Opinión

Pandemia y neoliberalismo

No es la experiencia de todos los países que la propagación global del virus SARS-CoV-2 evidenciara la precariedad de los servicios de salud pública, como en el caso de México, tras décadas de privatizaciones y libre mercado como premisas del quehacer político, económico y social, y con ello la labor de contención del virus y atención de las personas, particularmente de aquellas sin los recursos para acceder a servicios hospitalarios privados, es decir, las grandes mayorías, se volviera en una carrera frenética. Lo que sí parece ser un elemento en común, independientemente del grado de asentamiento y consolidación del neoliberalismo en los diferentes países a lo largo del mundo, es que con la pandemia de Covid-19 la necesidad de la intervención estatal para intentar erradicar la pandemia, así como para paliar la debacle económica y la ruina de mucha gente sin los medios para subsistir sin salir a la calle a ganarse el sustento, se hizo presente y necesaria. No me refiero al tema, lamentable por lo demás, de la competencia por las vacunas, la falta de solidaridad de los países ricos con los pobres como tampoco a las diferencias en la implementación de políticas y medidas de contención en el interior de las sociedades, sino a algo probablemente menos evidente pero que apunta en la dirección de cuestionar severamente el modelo económico predominante en las últimas décadas.

COVID en el mundo

COVID en el mundo

La intervención del Estado en el mercado y en lo privado es ya de por sí una afrenta al orden establecido. Apunta Rafael Lemus que, si bien el neoliberalismo se formó como un programa intelectual en los años treinta y cuarenta del siglo XX, con el fin de reforzar y reformar el liberalismo clásico ante la amenaza del fascismo, el comunismo y el keynesianismo, no es sino hasta las últimas décadas de la pasada centuria que se consolida y se transforma en la plataforma programática e ideológica predominante frente al colapso del llamado socialismo real como alternativa de desarrollo y el modelo de Estado de Bienestar. (Breve historia de nuestro neoliberalismo, Penguin Random House, México, 2021)

Lemus señala que el neoliberalismo es en principio una teoría económica, pero también es un paquete de políticas económicas -condensadas en el llamado Consenso de Washington- y un proceso de reorganización del capitalismo global. Hasta ahí bien podría decirse que no es una mala idea. Sin embargo, siendo sus premisas fundamentales la libertad de mercado y la racionalidad que la libre competencia imprime a todas las relaciones políticas y sociales, construye nuevas formas de producción, acumulación y explotación. El individuo, la empresa y la propiedad privada a ultranza, son los motores que imprimen dinamismo a esas pretendidas libertades. Como racionalidad política, anota Lemus, persigue paradójicamente, el fin de la política y el imperio de la gobernanza. El Estado debe tener como función principal administrar el estado de cosas: la lógica económica supedita a todo lo demás, incluyendo a la democracia, la cual “no debe ser más un espacio de confrontación entre distintas opciones ideológicas sino un mero mecanismo a través del cual los ciudadanos eligen a los tecnócratas que habrán de asegurarse de que aquella lógica opere al interior de cada país.”

Tobias Debiel y Mathieu Rousellin se preguntan si la pandemia y la crisis climática son indicios del final del neoliberalismo, y si en realidad el mundo está a las puertas de un orden postneoliberal. Dichos autores señalan que el mercado no pudo reaccionar de modo adecuado a los fenómenos de la crisis de coronavirus. Ya en 2008, con la crisis financiera global, había sucedido un atisbo del supuesto fin del neoliberalismo y de la importancia de la intervención estatal para rescatar a los bancos en quiebra, pero el modelo neoliberal demostró ser “notablemente resistente… lo cual se hizo evidente cuando, por ejemplo, se lanzaron los programas de rescate para Portugal y Grecia, que obedecían a una estricta ideología de austeridad fiscal." ("¿A las puertas de un mundo postneoliberal?”, Nueva Sociedad, No. 297, enero-febrero 2022)

Debiel y Rousellin sugieren que la pandemia condujo a un renacimiento y una relegitimación del Estado en los países industrializados de Occidente, mucho más profunda que lo sucedido en 2008: “no sólo hubo empréstitos de amplio alcance y se abandonaron las políticas de austeridad, sino que, con una aceptación bastante amplia, el Estado también intervino en las libertades fundamentales del individuo, que son una piedra angular de la tradición del pensamiento liberal.” Menos entusiasmante, desde luego, es el capítulo sobre la protección de las patentes de las vacunas, ya que al final, como sabemos, este tema ha estado estrechamente vinculado con la ausencia de solidaridad en el cuidado de la salud de los menos favorecidos en el mundo.

Aunque no lo tienen del todo claro, pues “el neoliberalismo es influyente como práctica política y no tiene un plazo de vencimiento claro”, sí que la Covid19, o mejor dicho, las medidas del Estado para combatir la pandemia, han sacudido, si bien parcialmente, la resiliencia del neoliberalismo. La buena noticia pudiera decirse, siguiendo a estos autores, es que la pandemia ha demostrado que se pueden superar las normas neoliberales y renegociar las reglas institucionales que dan al Estado un papel proactivo. La mala, es que el camino a recorrer es aún complejo y requiere de esfuerzos serios para distribuir los costos de la crisis de una manera equitativa para empezar.