Opinión

Lecciones de Nietzsche para comprender a los populistas

Este texto no es un artículo. Sin embargo, me he atrevido a abusar del espacio para compilar fragmentos de los aforismos del enorme filósofo Nietzsche, con el propósito de invitar a pensar, desde ellos, lo que está ocurriendo con los liderazgos populistas de nuestros tiempos, y para comprender por qué logran cautivar y seducir a tantas personas que, pareciera con base en la locura, les escuchan, les creen y apasionadamente les siguen a donde sea que los guíen.

Utilizo para estas citas el volumen III de las Obras Completas de Nietzsche, editadas en español por Tecnos.

“Los espíritus subversivos más peligrosos… Losa que persiguen un cambio de régimen en la sociedad pueden ser divididos entre los que quieren conseguirlo para sí mismos y los que quieren hacerlo para sus hijos y nietos. Estos son los más peligrosos, pues tienen la fe y la buena conciencia del desinterés. Los otros pueden ser acallados: la sociedad dominante es siempre lo bastante rica e inteligente para hacerlo. El peligro comienza en cuanto los objetivos se vuelven impersonales; los revolucionarios por intereses impersonales tienen todo el derecho a considerar a los defensores de lo establecido como gente que busca su propio interés, y por tanto, sentirse superiores a ellos”.

“Los intelectuales como políticos. A los intelectuales que se hacen políticos se les asigna usualmente el cómico papel de tener que ser la buena conciencia de una política”.

Nietzsche

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Especial

“El lobo escondido tras la oveja. Bajo ciertas circunstancias, prácticamente todo político puede llegar a tener una necesidad tan imperiosa de contar con una persona honesta que irrumpa en el redil, cual lobo hambriento; pero no para devorar el carnero robado, sino para esconderse tras su dorso lanoso”.

“Enemigas de la verdad. Las convicciones son unas enemigas de la verdad más peligrosas que las mentiras”.

“El modesto. Quien es modesto con las personas, con tanta mayor fuerza muestra su arrogancia con las cosas (ciudad, Estado, sociedad, época, humanidad). Ésta es su venganza”.

“La férrea necesidad. La férrea necesidad es una cosa que los hombres, a lo largo de la historia, comprenden que ni es férrea ni es necesidad”.

“Mantener una opinión. Uno mantiene una opinión porque se figura haberla obtenido por sí mismo, otro porque la ha aprendido con esfuerzo y está orgulloso de haberla entendido: ambos pues, por vanidad”.

“El genio de los tiranos. Cuando en el alma actúan unas ganas irreductibles de hacerse vales de manera tiránica, alimentando constantemente su fuego, incluso un pequeño talento (en políticos, artistas) se convierte poco a poco en una fuerza de la naturaleza cari irresistible”.

“Metas demasiado altas. Quien se propone públicamente unas metas altas y luego se da cuenta en secreto que es demasiado débil para ellas, normalmente tampoco tiene fuerza bastante como para retractarse de ellas públicamente, y entonces, inevitablemente se vuelve hipócrita”.

“Gozo de sí mismo en la vanidad. El hombre vanidoso no quiere tanto destacar como sentirse destacado; por tanto, no desdeña ningún medio para engañarse y engatusarse a sí mismo. No es la opinión de los demás lo que le preocupa, sino su opinión sobre la opinión de ellos”.

“Excepcionalmente vanidoso. El hombre modesto normalmente se vuelve muy vanidoso y sensible a la fama y a las alabanzas, cuando está enfermo físicamente. Como se pierde a sí mismo, necesita recuperarse a través de la opinión ajena, desde fuera”.

“Sugerencia para los jefes de partido. Cuando se empuja a la gente a declararse públicamente a favor de algo, a menudo se le empuja a hacerlo también en su interior, pues en adelante querrá que se le considere coherente”.

“Peligrosa disposición para el socorro. Hay hombres que buscan volver la vida pesada a los demás, sólo por el motivo de ofrecerles luego sus recetas para aliviarles la vida, por ejemplo, su cristianismo”.

“Mártires. El discípulo del mártir sufre más que el mártir”.

“Pasión y derecho. Nadie habla de su derecho con mayor pasión que quien en el fondo de su corazón duda de él. Arrastrando a la pasión de su parte, busca aturdir a la razón y sus dudas: obtiene así la buena conciencia y con ella el éxito entre sus semejantes”

“La convicción es la fe de poseer, en algún punto del conocimiento, la verdad absoluta. Esta fe presupone por tanto que existan verdades absolutas; así como que hayan sido encontrados los métodos perfectos para llegar a ella; y, en fin, que quien quiera que posea convicciones se sirve de esos métodos perfectos. Estas tres aserciones demuestran enseguida que el hombre de convicciones no es el hombre de pensamiento científico; se encuentra en la edad de la inocencia teorética y es un niño, por cuanto haya podido crecer. Los innumerables hombres que se sacrificaron por las propias convicciones pensaban que lo hacían por la verdad absoluta. Y en esto todos ellos se equivocaron: probablemente hasta ahora no se ha sacrificado ningún hombre por la verdad… pero en realidad se quería tener razón porque se consideraba que uno tenía que tener la razón”.

No todo es pura acidez en Nietzsche. Ante todo lo anterior, rescato también uno de sus aforismos que permiten plantear una salida:

“El primer pensamiento del día. La mejor manera de comenzar bien el día es despertarse pensando si este día uno puede dar alegría al menos a una persona. Si esto llegase a sustituir la costumbre religiosa de la oración, nuestros semejantes sacarían mucho beneficio de este cambio”.

Investigador del PUED-UNAM