Opinión

Los nuevos rostros del movimiento estudiantil

Por más de 50 años “2 de octubre, no se olvida” se convirtió en el mantra para la protesta en contra de la masacre de estudiantes y la convocatoria a manifestaciones para frenar abusos por parte de las autoridades en todos los niveles de gobierno.

Conmemoración del movimiento estudiantil del 68

Conmemoración del movimiento estudiantil del 68

Cuartoscuro

Este 2022, pareciera que el 2 de octubre empezó a olvidarse; el poder de convocatoria de organizaciones, defensores de luchas sociales y, hasta, opositores al gobierno en turno, tuvo poca presencia en un fin de semana que, en otro momento, hubiera acaparado reflectores y espacios de opinión pública.

La conmemoración y las manifestaciones en torno a la lacerante huella que dejó la matanza de estudiantes en Tlatelolco en el año 1968, pasó desapercibida en las calles de la ciudad y poco eco tuvo en los medios de comunicación quienes por más de medio siglo han sido en espacio tradicional para sensibilizar de que nunca más se atente contra la juventud mexicana.

Llama entonces la atención que la agenda mediática la ocupen temáticas que atañen a los jóvenes de hoy, por ejemplo, el 7 de octubre 90 estudiantes de la Facultad de Medicina, realizaron una marcha rumbo a la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para entregar un pliego petitorio, en contra del sistema de evaluación, ya que les causa ansiedad, depresión y en algunos casos suicidio.

El mismo día en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, se realizó un mural colectivo por la lucha de las mujeres estudiantes y trabajadoras; así como para visibilizar la violencia que existe dentro de las instituciones educativas.

Un día antes estudiantes campesinos socialistas de México y de Escuela Normal Rural Carmen Serdán, marcharon del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México para pedir alto al acoso, destitución de directivos, respeto a la organización interna que se tiene como normal, no a la privatización de su escuela, liberación de insumos, derecho a una comida saludable, alto a la represión académica y otros temas internos.

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Días antes, en la Preparatoria 5, José Vasconcelos, 150 estudiantes realizaron una expresión pública en conmemoración a los hechos ocurridos el 2 de octubre de 1968.

Pareciera que estas expresiones serían el preludio al 2 de octubre, y los medios dieron poca cuenta al hecho de que contingentes de estudiantes, sobrevivientes, organizaciones populares y ciudadanía en general, acudieron a una cita anual en la CDMX para conmemorar el 54 aniversario de la lucha estudiantil y, aún con conatos de violencia y heridos, el gobierno capitalino dio saldo blanco.

Si bien es cierto que con la consigna “ni perdón ni olvido”, se convocó a manifestarse iniciando en la Plaza de las Tres Culturas con destino a la plancha del Zócalo capitalino, la respuesta y, por ende, el impacto fue casi nulo.

Si bien es cierto que los jóvenes estudiantes siguen siendo un activo muy dinámico para avanzar a una calidad educativa deseable, que de una forma efectiva contribuya a mejorar su preparación, primero, y luego su calidad de vida y la de sus familias; hoy el llamado a las diversas instituciones o subsistemas educativos, es para propiciar las condiciones y asegurarles lo que por derecho, constitucional y humano, les corresponde.

¿De qué sirve ampliar matrículas escolares y saturar los salones de clases con más alumnos, en medio de planteles e instalaciones carentes de lo básico como: luz, insumos en laboratorios, edificios dañados y horas muertas?

Ahora que el regreso a clases es de nuevo una realidad, las diversas manifestaciones en instituciones educativas evidencian que quienes las encabezan no saben administrar en favor de la educación.

Ello hace latente un descontento generalizado. Más aún, cuando se sabe que hasta los escritorios de Palacio Nacional ha llegado documentación relativa a “grandes irregularidades ocurridas en la comunidad de educación tecnológica de todo el país”, y que ante ello urge atender los reclamos de esta comunidad que solo quiere seguir creciendo a la par de una educación que le permita acceder a niveles superiores y/o a insertarse a una opción laboral para no truncar sus proyectos de vida.

A inicios de este mes, la OCDE publicó los resultados de su estudio Vistazo a la Educación 2022, dando a conocer los resultados de distintos indicadores educativos el 80 por ciento de los países integrantes de la organización crearon programas específicos de recuperación educativa para tratar de medir los impactos negativos que sufrió la educación en distintos niveles como resultado de la pandemia a fin de establecer apoyos complementarios a los estudiantes orientados a atenuar los efectos negativos durante la pandemia a nivel de primaria y secundaria.

En cuanto a la educación superior México han ampliado más su participación, alcanzando niveles superiores a 35 por ciento se mantiene y se recupera la tendencia de incremento pasando de 17.5% en el 2000 a 27.1% en el 2021. Sin soslayar que gran parte del crecimiento de este dato está relacionada con el incremento en la participación de mujeres en la educación superior. Los datos agregados de la organización muestran que, en los países analizados, la mayoría de las personas jóvenes con licenciatura maestría o doctorado ya son mujeres (57 por ciento). Ello, sin embargo, contrasta todavía con el acceso a oportunidades laborales, en donde claramente existen aún indicadores de rezago por género.