Opinión

La ideología, la doctrina y las frases oportunas

Atrincherado en los muros del Palacio Nacional, el presidente de la república expresa una vez más la metafísica creencia en su trasmutación, su convicción transfigurada:

“Yo ya no me pertenezco.”

--¿Cuántas veces nos lo ha dicho esta gran frase ante la cual el discurso político adquiere dimensiones supra humanas; cuál es el significado de esa especia de metempsicosis política, de esa trasmutación, de ese cambio de sustancia, materia y posesión, de esa trascendencia más allá de lo temporal cuyo enunciado tanto me recuerda los versos de Carlos Pellicer a Morelos, dignos de cualquier epopeya recitativa en un fin de cursos en Cuautla:

--No los recuerda? Decía el tabasqueño del Siervo de la Nación:

“…Gloria a ti que empobreciste a los ricos

y te hiciste comer de los humildes,

procurador de Cristo en el Magnificat…”

Te hiciste comer de los humildes dijo don Carlos cuya savia católica se destilaba en los versos o los pesebres inmortales de su nacimiento decembrino, cada año en Las Lomas. Pan de la pobreza, alimento de miserables, comunión y eucaristía-

--¿Habrá en esta definición presidencial sobre la pérdida personal de pertenencia algún eco evangélico?

Ya no, podrá deciros yo soy el que soy, sino mejor, yo soy ustedes, soy carne y sangre de la carne y la sangre del pueblo, soy aquello dicho por un poetastro argentino en favor de la Santa Evita: “volveré y seré millones”, en la más ferviente oración seudo literaria del populismo peronista.

“Ya no me pertenezco”, verbo recurrente en un discurso combinado entre la ideología política y la fraseología emotiva, contundente, emocionalmente poderosa. Desde el principio desde el primero de diciembre del 2018, Andrés Manuel López Obrador sacudía así las fibras sentimentales del pueblo entusiasta[U1] y conmovido por su arribo providencial a este valle de lágrimas, a la gran silla desde la cual iba a dispensar todos los dones negados por siglos de expolio y maltrato a los sufridos, a los humildes, a los despojados, desheredados, necesitados, menesterosos, pobres, en fin.

“(El financiero). - El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, pidió a los mexicanos que no lo dejen solo durante su mandato que inició este sábado.

"No me dejen solo, porque sin ustedes no valgo nada o casi nada (…) Yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes", dijo en la plancha del Zócalo, en un evento en el que, según autoridades, asistieron 150 mil personas.

"…Sin ustedes, los conservadores me avasallarían fácilmente, pero con ustedes me van a hacer lo que el viento a Juárez…

"…Conozco la historia, cuando gobernantes revolucionarios se desprenden, cuando gobernantes revolucionarios cometen el error de separarse del pueblo no les va bien. Gente buena que se ha ido quedando sola por no tener la comunicación con el pueblo, yo les necesito porque como decía el presidente Juárez: 'Con el pueblo todo, sin el pueblo nada…

"…Estamos ante un momento estelar en la historia porque entre todos empezamos a construir la justicia y la felicidad que nuestro pueblo merece y una nueva vida para nuestra gran nación. ¡Que viva México! "

Pero mientras se decide a quien pertenece nuestro señor presidente, a pesar de la renuncia personal a su propia humanidad y su decisión de endorsársela, transferirla o escriturarla en favor del pueblo bueno, los hechos son muy simples.

Toda esta interpretación de abandono del egoísmo y hasta del ego mismo, se hizo para decir como en aquella frase del génesis (4.9) “yo no ando cuidando a mi hermano”, porque la historia de Pío y sus afanes de clandestina recaudación y toda aauella andanza del David León y la talega de ignota procedencia y más desconocido fin, sigue desde entonces en el miusterio, no obstante las evidencias electorales de la historia de todos tan sabida y de tan inexistentes consecuecias judiciales por sí o por no, en medio de un sistema de fiscalía durísma cuando atañe a los intereres personales del fiscal o la obediencia del furioso mastín cuyas órdenes de ataque provienen del Zócalo.