaron la vida, más quedando con lesiones físicas y emocionales que de librarla, los acompañarán el resto de su existencia. Me pregunto qué clase de excremento (con sincera disculpa a los desechos orgánicos) tendrán en la cabeza ese par de basuras (asimismo con perdón a la basura), ya que no puede haber ab-so-lu-ta-men-te ninguna causa que merezca trato así a nuestro más cercano prójimo no humano que, aunque inteligente, siempre responde y responderá a su principal instinto de sobrevivencia, dado lo cual no se les puede culpar y menos sentenciar a un final tan atroz, hayan hecho lo que hayan hecho, porque además y siempre, existe motivación que los provocó a reaccionar. Siendo así, tanto la tipeja potosina como el infeliz sonorense que dizque no dio cuenta de que el perro había caído de la caja de la pick up (fue filmado desamarrando al animalito del enganche (hitch) tras ser abruptamente detenido por una indignadísima ciudadanía), deben pagar caro por su criminal abuso, y…

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Por si faltaba algo más de tono tan horripilante, se dio también por estos días un testimonio más de la estrecha relación entre la criminalidad humana y el maltrato a los animales, cuando en la ciudad de Milwaukee, EE. UU., un pequeño de 10 años mató a su madre utilizando… quizás… la misma pistola con la que balaceó al perro de casa cuando solamente tenía 4 años. Así las cosas…

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