Opinión
¿Qué haremos cuando nos alcance el Día Cero?
Leonor Gómez Otegui

¿Qué haremos cuando nos alcance el Día Cero?

De acuerdo con el World Resources Institute (WRI), México se encuentra entre los principales países del mundo con un “alto estrés hídrico”. Esto quiere decir que la demanda de agua es mucho más alta que la cantidad disponible que tenemos en distintas regiones del territorio nacional.

Agua.org

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La situación de la Ciudad de México es particularmente delicada por el tamaño de su población urbana. El escenario que se anticipaba hace casi 40 años parece estarnos alcanzando y es impostergable preguntarnos: ¿qué haremos cuando nos alcance el Día Cero, esa apocalíptica fecha en la que no tendremos acceso al agua potable?

Los cálculos del WRI es que aproximadamente para el año 2050, cuando menos 3.5 millones de personas en el mundo sufrirán escasez de agua, lo que a su vez conllevará otro tipo de problemas como enfermedades y conflictos sociales. Por su parte, la ONU estima que en tan sólo 7 años, es decir para el año 2028, la Ciudad de México (que actualmente es la tercera entidad con mayor estrés hídrico) podría llegar al Día Cero.

Lo cierto es que, aunque gran parte de los esfuerzos gubernamentales de los últimos años se han concentrado en garantizar y ampliar el derecho al vital líquido, la desigualdad en su acceso sigue siendo uno de los retos más importantes y forman parte de la agenda prioritaria de universidades, centros de estudio, colectivos, asociaciones civiles y autoridades.

Y es que aunque no todos lo veamos bajo el mismo lente, en la Ciudad de México existen distintos tipos de realidades si de acceso al agua potable hablamos. No es los mismo para quienes viven en alcaldías como Iztapalapa, Iztacalco y Tláhuac; que para quienes habitan en zonas como Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa. No sólo por la disparidad de los niveles socioeconómicos, sino también por factores geográficos y por el estatus de la propia red primaria de abastecimiento, así como por la distribución del líquido a los cinco mega sectores en los que se divide la capital.

Dato importante es que aunque la disponibilidad de agua potable ha ido a la baja en todo el mundo, la demanda se ha mantenido e incluso ha aumentado debido a situaciones como la pandemia de Covid19.

En el caso particular de la Ciudad de México, por ejemplo, donde la demanda de agua potable per cápita ya de por sí es muy alta, ésta aumentó hasta en un 50% durante el confinamiento, lo cual evidenció aún más el nivel de estrés hídrico que vive nuestra metrópoli.

Lo que se advierte, pues, no es cosa menor. El Día Cero podría estar más cerca de lo pensamos si continúa el ritmo actual de demanda, precipitación y extracción. Anualmente, por ejemplo, la Ciudad de México registra una precipitación media anual de 682 mil metros cúbicos, pero de ésta cuando menos el 72% se evapora.

Mientras eso ocurre, el nivel de extracción es de 2 mil 922 hectómetros cúbicos, lo cual implica que se rebase por mucho, cuando menos en un 150%, la disponibilidad de agua en la cuenca.

Estamos frente a un escenario inevitable, pero a buen tiempo de tomar medidas extraordinarias en todos los niveles y sectores para procurar el vital líquido. Si bien la disponibilidad de agua potable y su gestión dependen de la buena gobernanza, todos podemos poner nuestro grano de arena para cambiar los patrones nocivos que hoy complican la ecuación.

Desde el cuidado y ahorro del líquido, así como la implementación de sistemas de captación de agua de lluvia en nuestros hogares; hasta la reducción en el consumo de carne y de otros productos cuya huella hídrica es muy alta (refrescos, alimentos procesados, textiles, etcétera). Son muchas las acciones individuales que podemos emprender de inmediato. Hagamos conciencia sobre lo que se avecina.