Opinión

La ley no está para aplicarla a modo y/o conveniencia

En otro tema, en lo personal sigo atragantada con lo sucedido la semana pasada en el Mercado Sonora de CDMX. Uno, porque la amenaza de un incendio siempre estará latente y, dos, porque es histórico lo que ahí acontece con los pobres animales vendidos como amuleto o para ritos, y asimismo por lo sospechosísimo que resulta la venta masiva de animales de compañía y de “abasto”, sin omitir el descarado comercio ILEGAL de fauna silvestre protegida e incluso de la no protegida, sin que ninguna autoridad -ni política ni administrativa ni sanitaria; ni local ni federal- de cualquier color político le haya querido entrar… cuando no porque son “santeros” y bien se les reconoce; cuando no porque les significaría un problema político-social-económico, sin dejar de lado la conocidísima disciplina que los encargados de puestitos burocráticos deben a sus jefes y que en este particular caso, para peor, serían tres a los que estaría y estará obedeciendo sumisamente quien ya con nivel de Directora General tiene a su cargo la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Y que conste que no es nada personal contra Leticia Varela, de quien siempre he recibido amable atención, sólo que debutó muy mal publicitándose arropando cachorros y desnutridos mininos que, en mayoría, fueron canalizados a una asociación protectora, pero, lo que son chivos, aves y reptiles les fueron regresados a sus “propietarios” o ni siquiera se les cuestionó su posesión, siendo que a todas luces debió proceder un aseguramiento precautorio, facultad-obligación que principalmente recae en el cuerpo policiaco referido y que no se llevó a cabo a pesar de la evidente mala condición física de los animales y del delito de maltrato en flagrancia, incluso cuando los animales ya estaban fuera de peligro gracias al trabajo del siempre admirado H. Cuerpo de Bomberos. Inclusive, fue precisamente Leticia quien a su reciente paso por el Congreso logró la aprobación de una disposición todavía más rígida al respecto, puesto que si la violencia sobre un animal está a la vista la Brigada puede y debe proceder sin miramientos ni resquemor. En lugar de ello prevaleció la inconveniencia política (y seguramente la falta de recursos y espacio adecuados) por sobre lo que hubiera representado retirar al ganado y demás fauna, aunque los chivos les hubieran servido para podar el pasto de la Base Xochimilco donde son mantenidos un ciento de perros rescatados (más los que ya comenzaron a sumarse por parte de las protectoras amigochas de la jefa), en espera de ser adoptados.

Lo cierto es que tanto el Código Penal como la Ley de Protección a los Animales son claros y puntuales en lo relativo a crueldad y maltrato, y que de manera particular por el segundo ordenamiento quedan de-ro-ga-das todas aquellas disposiciones que lo contravengan, máxime entonces una “cédula por derechos adquiridos” derivada de un muy antiguo Reglamento, ante la prohibición de vender animales vivos en mercados.

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