Opinión

Cuál... ni qué ocho cuartos de bienestar animal

Animalidades

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Siguiendo con el tema Acapulco, tal como era de esperarse comenzaron a salir de entre los escombros infinidad de cadáveres de perros y gatos ya en proceso de putrefacción, y como de milagro, también se han estado encontrando criaturitas muy magulladas pero vivitas y ahora sí que coleando, con las pocas fuerzas que les dejó la vivencia. Asimismo y conforme pasan los días, siguen dando color grupos rescatistas que desde varias partes del país han acudido en apoyo de esos animalitos. Unos brindando atención médico-veterinaria a la fauna silvestre cautiva y/o en libertad, sobre la que hay muy poca información de las condiciones que guarda, y otros proporcionando alimento, agua y hasta atendiendo, como han ido pudiendo, las lesiones que los amados bichos domésticos y callejeritos están presentando y que van desde heridas leves, hasta infecciones diversas y fracturas, algunas expuestas. Los menos, especialmente perritos ya recuperados y sin tutor identificado, están siendo trasladados a la capital para promover su adopción, y los más, se han ido acomodando en hogares temporales o en refugios improvisados en la periferia de la zona devastada, dadas las circunstancias. ¡Gracias!, y mi más amplio reconocimiento a tanta generosidad, especialmente la de los profesionales de la medicina veterinaria que pese a las dificultades y riesgos sanitarios emprendieron el compromiso en solidaridad con el sector protector de la entidad guerrerense, dando de nueva cuenta ejemplo de lo que la sociedad civil es capaz ante la adversidad, sobre todo en ausencia de un protocolo que se esperaría determinado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CeNaPreD), desde donde hace no mucho se instrumentaron conferencias y talleres para que los preocupados y ocupados en el tema aprendiéramos cómo proceder con los animales no humanos durante las contingencias, que a la vez debería ser punto incluido en el Plan DN-III del Ejército, que con su disciplina y sus especialistas preparados específicamente para dar atención a los diferentes ganados y a los animales de granja, resultarían de gran ayuda. Sobre lo sucedido a los mamíferos marinos cautivos, se sabe que aunque corrieron con suerte de conservar la vida los tursiones BRISA y CHIQUILLO -instalados poco antes del huracán en un encierro secundario del Parque Acuático El Rollo, donde se localiza el “delfinario” CICI- no se puede cantar victoria sobre la buena condición de quienes se supone son madre e hijo; primeramente por el enorme estrés que padecieron y seguidamente por el agua putrefacta y cargada de diversos desechos de todo tipo que debieron tragar por los días subsecuentes al huracán, quedando a riesgo todavía de poder sufrir obstrucción intestinal e infecciones a ese nivel y en ojos y piel que les podrán surgir con el transcurrir del tiempo, aunado todo ello a la baja calidad del pescado que debieron proporcionarles y que ante la falta de electricidad no debió ser congelado. Se presupone que los propietarios del lugar, aunque a destiempo alegaron lo contrario, a juicio de especialistas no tomaron las medidas necesarias para poner a salvo la integridad de los delfines, razón por la cual la Dra. Yolanda Alanís Pasini, consultora de la organización Conservación de Mamíferos Marinos (COMARINO) y una IAP de cuyo nombre no quiero acordarme, desde el pasado día 11 interpusieron una denuncia pública en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, responsabilizando a un tal Mauricio Zendejas (representante de la empresa Delfiniti, S.A. de C.V. a cargo del “delfinario”) y a quienes más resulten responsables por negligencia grave, maltrato, probables daños a la vida silvestre y faltas al trato digno y respetuoso a los delfines referidos. El documento fue dirigido a la procuradora Blanca Alicia Mendoza, sólo que… eso y la Carabina de Ambrosio es lo mismo.

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