Opinión

Mujer y patriarcado en la mitología

Las mitologías más antiguas y la arqueología nos permiten asomarnos al papel primordial que la mujer tenía en el imaginario de las primeras culturas. Con todos los sesgos y la subjetividad que puede haber en sus interpretaciones, a través de estos relatos podemos observar también los cambios que la mentalidad primitiva fue registrando hasta imponerse una visión predominantemente masculina del mundo y la sociedad.

Existe consenso entre los estudiosos que la primera figura de veneración y culto fue la mujer. Las figurillas femeninas desnudas conocidas como las Venus paleolíticas lo demuestran. Más allá de la discusión académica sobre si las formas de estas pequeñas esculturas pueden interpretarse como una forma estilizada de la belleza femenina predilecta de esa época, o si fue una manera de resaltar con fines de adoración sus atributos reproductivos y nutricios, lo cierto es que constituyeron los primeros ídolos. El área geográfica donde se hallaron abarcaba una amplia zona que va desde el centro europeo hasta los límites con el lejano oriente. (Joseph Campbell. Diosas)

Los cultos a la Diosa Madre se encontraban muy extendidos en las primeras culturas. “La Europa antigua no tenía dioses. La Gran Diosa era considerada inmortal, inmutable y omnipotente, y el concepto de paternidad no se había incorporado aún en el pensamiento religioso”. El primer sacrificio público en Grecia era ofrecido a la diosa del hogar, Hestia. Según Robert Graves el misterio de la maternidad no había sido descifrado. Un mito pelasgo, un pueblo antiguo de la zona, señala que la diosa Eurínome quedó preñada por el viento del norte, Bóreas. Las yeguas quedaban encinta gracias al mismo viento, sin ayuda de un semental.

En la cultura sumeria y babilónica las diosas también fueron los objetos de adoración más antiguos y eran consideradas madres de todos los seres vivos. Ninhursag, Inanna, Isthar, Tiamat, fueron las principales. Entre los semitas, Astarté. En Egipto la diosa Nut fue la madre de los principales dioses: de los mellizos Isis-Osiris, Neftis-Seth. La diosa Hathor, representada en forma de vaca, que con su cuerpo sostiene el universo. En la India la diosa Kali fue la predominante, considerada también la madre y protectora de todos los dioses.

En la Grecia antigua Hestia es la diosa que custodiaba la hoguera, el fuego del hogar; Ártemis, la que no sólo da la vida, sino que también la quita; Deméter, Perséfone, diosas de la agricultura. Selene, Afrodita, Hécate, Medusa y muchas otras diosas del panteón griego son anteriores a las deidades masculinas.

En las sociedades primitivas de las mitologías de las diosas se construyó un sistema de derecho matrilineal. La herencia y el poder se trasmitía por la vía materna. Este sistema existió en la esfera europea aproximadamente desde el año 7000 a.C. hasta el 3500 a.C. (Campbell).

El dominio de las diosas en el mito empezó a cambiar con las diferentes invasiones a esas zonas provenientes de pueblos nómadas pastores, cazadores y guerreros que exaltaban el valor de lo masculino en sus deidades. Aunque dichas invasiones fueron disruptivas en general, tuvieron mayor impacto en la cultura de unas regiones que en otras. En la geografía griega, por ejemplo, los invasores, eólicos y jónicos primero, y aqueos y dorios después, pudieron integrarse de una manera más o menos pacífica a la cultura preexistente. Se produjo así una asimilación y una especie de mestizaje mitológico entre ambas. “Fue así como la aristocracia militar masculina se reconcilió con la teocracia femenina, no sólo en Grecia, sino también en Creta”. Durante un tiempo, el Olimpo griego tenía igualdad de género: estaba integrado por seis diosas y seis dioses, presidido por Zeus y Hera. Después la balanza se inclinó del lado masculino cuando fue ascendido Dionisio y degradada Hestia, quedando siete a cinco. A pesar de este giro, la presencia de lo femenino siguió siendo relevante. (Robert Graves)

Los pueblos de otras zonas no corrieron con la misma suerte. Los invasores guerreros destruyeron todo vestigio de las creencias preexistentes. Los semitas que llegaron a las regiones de Canaán, Mesopotamia y el desierto sirio-árabe, anularon a las diosas locales. Marduk aniquiló en una batalla a la diosa Tiamat y Yahvé se estableció como dios único, eliminando todo vestigio de lo femenino en el mito. En la India, Indra se estableció como el rey de los dioses.

Con el triunfo de las mitologías de los dioses sobre las diosas se estableció un sistema de derecho absolutamente patriarcal. En adelante, el poder, la herencia y el derecho a ejercer el culto se transmitió por la vía del padre. Las ciudades y los estados se constituyeron sobre la base de estas religiones que exaltaron el dominio masculino. En la India, Grecia, Roma, Israel y Babilonia se construyeron cuerpos jurídicos que establecieron la supremacía del hombre sobre la mujer. “La Ley de Manú dice: la mujer, durante la infancia, depende del padre, durante la juventud, del marido; muerto el marido, de sus hijos; si no tiene hijos, de los parientes próximos de su marido, pues una mujer nunca debe gobernarse a su guisa. Las leyes griegas y romanas dicen lo mismo”. (Fustel de Coulanges. La ciudad Antigua). Las ideas patriarcales impregnaron también los textos, aún vigentes para muchos, del Antiguo Testamento.

Estas concepciones del dominio del hombre sobre la mujer, que tuvieron su origen en mitologías y religiones antiguas, atravesaron los milenios y han persistido en gran medida hasta nuestros días. Ha sido una herencia cultural difícil de cambiar. La defensa de la igualdad, en tanto que nacemos como seres libres, que hicieron Montesquieu, Locke y Jefferson estuvo pensada en el ámbito de los hombres, hasta que Mary Astell, una mente de la Ilustración se preguntó: si todos los hombres nacen libres ¿Por qué todas las mujeres nacen esclavas? (Steven Pinker) Ciertamente la igualdad de la mujer ha registrado importantes avances en el terreno de los derechos humanos, jurídico y social, desde que Astell hizo avanzar la idea y los movimientos de las mujeres la han demandado. Pero hoy vemos en países supuestamente civilizados retrocesos impulsados, sin duda, por resabios de antiguas creencias religiosas.

Hestia, la diosa que custodiaba la hoguera

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