Opinión

Hitler en México

En días pasados hemos asistido a un espectáculo bochornoso: el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo, en una de sus mañaneras: “En el caso del señor Alazraki, pues ya tenemos también tiempo con muchas diferencias. Él es en extremo conservador, es como hitleriano.” En respuesta el Comité Central de la Comunidad Judía de México y Tribuna Israelita emitió un comunicado breve pero contundente: “La Comunidad Judía de México rechaza el uso del término hitleriano para referirse a cualquier persona,” y calificó como “lamentable e inaceptable” toda comparación con el régimen “más sanguinario” de la historia. El tabasqueño contestó a este comunicado: “Yo respeto mucho a la comunidad judía, pero eso no quiere decir que tengan una especie de patente de corso para afectar la transformación.” Un insulto de la peor ralea en boca de un jefe de Estado contra un ciudadano mexicano de origen judío.

El propio Carlos Alazraki publicó una carta dirigida al Jefe del Ejecutivo: “Le tengo que decir que NUNCA un presidente me había ofendido.

“Usted me DIFAMÓ diciéndome HITLER, MUSSOLINI, FRANCO Y STALIN.

“Además, sigo sin entender por qué me dijo Hitler, siendo judío al igual que la niña de sus ojos Claudia Sheinbaum (aunque sea renegada)

“Presidente: ¿A qué vinieron al caso esas ofensas?” (El Universal, 30/06/2022)

En la misma ocasión en la que López Obrador contestó al comunicado emitido por la comunidad judía, se refirió a Joseph Goebbels queriendo hacer un paralelismo entre lo que hizo uno de los hombres más cercanos a Hitler y la labor a la que se dedica Alazraki, la publicidad; pero no hay comparación. Veamos: Joseph Goebbels fue el padre de la propaganda nazi y quien encabezó el Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Hitler al llegar al poder en 1933. Previamente, Goebbels se había desempeñado como director de comunicación del Partido Nazi. Su trabajo fue decisivo para que Hitler y los nazis tomaran el mando en Alemania. Hermann Göring, comandante de la Luftwaffe (la fuerza aérea) llamaba a Goebbels “enano cojo y diabólico”

Hitler le otorgó un poder inmenso a Goebbels. Entre las primeras cosas que llevó a cabo fue centralizar el aparato mediático al tiempo que prohibió las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control. Ideó un sistema de consignas que debía ser repetido a través del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa.

Adolfo Hitler, III Reich de Alemani

Adolfo Hitler, III Reich de Alemani

Mediateca INAH

Vale la pena enlistar los once principios de la propaganda nazi creados por Goebbels:

1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo (la esvástica); individualizar al adversario en un único enemigo.

2.- Principio del método del contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3.- Principio de transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”

4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5.- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”

6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.” De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.”

7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente información y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8.- Principio de verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de información fragmentaria.

9.- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramación con la ayuda de medios de comunicación afines.

10.- Principio de transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando la impresión de unanimidad.

Como dice Altaveu: “No, no se froten los ojos. Está volviendo a pasar delante de nuestras propias narices y se lo estamos consintiendo, porque hemos olvidado la historia más reciente. Es terrorífico observar lo vigente que siguen hoy en día esos principios de la propaganda nazi.”

Varios autores han puesto de relieve los vasos comunicantes que hay entre el nacismo, el fascismo y el populismo: Federico Finchelstein, From Fascism to Populism in History, (University of California Press, 2017), John Keane, The New Despotism, (Harvard University Press, 2020), Michiko Kakutaani, The Death of Truth, (Tim Duggan Books, 2018), Madeleine Albright, Fascism. A Warning, (Harper Collins Publisher, 2019)

Al mencionar al nazismo, López Obrador escupió al cielo: él solito se pringó.

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