Opinión
Dr. Mario Antonio Ramírez Barajas

De la familia como esperanza social

VIOLENCIA Y VIDA COTIDIANA

Hace muchos años, cuando era estudiante de secundaria, recuerdo con claridad la lectura de un libro de Mario Benedetti llamado ‘‘Pedro y el Capitán’, en un relato muy breve describe con mucha claridad y emoción la relación entre un torturador de la dictadura y un guerrillero capturado en el fragor de la batalla, de quien pretenden obtener información para capturar a sus compañeros de lucha gracias a esa delación.

Por supuesto, nunca lo logran.

El nudo se centra en la reflexión sobre cómo puede ser posible la coexistencia de un hombre capaz de ejercer la violencia a través de la tortura, con su mujer y su hijo, esto es, con su familia.

¿Cómo se puede recibir el beso limpio de tu hijo o la cálida caricia hogareña de tu esposa, después de infringirle un daño irreversible a otro ser humano?

El escritor inglés G. K. Cherteston, en uno de sus ensayos más lúcidos, jugaba con culpar al Capitalismo y señalar como este había sustituido la figura paterna del jefe de familia, por la del patrón y los núcleos de viviendas agrupadas por similitud social, por otros amontonados alrededor de las fábricas y los centros de trabajo.

La debilitación del núcleo familiar se refleja por completo en el tejido social en su totalidad.

Nuestra generación, al menos de los nacidos entre los 50, 60 y 70, han vivido una transformación profunda de modelo familiar, donde hemos pasado de un patriarcado indiscutible, a la integración de la mujer al mercado laboral.

Nuestras esposas trabajan, ya no hay Mamás todo el día haciendo el quehacer en espera de esposo, y en los estratos sociales donde todavía sucede esto la calle se ha tragado a nuestros niños y los regresa digeridos de tal modo que regresan más identificados con la influencia de los cabecillas de sus grupos que con las de sus padres.

VALORES Y SOCIEDAD

La educación y la familia son la única opción para una solución definitiva

La educación y la familia son la única opción para una solución definitiva

Foto. Especial

Los valores familiares, la solidaridad y el sentido de pertenencia están perdiendo peso ante la velocidad con que nos movemos actualmente como sociedad.

En ese contexto el deporte emerge como una gran opción para aportar los elementos educativos y sociales para participar en la transformación de una sociedad poca activa, en una participativa.

El concepto de familia ha cambiado, actualmente se ha avanzado en el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo y somos cada vez más liberales ante el divorcio.

El paso siguiente es, necesariamente, volcar todos los esfuerzos en estimular y fomentar la consolidación de una familia capaz de superar estos problemas y seguir siendo el referente en valores y conducta de los hijos y nietos.

La educación y la familia son la única opción para una solución definitiva a la alteración del tejido social por parte de la delincuencia.