Opinión

El hostigamiento presidencial

Como si no hubiera temas más importantes que abordar, en la mañanera de ayer el inquilino de Palacio Nacional se regodeó durante 57 minutos atacando a los medios de comunicación cuya “inmensa mayoría (…) en realidad son medios de manipulación que están abiertamente contra nosotros”.

Cualquier señalamiento a los múltiples errores de su gobierno lo toma como una afrenta personal y lo califica como una gran falacia. El presidente ha de creer que Lord Molécula y similares son el modelo a seguir.

Don Andrés inició la mañanera refiriéndose a José Cárdenas, a quien acusó de no haber transmitido una entrevista que le hizo hace ¡35 años!... Durante tres décadas y media ha guardado ese resentimiento. Caray, y dice que no es rencoroso.

Luego lo acusó, junto con Ciro Gómez Leyva y Joaquín López Dóriga, de ejercer el periodismo en “nado sincronizado”. Después de casi 40 años en la política, AMLO se hace el inocente para desconocer cuál es el ritmo que se sigue con las noticias relevantes a lo largo del día.

A lo largo de una hora, estos periodistas fueron acusados de hipócritas, falsarios, chayoteros y servidores de la oligarquía; de pasadita, también señaló a Carmen Aristegui. Se ve que AMLO no quiere periodistas observadores de la realidad, sino una feligresía que difunda “la palabra” cuasi sagrada que sale de Palacio Nacional…

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera

Cuartoscuro

La mayor parte de los golpes se los llevó Ciro Gómez Leyva. ¿La razón?: Presentar una encuesta de México Elige en la cual se muestra el avance de Xóchitl Gálvez. Dicen que “subió como un globo a la estratósfera”, se quejó el presidente, “(…) y que los conservadores están casi empatados con los transformadores”. Por lo que se ve, don Andrés no entiende que si alguien ha hecho crecer a Gálvez ha sido él mismo y ahora echa la culpa a medios y casas encuestadoras.

No conforme, el presidente difundió un video de 2012 en el cual Gómez Leyva reconoció la equivocación de la casa encuestadora contratada por Milenio para dar seguimiento a las preferencias electorales. Durante tres meses, dicha agencia había indicado que Enrique Peña Nieto ganaría a López Obrador por un margen de dos dígitos y el resultado de los comicios fue una diferencia de 6.5 puntos.

AMLO calificó la disculpa ofrecida por Gómez Leyva al auditorio como “un truco, una actitud falsaria, hipócrita… ¿Ustedes creen que no sabían lo que estaban haciendo? Claro que sí, fue una estrategia perversa para beneficiar a un candidato y a un partido”. Lo que no reconoce el presidente es el empuje que él mismo ha dado a los candidatos morenistas a gubernaturas y, ahora, a la Presidencia.

Sobre los dueños de Grupo Radio Fórmula, donde se transmite el noticiero “Ciro por la mañana”, el presidente afirmó que “canasteaban dinero del presupuesto, dinero del pueblo. Y por eso, todos alineados, como vasallos, aplaudiendo y callando, quemando incienso a los presidentes, porque (había) muchos billullos, mucho dinero.” ¿Tuvo problemas de audición AMLO cuando los medios denunciaron La Casa Blanca o los fraudes de distintos gobernadores priistas?

Lo que en su soberbia no alcanza a ver López Obrador es que su discurso irrespuetuoso, estigmatizante y antidemocrático sienta las bases para la violencia contra los periodistas mexicanos. Si el presidente se da la “libertad” de atacarlos en cobertura nacional utilizando recursos del Estado, ¿por qué habrían de respetar a los periodistas otros burócratas, grupos de poder y hasta el crimen organizado?

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México ha sido catalogado por Artículo 19 y Reporteros sin Fronteras como el país más peligroso para ejercer el periodismo. De hecho, con los 40 asesinatos de los profesionales de medios ocurridos en esta administración, México concentra el 20 por ciento del total mundial. Aún más, Artículo 19 denuncia que las intimidaciones y agresiones han crecido 52 por ciento desde 2016.

Cabría recordarle al presidente que en la mañanera del 14 de diciembre de 2022, expresó que escuchar el noticiero de Ciro Gómez Leyva era “dañino para la salud (…) y puede provocar un tumor en el cerebro”. Un día después, el periodista sufrió un atentado que apenas libró con vida.

“¿Qué sigue, presidente?”, reviró Gómez Leyva ayer mismo. “¿Qué es lo que sigue conmigo: un segundo atentado?”

Ya basta, don Jesús.

¡YA BASTA!

P.D. Mi solidaridad con mis colegas aquí mencionados y con los familiares de los 40 periodistas asesinados en el curso de esta administración.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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