Opinión

El ocaso de la transformación

Con el comienzo del año da inicio una de las últimas etapas del gobierno del presidente López Obrador. Al cambio de gobierno que sucederá el 1 de octubre de 2024, solo lo precederán la etapa de transición y el proceso electoral. Así, desde ahora y hasta septiembre – cuando legalmente inicie el proceso – o noviembre – cuando políticamente las calabazas se acomoden al movimiento de la carreta electoral – el presidente y su gobierno empezarán a vivir el ocaso del poder y del movimiento que ellos mismos han bautizado como ”cuarta transformación” tal cual la concibieron, pues con independencia de si Morena conserva o no la presidencia de la República, es indudable que a partir de octubre de 2024 el contexto político será totalmente distinto al que ahora vivimos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador en una fotografía de archivo

El presidente Andrés Manuel López Obrador en una fotografía de archivo

Cuartoscuro

Lo sucedido el pasado lunes tanto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como en el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, configura el tono que habrá de regir la dinámica política de esta etapa. En ambos casos, las personas que eran señaladas como favoritas del presidente para ocupar las presidencias de ambas instituciones fueron derrotadas. Si bien es cierto que la división de poderes implica la no intervención del Ejecutivo en decisiones del Legislativo o del Judicial, sería ingenuo pensar que esto no sucede. Nadie puede dudar que parte de la esencia del poder radica en lograr la mayor influencia política posible, incluso en ámbitos distintos a aquél.

En las próximas semanas, una vez que en febrero reinicien las actividades ordinarias del Congreso Federal, el presidente librará otra batalla por la discusión del denominado “plan B” en materia político-electoral. La pelota legislativa regresará a la cancha del Senado de la República, donde paradójicamente Ricardo Monreal, el aspirante oficialista menos querido por el presidente, se ha convertido en el obstáculo más grande que sortear. Incluso si la reforma transitara en los términos deseados por López Obrador, los costos políticos al interior de su partido y frente a la sociedad serán demasiado caros, máxime cuando ello implicaría su impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuya presidencia ha quedado en manos de Norma Piña, una ministra con mayor autonomía e independencia que la de Arturo Zaldívar, su antecesor.

En el ámbito partidista, la lucha por la candidatura presidencial, y con ello las decenas de batallas locales por candidaturas a diputaciones, alcaldías, senadurías y gubernaturas, las cosas tampoco se ven bien para el presidente. Aun cuando nadie niega el gran margen de acción que López Obrador tiene como el factótum morenista, cada día los leales serán menos y todos buscarán agruparse entorno a quien les ofrezca mejores condiciones para el futuro. Comienza la época de las traiciones, los pataleos, los chantajes y, sobre todo en lo local, las desbandadas hacia otras opciones políticas.

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Todo lo anterior no quiere decir que el presidente haya perdido margen de maniobra. Mucho menos que su poder se encuentre acotado al punto de la inacción. Al contrario. En los próximos meses conoceremos la radicalización del grupo más cercano al presidente y a partir de ahora cada decisión de gobierno tendrá fines puramente electorales. Al interior de Morena todos buscarán convertirse en herederos de la transformación y del obradorato, pues esta será la principal carta de presentación frente a millones de electores. El presidente, por su parte, pronto se dará cuenta que las cosas no son tan claras como las pensaba y deberá descubrir qué grupo y quiénes le garantizan menor turbulencia en su futuro. En la vieja tradición del sistema político mexicano, la principal preocupación de López Obrador ya no será consolidar un proyecto de gobierno, sino elegir de la manera más inteligente a quien se convertirá en su verdugo. El ocaso de la transformación ha comenzado y los tiempos más duros – para la clase política, pero sobre todo para la sociedad – están por venir.

Profesor de la UNAM y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com