Opinión

Oposición en moratoria política

El 5 de junio se disputaron seis gubernaturas. Morena ganó cuatro y la oposición, dos. Ese resultado acaparó las primeras planas y, en numerosos comentarios, ha sido calificado como una derrota de las oposiciones: 4 a 2.

En vez de reconocer ese saldo desfavorable, los partidos en la oposición han desplegado imaginativos pero inútiles pretextos. Algunos de sus voceros alegan que solamente hubo alianza opositora en cuatro de las seis entidades, de tal suerte que el marcador debería ser 2-2. En realidad, en los estados en donde no se pusieron de acuerdo los partidos de oposición perdieron antes de las elecciones.

También dicen que la competencia fue desigual, que el gobierno desplegó acciones clientelares, que el presidente y sus secretarios hicieron campaña violando la ley. Todo eso es cierto y amerita denuncias probadas. Tales circunstancias permiten calificar como tramposo el comportamiento de Morena y el gobierno pero, salvo que las impugnaciones prosperen en el Tribunal Electoral, los resultados no cambiarán.

Los partidos de la alianza opositora les deben a sus electores y simpatizantes una explicación razonada de ese tropiezo político. Es difícil que la hagan porque, como se ha visto, la autocrítica no está entre las costumbres de sus dirigentes. Los líderes del PAN, el PRI y el PRD comparten las conocidas reticencias de la vieja cultura política mexicana para comprometerse con la verdad. Por supuesto, la simulación y la mentira distinguen por encima de todos al presidente López Obrador y a su partido. Pero AMLO y Morena no son los únicos que desplazan los hechos, por la autocomplacencia.

El 4 a 2 sintetiza la hegemonía nacional de Morena pero las votaciones por estado fueron más contundentes en contra de las oposiciones, al menos en tres casos. En Hidalgo el candidato de Morena y aliados, Julio Menchaca, ganó por 30 puntos a la candidata de la coalición opositora. En Oaxaca, Salomón Jara venció al candidato de PRI y PRD por 35 puntos. En Quintana Roo Mara Lezama, de Morena y el PVEM, ganó por 40 puntos a la candidata de PAN y PRD.

La oposición fue más competitiva en Tamaulipas en donde el candidato de Morena, Américo Villarreal, superó por 6 puntos al de la alianza PAN-PRI-PRD, que ha denunciado numerosas irregularidades en esa elección. 

Las dos victorias de la alianza opositora son importantes, pero menos contundentes. En Aguascalientes Teresa Jiménez ganó por 19 puntos a la candidata de Morena. En Durango, Esteban Villegas tuvo 15 puntos por encima de la candidata morenista.

En cuatro de esas elecciones se abstuvo de votar más de la mitad de los ciudadanos. En Tamaulipas, votó el 53%. En Durango, el 50.4%. En Hidalgo, menos del 48% y en Aguascalientes el 46%. En Quintana Roo votó el 41% de los electores y en Oaxaca el 38%. Sin entrar a detalle en la circunstancia de cada elección, puede decirse que mientras más ciudadanos participan Morena, se encuentra en mayores problemas.

Movimiento Ciudadano contó poco en esas elecciones. Si los votos de sus candidatos hubieran sido para la alianza opositora, los resultados no habrían cambiado sustancialmente.

Las oposiciones tendrían que estar revisando por qué no son atractivas para esas amplias franjas de ciudadanos que no acuden a las urnas. Esos ciudadanos no tienen motivos para respaldar a Morena, pero tampoco para preferir a quienes enfrentan a ese partido.

Cualquiera que sea el indicador objetivo que se utilice para evaluarlo, el gobierno de López Obrador es un desastre. Delincuencia desbordada, militarización creciente, economía incierta y con amenazadora inflación, mayor empobrecimiento, sistema de salud desmantelado… a donde sea que volteemos, hay sólidos motivos de reclamo contra el oficialismo. Frente a ese desastrado escenario las oposiciones han sido incapaces para construir un discurso homogéneo y eficaz. En vez de presentar exigencias y respuestas cotidianas a tales carencias y ante los dislates del presidente los partidos de oposición, o al menos sus cúpulas dirigentes, están fundamentalmente empeñados en promoverse a sí mismos y protegerse mutuamente.

La situación de Alejandro Moreno al frente del PRI, resulta insostenible. Es víctima de una ilegal persecución desde el poder político, que ha incluido la grabación de sus conversaciones telefónicas. En algunas de esas conversaciones, se ha confirmado la intolerancia de ese dirigente político. Más allá de tales expresiones, la organización Mexicanos contra la Corrupción documentó la compra, a precios bajos, de inmuebles que Moreno cedió a familiares suyos para luego revenderlos a precios mayores. Esa triangulación de dinero tendría que ser suficiente para que Moreno se retirase de la dirección de su partido.

Comportamientos como el de Moreno le restan confiabilidad a la alianza opositora. En vez de encararlos, la alianza ha querido dar un golpe de propaganda al anunciar que sus legisladores no aprobarán ninguna reforma constitucional que proponga el presidente López Obrador. Con esa decisión, PAN, PRI y PRD constriñen a sus senadores y diputados a desentenderse de las responsabilidades que tienen para discutir, y en su caso impugnar con argumentos, las iniciativas que llegan a esas cámaras.

Una oposición auténtica requiere ideas, busca tribunas y construye sus interlocutores. Las iniciativas de López Obrador seguramente serán disparatadas pero las presentan el partido mayoritario y su dirigente. En vez de practicar una moratoria constitucional, como le dicen a ese boicot legislativo, los partidos coaligados ponen en moratoria al quehacer político.

Alianza Va Por México

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Cuartoscuro

ALACENA. El Necio

Apologista de la dictadura cubana, Silvio Rodríguez dice que escribió “El Necio” pensando en Fidel Castro. En distintas ocasiones, de acuerdo con informaciones en línea, se la ha dedicado a Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Néstor Kirchner y Evo Morales. Ahora se la dedicó a Andrés Manuel López Obrador. Hay quienes encuentran en esa canción un elogio a la perseverancia, aunque también puede entenderse como un reconocimiento a la incapacidad para cambiar y reconocer nuevas realidades. Necio según la RAE, en sus dos primeras acepciones, significa “ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber”, e “imprudente o falto de razón”.

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