No olvide por favor la oposición fragmentada por autofagia y no por el demonio que siguen vendiendo de presidente, que hubo votaciones por un cambio sustancial en la política de gobierno. La mayoría de quienes votamos desde 2018 sabíamos que no sería fácil luchar contra la hegemonía aristocrática y corrupta que gobernó (y aún lo hace en varios frentes) al país. Terminar con eso no es cuestión de seis años, pero retroceder podría ser suicida como hubiera sucedido en Colombia.

Dicho esto reconozcamos que para que caminara el Frankeistein VxM de larga data y rescatado una vez más por representantes de la oligarquía mexica, necesitaba ahora sí de un buen cerebro más que palabras de aliento o desplegados apasionados. Pero bueno, le quitaron la máscara al monstruo y una vez más se desplomó porque en su manufactura tenía los pies de barro y el único órgano que le funcionaba de manera sobrehumana era el hígado, cuyos fragmentos se mueven articuladamente como trocitos con patas de arácnido para reconfigurar otros mini Frankesteins.

Ahórrese tiempo, estimado lector, la mejor crónica del nacimiento y el ocaso de este engendro véala en el especial de Los Periodistas del pasado viernes 16 de septiembre. No es comercial, en muchos medios hegemónicos esto no es noticia y le apuesto lo que quiera a que la “militarización” del país será el tema comodín para darle la vuelta a una verdad más dolorosa: no hay una oposición funcional en México y llevar todo a las discusiones biliares puede hacer que renazca un monstruo más de derechas como se ha visto en España, Argentina e incluso en Chile sitios en los que la narrativa mediática tradicional no guarda relación con la realidad y en los que, como en México, sólo desde algunas redes sociales es posible acceder a discursos más equilibrados.

De hecho en México estamos mejor que en España donde la televisión pública está controlada por consejeros blandengues, de derecha o abiertamente “fachas” como lo exponen agudamente los integrantes de La Base, otro fenómeno de redes español que no sólo cubre los vacíos informativos sino que es abiertamente dinámico en su crítica a los modos en los que se manejan los medios al servicio de su majestad, incluso los de medias tintas republicanas que tienen en sus closets por lo menos una coronita de plástico con foquitos. ¿O no?

Fiestas patrias y apoyo popular

La mejor noticia para mí fue la verbena del 15 de septiembre y constatar el apoyo del pueblo por un proyecto que por más propaganda facha o semi facha que recibe en contra; no dudará en volver a hacerlo por quien mejor garantice su continuidad y desde luego su perfeccionamiento. Es desde el movimiento mismo donde se ejerce mejor la crítica a las desviaciones y lo que debe reconstruirse; es dentro de las filas de Morena donde muchos de sus militantes no le dan tregua al monrealismo usurero y victimista que también guarda capas, cetros y coronas de utilería en sus armarios.

Lo que está en juego para la derecha es tanto que aunque se saben perdidos, seguirán con la misma narrativa porque a sus conspicuos y multimodales representantes les aterra una votación abrumadora que gane el Congreso en 2024 como lo hizo en 2018 con un presidente o presidenta que no puede ser el de las medias tintas. Y son los procesos globales los que no dan tregua. Para los próximos seis años no cabe otro Ávila Camache y creo que muchos lo tenemos claro.

Ahora el verdadero poder opositor es el judicial que enseña el diente con algunos amparos de antología del terror jurídico con letras chiquitas, mucho dinero y trajes que abarcan indumentarias y estrategias Saúl Godman o Ele Córdova. Apoyado, y en algunos casos presionado, por todo un aparato mediático que conforma el lawfere mexica.

Yo festejé el desfile, porque representa mi independencia, festejé y grité con millones de mexicanos un ¡Viva México! sin un ánimo de pesadumbre como durante los últimos años. Me emocionó el grito de un presidente diariamente atacado que no pierde popularidad porque está haciendo bien su trabajo y para ello le dedica el doble de la jornada de tiempo al cargo por el que lo votamos.

Y claro, ¡el muera la corrupción, muera el racismo y muera el clasismo! dicho en nuestra fiesta patria más simbólica jamás lo hubieran conseguido articular muchos de los bribones que nos gobernaron. Por cierto, no está de más decirlo: Se vale llorar.