Opinión

Negociación, no escalamiento de la tensión

Diversos especialistas en el mundo han visto en el conflicto ruso-ucraniano reminiscencias de la guerra fría que caracterizó al sistema internacional de la segunda postguerra mundial hasta el colapso de Unión Soviética en la centuria pasada, en pleno siglo XXI. Es cierto que la expansión de las fronteras de la Alianza Atlántica (OTAN) desde la desintegración del mundo soviético no ha parado desde entonces en Europa, ingresando a su membresía a lo largo de treinta años a países que pertenecieron al bloque soviético como Polonia, Hungría, República Checa, Rumania, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte. Sin embargo, nunca tan cercana fue la amenaza de expansión a las fronteras de Rusia y tensionante como ahora con Ucrania.

Noam Chomsky señala con acertada ironía que “Ucrania sumándose a la OTAN sería como si México se sumara a una alianza administrada por China, participando en maniobras conjuntas con el ejército chino y manteniendo armas apuntadas hacia Washington”. En ese escenario, insistir que México tiene el derecho soberano de hacerlo “superaría la idiotez…. la insistencia de Washington sobre el derecho soberano de Ucrania de sumarse a la OTAN es hasta peor ya que establece una barrera imposible a una resolución pacífica de una crisis que ya es un crimen atroz y pronto será mucho peor si no es resuelto por las negociaciones a las que Washington rehúsa integrarse”. (“La única forma de lograr la paz incluye una Ucrania neutral, La Jornada, 15marzo2022, www.jornada.com.mx)

Imagen de archivo del presidente ucraniano Volodímir Zelenski (i) y el ruso Vladímir Putin (d) durante una cumbre en el Eliseo auspiciada por el presidente francés, Emmanuel Macron.

Imagen de archivo del presidente ucraniano Volodímir Zelenski (i) y el ruso Vladímir Putin (d) durante una cumbre en el Eliseo auspiciada por el presidente francés, Emmanuel Macron.

EFE / Alexei Nikolsky / Sputnik / Kremlin

En esa óptica cabrían pocas dudas para decir que Rusia tenía motivos justificados para sentirse amenazada y ver ignoradas sus advertencias sobre la importancia para su seguridad nacional de la inclusión de Ucrania en la OTAN. Probablemente por ello, ahora y dada la disputa indirecta, al estilo Corea o Vietnam durante la guerra fría, entre dos potencias mundiales (Rusia y Estados Unidos) a través de un tercero, y porque la OTAN es una superviviente de esa eṕoca, es que existe la percepción de un regreso de ese esquema. Puede argumentarse que no necesariamente es el caso, y que más bien se parece a un enfrentamiento de equilibrio del poder a escala regional e internacional dado el involucramiento de otros actores globales relevantes como los países europeos en su conjunto, Turquía, India entre otros países de importancia en este contexto, particularmente China. Tampoco existe en realidad un antagonismo ideológico real. Como se anotó en la columna anterior, no se trata de un conflicto que refleje o asome elementos idealistas o de visiones rivales por construir o aspirar a un mundo mejor.

El patrón de las votaciones de las resoluciones que han sido adoptadas sobre la crisis ucraniana en la Asamblea General de la ONU en semanas pasadas reflejan en buena medida el alto nivel de reprobación de la comunidad internacional de la actitud rusa, pero también de cálculo político de equilibrios y de intereses nacionales, y no necesariamente de alineamiento a uno de los dos bloques.

A pesar de que la invasión rusa puede explicarse, no deja de ser condenable tanto por el abuso que supone la agresión del más fuerte al más débil, como por la innecesaria crisis humanitaria como consecuencia de la violencia armada.

Cabe coincidir con Chomsky cuando señala que vivimos en tiempos peligrosos. Recuerda que el reloj del apocalipsis está ahora a 100 segundos de llegar a la medianoche, ya que “la amenaza nuclear se incrementó claramente. La imperiosa necesidad de reducir considerablemente el uso de combustibles fósiles ha sido revertida por la adulación de los destructores de la vida en la tierra que proclaman su compromiso con salvar la civilización de los rusos. La democracia y la libertad están en ominoso declive.” (C.J. Polychroniuo, “Noam Chomsky; Russia´s War Against Ukraine Has Accelerated the Doomsday Clock”, Truthout, 30marzo2022, www.truthout.org)

La situación parece estar empantanada en lo militar y en lo político. La intervención rusa va para su segundo mes sin los avances que hubiera querido, la resistencia ucraniana ha resultado más feroz de lo esperado. En lo político, Estados Unidos, los países europeos, Japón, República de Corea y Australia, principalmente, han implementado duras sanciones unilaterales, si bien las vacilaciones sobre un respaldo militar decidido se mantienen. Las pláticas de paz siguen sin llegar a ningún lado a pesar de esfuerzos variados como los de Francia y Turquía. Lo único que parece claro es la devastación y el sufrimiento de los civiles. Putin es figura indefendible, pero su aislamiento es relativo y las duras sanciones impuestas a su régimen no han conseguido hacer el daño que se quisiera a su voluntad intervencionista.

Yanis Varoufakis sostiene que la única salida al conflicto es la negociación con Estados Unidos y sus aliados, construyendo un “puente dorado” que permita al agresor ruso una retirada decorosa para justificar que algo logró con su operación militar, con el fin último de evitar un baño de sangre mayor, a menos que el verdadero objetivo verdadero sea el de propiciar un cambio de régimen en Rusia. La negociación debe conducirse bajo ciertas premisas para detener inmediatamente la agresión militar, pero con una perspectiva de largo plazo para beneficio de todos, con garantías acordadas entre los dos grandes contendientes enfrentados a través de Ucrania, que aseguren la neutralidad de ese país, su no ingreso a la Alianza Atlántica, al tiempo de mantener un régimen democrático libre, al estilo del modelo de Austria o Finlandia. (“The West is ´Playing with Fire´ If It Push Regime Change in Nuclear-Armed Russia”, Democracy Now, 25marzo2022, YouTube)

Dice Chomsky que lo que ocurrirá ahora es incierto, pero que la única certeza es que depende de nosotros.

gpuenteo@hotmail.com