Opinión

Hitler 2.0

Fran Ruiz, el emprendedor que revolucionó el sector de la moda
Fran Ruiz, el emprendedor que revolucionó el sector de la moda Fran Ruiz, el emprendedor que revolucionó el sector de la moda (La Crónica de Hoy)

Pocas palabras concentran tanta maldad como Hitler. Tal es su grado de malignidad absoluta que recurrir a esa palabra para hablar de otro personaje se antoja una tarea casi imposible... casi.

Comparar al mayor criminal que ha conocido la humanidad con Donald Trump es correr el riesgo de lograr el efecto contrario, una corriente de simpatía hacia su persona por lo desproporcionado de la comparación. La prueba es que cuando el Papa se atrevió a llamarlo “no cristiano” el magnate logró sus dos victorias más contundentes en la carrera republicana por la candidatura presidencial, en Carolina del Sur y luego en Nevada. Pero siempre será peor guardar silencio y no alertar del peligro que representa Trump, antes de que se cruce la línea roja y se llegue a un punto de no retorno en el que nadie pueda frenarlo, y esto podría ocurrir tan pronto como la semana que viene, cuando se celebre el “supermartes” (primarias en doce estados), y especialmente el 15 de marzo, cuando la batalla se traslade a Florida y el establishment conservador tenga su gran oportunidad de imponer como candidato al “moderado” Marco Rubio.

Obviamente lo primero es descartar lo obvio: Hitler es un genocida y Trump no. Por tanto, no resiste ninguna comparación entre el magnate showman y megalómano con el plan del fuhrer alemán para eliminar a los judíos europeos. En lo que se parecen ambos políticos es en la asombrosa facilidad que poseen para hipnotizar a las masas, asustándolas y entusiasmándolas al mismo tiempo. En otras palabras, son virtuosos en el arte de convertirla demagogia en un medio muy rápido para tomar el poder. En este punto, la comparación de Trump con Hitler es como mínimo inquietante, y si no, comprueben:

Hitler inoculó su odio a las masas, invocando la humillación impuesta por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial a una Alemania en ruina económica. Para hacer más visible y cercano ese odio buscó un enemigo interno: los banqueros judíos y luego, de un plumazo, todos los judíos.

Trump, por su parte, jalea a las masas alegando que Estados Unidos está arruinado porque México le está robando las empresas y miles de puestos de trabajo. En este punto, el magnate se comporta incluso peor que Hitler, ya que basa todo su argumento en una doble mentira, ya que ni Estados Unidos está en decadencia económica ni el gobierno mexicano juega sucio para atraer a su suelo a las multinacionales.

Trump buscó también un enemigo interno: los inmigrantes latinos y en concreto los mexicanos, a lo que acusó (sin retractarse) de cruzar la frontera para “violar” e introducir drogas. Y siguiendo el manual del fuhrer, el magnate considera que a sus víctimas no sólo hay que exponerlas a la ira de los “ciudadanos honrados”, sino que hay que humillarlas. De igual modo que los judíos se vieron obligados a levantar el muro del “gueto” de Varsovia, Trump jalea a sus seguidores preguntándoles quién levantará un muro en la frontera, a lo que las masas responden exaltadas: “¡México, México!”.

Como alerta Danielle Allen, la experta politóloga de Harvard en su última columna en The Washington Post, los alemanes de bien optaron por el “exilio interno” y guardaron silencio ante la demagogia peligrosa de Hitler; pero cuando trataron de remediar su error fue demasiado tarde. Que no suceda lo mismo con Trump en Estados Unidos. Aún hay tiempo de evitar una catástrofe, antes de que sea demasiado tarde.

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