Opinión

Un hasta luego o un adiós a la pandemia

Escribo estas líneas al final de una semana en la que, por fin, no tuvimos ningún paciente hospitalizado por COVID en el Instituto. Esto no había ocurrido desde abril del 2020. Dos años continuos de tener pacientes hospitalizados por la gravedad de la enfermedad, incluidos varios meses durante el 2020 en que todos los pacientes hospitalizados en el Instituto estaban ahí porque tenían COVID. Un hospital en el que todos los enfermos tenían la misma enfermedad. Eso, no lo habíamos visto nunca. Quienes presenciaron la pandemia de influenza en 1918 y vieron algo similar, ya dejaron de existir.

Adiós a la pandemia

Adiós a la pandemia

Durante el mes de abril fui el revisor del sector 7 de internamiento y los pacientes que tuvimos fueron como antes. Tenían diversos padecimientos de medicina interna y cirugía del adulto. Ninguno con COVID. El residente de tercer año encargado del sector es del grupo que ingresaron al Instituto en marzo de 2020 y, por lo tanto, durante el 2020 atendieron exclusivamente pacientes con COVID y durante el 2021, lo hicieron mayoritariamente. Por tanto, esta rotación fue la primera que fue típica de sector de internamiento del Instituto, por lo que por primera vez pudo sentir lo que es ser un médico internista ante pacientes hospitalizados.

Qué difíciles fueron todos esos meses y qué demostración más clara de lo que la ciencia es capaz de hacer en beneficio del ser humano. La pandemia fue controlada en parte, gracias al desarrollo de vacunas. Sin vacunas, seguramente hubiéramos alcanzado en algún momento la inmunidad de rebaño y la pandemia se hubiera reducido, pero con mucho más tiempo y con muchos millones más de muertos en el camino. Las vacunas ayudaron a acelerar la inmunidad de rebaño, pero más que eso, ayudaron a que en millones de gentes el COVID durante el 2021 fuera asintomático o con cuadros gripales de leves a moderados, sin poner en peligro sus vidas.

Hago votos para que la gente siempre tenga en mente que, sin los conocimientos básicos desarrollados previamente, por ejemplo, en biología molecular, desde el famoso artículo de Watson y Crick en abril 25 de 1953, hasta el proyecto del genoma humano, la tecnología instalada en múltiples universidades, hospitales e industrias, y muchos conocimientos más, la generación de las vacunas no hubiese sido posible. Ojalá y lo vivido sirva para que se deje de dudar la importancia de los conocimientos básicos en medicina y se reduzca el acoso sobre los investigadores con la frecuente pregunta: ¿y eso cómo se puede aplicar a la clínica?

Otro aspecto destacable fue cómo aprendimos de la enfermedad. Se realizaron centenas de estudios clínicos que sirvieron para conocerla, detectarla más temprano, reconocer signos incipientes de posibles complicaciones, definir cuándo debía instalarse cada conducta, se encontraron algunos medicamentos útiles para el manejo y se desarrollaron antivirales específicos contra SARS-CoV-2 que, serán de mucha utilidad para su tratamiento ahora que aparentemente está pasando a la fase endémica.

Finalmente, queda ante las mentes de quienes lo quieran ver, la evidencia de la manera en que muchos de los clamores que surgieron a favor de terapias sin evidencia científica, han ido desmintiéndose poco a poco, con los estudios clínicos apropiados. Ojalá y esto también sirviera para que la población haga conciencia de que recetar un medicamento sin el aval de la demostración científica es un error que debemos de evitar.

Llevamos varias semanas con los números más bajos que hemos visto de casos de COVID. Espero que así se mantenga y podamos decirle a la pandemia adiós, en vez de hasta luego.